Rueda manda mensajes
Ya hubo gobiernos sin vicepresidentes. Pero las lecturas que pueden hacerse ahora son distintas
Alfonso Rueda no deja nada al azar o la casualidad. Los suyos lo saben y la composición del nuevo gobierno conocida ayer manda algunos mensajes para quien quiera leerlos. La eliminación de las vicepresidencias tiene varias lecturas. No es la primera vez que la Xunta carece de esta figura –véanse las legislaturas iniciales de Fraga y Feijóo–. Y sin estar operativas, nadie dudaba durante la anterior presidencia que Alfonso Rueda fue siempre el número dos del escalafón. Así que, a efectos operativos y orgánicos, no se altera el orden de las cosas.
Otra cosa es el mensaje que Rueda quiere transmitir a su gabinete. Si algo le caracteriza es que no cambia aquello que funciona. Por tanto, si las ha suprimido es porque ha detectado que no estaban dando el rendimiento político para el que las había dibujado inicialmente. Y para evitar especulaciones sobre quién sí o quién no, disuelve ambas, dejando a sus titulares con las competencias que venían ejecutando –salvo vivienda, que se desgaja para unirse a infraestructuras–.
Es decir, no estaba a disgusto con el desempeño de Diego Calvo y Ángeles Vázquez en sus respectivas áreas, pero quizás esperaba algo más en el plano político, que complementase la mera gestión. Así que igual uno y otra deberían preguntarse qué dejaron de hacer para perder ese rango.
La gran señalada en esta remodelación es Elena Rivo, la exconselleira de Emprego. Lo que se cuenta es que no acabó de adaptarse a los ritmos y exigencias de la administración, y por aquello de ser una ‘outsider’ de la política, la sintonía tampoco era fluida con el partido en su provincia. A pesar de llevar menos de un año, a Rueda no le ha temblado el pulso. Que tomen nota los demás, viene a decir. Cede el cargo a otro orensano, José González, en lo que parece una segunda oportunidad para revitalizar una consellería desdibujada.
También se baja del barco Julio García Comesaña, pero aquí las razones son otras. Hay un contexto familiar complejo que lo hace más necesario en Vigo que en Santiago. Lo sustituye un médico en ejercicio y no un gestor sanitario, lo que cambia la perspectiva a la hora de que se le pueda reprochar desde la oposición que no conoce su sector. Antonio García Caamaño es un profesional muy bien valorado, cuentan de él.
No sorprende la incorporación al gobierno del alcalde de A Estrada, José López Campos, al que acreditan sus mayorías absolutas en su villa. Estaba en todas las quinielas y finalmente se han cumplido. Aunque sí llama la atención el departamento escogido, Cultura y Política Lingüística, dado que el nuevo conselleiro no procede de ninguna de ambas. Tampoco es que se exija un certificado de origen para este departamento, pero ayuda a la hora de conocer el paño que se teje, que no suele ser –salvo excepciones– muy de aplaudir a la derecha. Desde luego, si la apuesta es por la política, aquí hay una muestra clara. Los segundos niveles determinarán el perfil que adopta la consellería, donde los dos secretarios xerales –Anxo Lorenzo y Valentín García– acreditan una excelente trayectoria.
Entre los que continúan, Fabiola García, Miguel Corgos, Román Rodríguez o Alfonso Villares. Los tres primeros acreditan una buena gestión a ojos del presidente y por eso repiten. En el caso del titular de Educación, es uno de los mejores valorados internamente por su capacidad para tener pacificado un sector capaz de hacer mucho ruido. Y Villares, que tuvo momentos desafortunados durante los pélets, recibe el espaldarazo de la confianza del presidente.
En Economía e Industria se mantiene María Jesús Lorenzana, una de las apuestas del presidente durante su primera etapa de mandato. Da la impresión que va a compartir protagonismo en su consellería con el director que designe Rueda para la oficina económica que dependerá de su Presidencia, y para el que suena Julio Pombo, el actual director general de Impulsa Galicia.
Los otros dos rostros nuevos son mujeres: la alcaldesa de Guntín, María José Gómez; y la diputada y exdirectora del IGVS María Martínez Allegue. Responden a dos lógicas ya expuestas en estas líneas, apostar por valores locales consolidados y personas que ocuparon segundos niveles en la administración.
Arranca así el primer gobierno 100% Rueda, sin herencias ni ataduras. Su duración es también una incógnita, porque la opción de sustituir lo que no funciona siempre está disponible. Y a la vista de algunos discursos escuchados recientemente, hay suculentas vacantes que pueden aparecer de repente y que fuercen una remodelación del gabinete. Más vale que todos se apliquen.