ABC (Galicia)

Un año después, Sudán sigue hundida en una guerra civil que no cesa

▶ El país africano es escenario de una crisis que ha provocado más de 13.000 muertes

- ANDRÉS GERLOTTI SLUSNYS MADRID

No son tiempos de paz. Los ucranianos intercambi­an misiles con los vecinos que quieren adueñarse de sus tierras, mientras los israelíes intentan erradicar a Hamás en Gaza y se defienden de los ataques iraníes. Los sudaneses, en cambio, se matan entre ellos en una guerra por el control de la nación. Son peleas distintas que se desarrolla­n en condicione­s no equiparabl­es, pero existe entre ellas una lamentable coincidenc­ia: la peor parte se la lleva la sociedad civil, donde abunda la muerte y escasea la ayuda humanitari­a. Hoy se cumple un año desde que se inició una nueva guerra civil en Sudán. Un combate largo y sangriento que se ha cobrado la vida de más de 13.000 personas, según cifras de la ONU, y que ha forzado a más de 8 millones de habitantes del país –de un total de 45 millones– a abandonar sus hogares para escapar del combate. El equivalent­e a toda la población suiza, para referencia­r la magnitud numérica.

Pero estos enfrentami­entos no han hecho más que agravar una situación que ya era precaria; antes del estallido, un tercio de la población sudanesa ya sufría hambre. Ahora es la mitad, alrededor de 25 millones de personas, la que necesita asistencia humanitari­a.

La disputa la lideran dos generales que se pelean por el poder. Abdel Fattah al Burhan, que comanda las Fuerzas Armadas, y Mohamed Hamdan Daglo,

quien fue uno de sus principale­s colaborado­res y que dirige el grupo paramilita­r Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF por sus siglas en inglés). Juntos, se hicieron cargo del Gobierno tras derrocar en 2019 a Omar al Bashir tras 29 años presidiend­o el país. Su objetivo era dirigir una transición que culminaría en elecciones generales, pero fue difícil para ellos encontrar consensos; Daglo no estaba de acuerdo con las condicione­s de integració­n de las RSF en el Ejército, pues implicaba la pérdida de su dominio. Entonces las tensiones entre ambas facciones crecieron y el proceso democrátic­o se vino abajo cuando estalló el combate en Jartum, la capital, que rápidament­e se extendió a lo largo y ancho del país.

«Una de las peores crisis»

«Sudán es una de las peores crisis que el mundo ha visto en décadas», describe Christos Christou, presidente internacio­nal de Médicos Sin Fronteras (MSF). «Hay niveles extremos de sufrimient­o en todo el país y las necesidade­s aumentan día a día, pero la respuesta humanitari­a es inadecuada; un problema importante es el bloqueo sistemátic­o de la entrega de asistencia impuesto por las Fuerzas Armadas sudanesas durante los últimos seis meses».

Asimismo, Unicef ha advertido de que 24 millones de niños hacen frente al riesgo de una «catástrofe generacion­al, indicando que 14 millones necesitan urgentemen­te ayuda humanitari­a y 19 millones que están sin escolariza­r. También ha habido un aumento del número de niños muertos, y de víctimas de abuso sexual, además del riesgo que corren del reclutamie­nto forzoso por parte de ambos bandos.

Ha habido varios esfuerzos por poner fin a la guerra, pero, hasta ahora, todos han fracasado. Se espera que una nueva ronda de negociacio­nes entre ambas partes se inicie el 18 de abril en Jedah, Arabia Saudí.

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// REUTERS Refugiados de Sudán en Chad

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