ABC (Galicia)

ESTRENO DEL NUEVO EJECUTIVO GALLEGO Rueda sacrificó las vicepresid­encias por un gobierno «horizontal»

▶Asegura que no obedece a un afán por «mandar un mensaje», porque ya se vio reforzado con la victoria del 18F ▶Defiende que pudo haber aumentado más el número de consellerí­as, y apunta a «concentrac­iones» en el organigram­a

- PABLO PAZOS SANTIAGO

Estaba cantado que tendría que ser lo primero que le tocaría aclarar a Alfonso Rueda. Y así fue. La desaparici­ón de las vicepresid­encias de la Xunta es la comidilla desde que se hizo oficial el domingo, con el anuncio del nuevo ejecutivo gallego. El presidente, tras reunir por primera vez ayer en Consello al «nuevo gobierno», en el Pazo de Raxoi, esgrimió su intención de «diseñar en esta legislatur­a un gobierno horizontal, donde todo esté muy interconec­tado». «A pesar de que cada consellerí­a», incidió ante los medios ya en San Caetano, asuma «cometidos específico­s», hay «materias extensas que necesitan una actuación casi coral». La cuestión demográfic­a, por la que se le preguntó en concreto, es un «muy buen ejemplo», porque atañe a Política Social, pero también a Facenda o Emprego. «La horizontal­idad va en serio», remarcó.

Volviendo a las vicepresid­encias, de las que se despoja a Diego Calvo (1ª) y Ángeles Vázquez (2ª), defendió que ni siquiera los «afectados» lo tomaron «como otra cosa» que no fuera una «reorganiza­ción», que responde a esa horizontal­idad; que no es óbice para que «cada uno» tenga «claras sus responsabi­lidades». «Yo mismo pasé por varios puestos a lo largo de mis años en la Xunta», recordó. Y «siempre supe lo que se esperaba de mí». Simplement­e, le quitó hierro, «había cosas que tocaban en cada momento». Sus doce conselleir­os, concluyó, «saben que aquí hay que trabajar por el interés general», más allá de «cambios» en las «tareas» asignadas. Se puede colegir que en el arranque de la legislatur­a no era el momento de situar a unos conselleir­os por encima del resto, por más que los escalafone­s estén claros. En cualquier caso, rechazó que se trate de un movimiento «presidenci­alista», como se le planteó. «El refuerzo de mi figura vino del resultado electoral», rebatió. «En absoluto creo que tenga que tomar ninguna medida ni mandar ningún mensaje, ni dar ninguna imagen. La fuerza me la dieron los gallegos el 18 de febrero», remachó. «Son decisiones de organizaci­ón del presidente; estamos muy contentos de poder continuar y seguir formando parte de su equipo», había zanjado Calvo, unas tres horas antes, en Raxoi.

El caso de Sanidade

En semanas previas, Rueda había avanzado que quería conselleir­os «políticos» y que llegasen aprendidos al cargo. Premisas que no parecen encajar con algún caso específico, como el de Sanidade. «Depende del perfil», templó la obligatori­edad de esos requisitos que él mismo fijo. Defendió que Antonio Gómez Caamaño «conoce el ámbito sanitario» de sobra, y que con la «gestión» se «familiariz­ará rápidament­e», apoyado en los equipos del gabinete. Del sucesor de Julio García Comesaña destacó la buena «acogida» que tuvo su designació­n, que lo reafirma en su elección.

Rueda no ocultó que «no fue sencillo, no sólo desde el punto de vista personal», diseñar el ejecutivo, en su afán por «intentar acertar con los mejores». En el global, Rueda está convencido de que ha armado un «gobierno compacto» y «dimensiona­do en su justa medida». Con una consellerí­a más que hasta ahora, percibe que «se puede aún prestar un mejor servicio». Sigue muy lejos de la veintena de ministros de Pedro Sánchez, recordó, y hasta habría quien opinaría que «era el momento de aumentar más» el número de carteras. «Pero pensé que era el aumento que había que hacer». Y no todo es hipertrofi­ar: «También hay concentrac­iones». Un aviso de cara a la configurac­ión del resto de niveles, que se aclara mañana.

También quiso restar trascenden­cia a las tres salidas del ejecutivo, insistiend­o en la idea de «carrera de relevos» que ya trasladó en Raxoi. «Es bueno que haya cambios», subrayó, con cada «nueva etapa». Con «normalidad». No quiso entrar a valorar si alguno de los sustituido­s no dio el nivel, aunque en San Caetano se daba por descontado que fue el caso con Elena Rivo. Todos hicieron un «magnífico trabajo», optó Rueda por el plural diplomátic­o, dentro de un equipo «bien avenido», que «entiende» que hay un momento para entrar y otro para salir, «sin nada más». Con la misma normalidad habrán de asumir muchos de ellos la pérdida de condición de diputados. Sin anticipar quiénes conservará­n el acta. Sí ratificó que su «intención es seguir la práctica de otras legislatur­as» y que hagan sitio a compañeros del Grupo Parlamenta­rio. Tanto para incorporar­los al hemiciclo, como para que los

Pérdida del acta Sin concretar quiénes del gobierno seguirán como diputados, confirmó que la mayoría harán hueco a compañeros del Grupo

conselleir­os tengan una «dedicación plena a las tareas de gobierno».

En lo inmediato, Rueda quiere reunirse a la mayor brevedad con el Rey y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Mientras, recupera agenda intensa y va cumpliendo sus compromiso­s de los 100 primeros días. Ayudas de hasta 100 euros para adoptar mascotas abandonada­s y 1,3 millones para potenciar la reproducci­ón asistida. Tachados de la lista. habla, desde el 18 de febrero, da la sensación de que nunca se celebraron las elecciones. Ayer Pontón insistió en que ellos tienen su «hoja de ruta muy clara», y que Rueda debe elegir entre la «confrontac­ión inútil», con «sumisión» al «PP en Madrid» o «defender realmente los intereses los gallegos». Nada que sorprenda, habida cuenta de que la semana pasada, en el Parlamento, anunció que el Bloque funcionará como un «gobierno alternativ­o».

Las críticas más peregrinas llegaron de Elena Espinosa, que puso el grito en el cielo por la falta de conselleir­os vigueses; y Pérez Jácome, con la escasez de orensanos (1), la víspera. Luego hablan de cuotas.

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