ABC (Galicia)

Ventura no suelta el trono del rejoneo

▶ Cortó dos orejas en una tarde marcada por la escasa emoción de los toros de San Pelayo

- JESÚS BAYORT SEVILLA

Sólo un suceso verdaderam­ente excepciona­l podía rescatar la tarde, despeñada en lo más fondo del barranco tras cuatro toros tan nobles y colaborado­res como ausentes de emoción. Sin toros no hay emoción; y sin emoción, el rejoneo no deja de ser una exhibición. A la corrida de San Pelayo le había faltado la chispa que finalmente tuvo Sardinero –no hay quinto malo–, como a la terna le faltó la chispa de Diego Ventura, que por eso es la máxima figura del escalafón. Que recuperó su trono de la Maestranza, si es que en algún momento lo dejó de tener. Entregado y vibrante, desde su espectacul­ar recibo hasta la suerte de banderilla­s sin riendas con Bronce, el Roca Rey de los caballos toreros. Y después de todo aquello, tras conseguir dos orejas rotundas, se echó a llorar.

Lloraba el maestro del rejoneo por el niño que fue, por todo lo que ese niño soñó. Que se materializ­aba en un conjunto soberbio, al compás del buen Sardinero, que se escapaba de la fosa que habían cavado sus hermanos. Un toro espectacul­ar, como sus hechuras: bajo, recortado y armónico. Con trapío, aunque sin exageracio­nes. Nómada, Lío, Bronce y Guadiana, el cuarteto de la gloria. Brillantes, como Nómada en los quiebros tras hacerse primero con el toro entre piruetas; como Lío, muy de lejos y derecho hacia Sardinero; como Bronce, que después de banderille­ar sin cabezal entró reculando al patio de cuadrillas; o como Guadiana, que no iba y venía, que se quedó en el sitio para abrochar con maestría un final a la altura de la faena. Pletórico.

Levantó la tarde Diego Ventura, reivindica­ndo su papel de máxima figura, de ídolo de la plaza. Casi llena para sorpresa de propios y extraños. Una expectació­n irreconoci­ble, tras años –cierto es que el pasado mejoró– de discreta afluencia. A nadie se le escapaba el interés del duelo entre la gran figura de La Puebla del Río –que me perdonen mis amigos portuguese­s– y Guillermo Hermoso de Mendoza, empeñado en dejar de ser el «hijo de». Por delante, Sergio Galán, algo más que telonero: elegante y fino torero.

Después de tres puertas del Príncipe consecutiv­as, se quedó ahí la racha intratable del joven rejoneador navarro. Que perdió el triunfo con los aceros, que se quedó sin un primer premio por el rigor inflexible de Macarena de Pablo Romero. Sobre el papel, presidenta suplente; sobre el palco, una mujer valiente. Que no sucumbió a la fuerte

REAL MAESTRANZA

PLAZA DE TOROS DE SEVILLA. Domingo, 14 de abril de 2024. Octava del abono. Casi lleno en los tendidos. Presidió Macarena de Pablo Romero. Se lidiaron toros de San Pelayo (El Capea), nobles en su conjunto. 1º, bravo y noble; 2º, falto de empuje; 3º, de mal estilo; 4º, parado; 5º, emocionant­e, bravo y con calidad; 6º, intermiten­te.

SERGIO GALÁN. Rejón trasero y tres descabello­s (ovación); rejón caído y rejón (ovación).

DIEGO VENTURA. Dos pinchazos y rejón (ovación); rejón (dos orejas).

GUILLERMO HERMOSO DE MENDOZA. –más sonora que visual– petición en el tercero. Tuvo chispa la faena de Guillermo, rubricada con un fugaz ‘mete y saca’ poco decoroso como para ser reconocido con una oreja en la Maestranza. El festejo de rejones, otrora festín orejero de la Feria de Abril, convertido en lo más riguroso del serial. No fue un toro fácil Berlín, ese primero de Guillermo. Sin entrega y sin recorrido, que pronto se agarró al piso y que alzaba la cara cuando el hijo de Pablo Hermoso de Mendoza trataba de pasar por su jurisdicci­ón. Se repetía el sino del torero con el sexto, también perjudicad­o por los aceros. En una suerte de matar espectacul­ar, a mucha distancia. Partiendo de la meseta de toriles hasta ejecutarla cerca de la Puerta del Príncipe. «Clac», sonó la rotura del rejón como el proyectil que lanza el fusil. «To pa na», que diría Pepe Luis Vargas.

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Diego Ventura, en un momento de su actuación
// JUAN FLORES Mete y saca (ovación); rejón y descabello (ovación). Diego Ventura, en un momento de su actuación

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