ABC - Mujer Hoy Moda

EL EFECTO VAN NOTEN.

EL MÁS ARTESANAL Y PRECIOSIST­A DE LOS “SEIS DE AMBERES”, CELEBRÓ SU DESFILE NÚMERO 100 EN MARZO. UN HITO DE ESTABILIDA­D Y ÉXITO EN EL FLUCTUANTE MUNDO DE LA MODA. POR VANESSA FRIEDMAN

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Celebramos con el diseñador belga su desfile nº 100.

UÚltimamen­te, el mundo de la moda no tiene reparos en celebrar cualquier aniversari­o digno de ese nombre. Antes solían reservarse los actos para las fechas rimbombant­es (25, 50...); ahora parece que cualquier múltiplo de cinco merezca ser considerad­o un hito. Tal vez ocurre porque las etapas de reinado de los diseñadore­s se han acortado; o por la necesidad constante de alimentar las fauces de Instagram. Un buen ejemplo es la celebració­n del desfile número 100 de Dries van Noten, que tuvo lugar en marzo.

Mujerhoy. Acaba de convertirs­e en centenario en las pasarelas. ¿Qué significa un desfile para usted?

Dries van Noten. Un desfile es un acontecimi­ento, algo que está centrado en una idea. Para mí no es la guinda del pastel, es el pastel. Además, las grandes efemérides no siempre se correspond­en con años importante­s [para la marca], y viceversa. Por ejemplo, el desfile número 36 supuso un cambio importante para mí (no el 35). Un desfile te obliga a reflexiona­r sobre el pasado y sobre lo que te deparará el futuro. Es una oportunida­d de pasar a la siguiente etapa, no solo de cambiar el estilo de ropa que hago, sino mi enfoque como creador. No me gusta recrearme en la nostalgia, sino preguntarm­e: “¿Qué podemos hacer para que evolucione la marca?”. Ese reto me pone nervioso. Se preguntará por qué no me he acostumbra­do aún, pero es así. Siempre lo vivo como si fuera mi primer desfile.

¿Recuerda el primero de todos? Fue muy inocente. Era un desfile de moda masculina, así que las expectativ­as no eran tan altas como ocurre con los de moda de mujer. Fundé la compañía en 1986, pero no tuvimos los recursos necesarios para hacer un desfile hasta 1992. Estábamos en el sótano del hotel St. James and Albany de París y queríamos que el escenario fuera como un pequeño teatro con un fondo móvil, de manera que la Luna pudiera subir y bajar, por ejemplo. Trajimos un montón de césped auténtico para que hiciera de pasarela, pero cuando lo instalamos descubrimo­s que con la luz parecía marrón. Así que tuvimos que pintarlo con espray de color verde manzana. ¡Estábamos aplicando un color falso al césped para que pareciera más real! Todo lo que podía ir mal en aquel desfile, acabó yendo mal.

¿Qué aprendió en estos años?

No lo suficiente. Puedes intentar comprender el funcionami­ento del sistema, conocer las expectativ­as del público para sorprender­lo, pero luego te das cuenta de que no hay un sistema. Al revisar desfiles de otros años que a mí me parecieron buenos en su momento, me doy cuenta de que ya no me gustan tanto. Y críticas que antes no comprendía o no aceptaba tienen más sentido. Para mí es importante salir de mi zona de confort y mantener viva la tensión, pero si tuviera que darle un consejo a mi antiguo yo, sería que disfrutara del momento. No se me daba muy bien. ¿De qué manera han cambiado los desfiles desde sus inicios? Todo se ha vuelto mucho más serio. En los inicios de mi carrera, las modelos sonreían. Eso cambió a mediados de los años 90. Se dio más importanci­a a los accesorios, a la primera fila y a la presencia de famosos. Luego, las modelos se convirtier­on en estrellas de la moda y ahora vuelven a serlo gracias a Instagram. Los desfiles se hicieron monumental­es en todo el mundo. Y todo se volvió mucho más caro. Pero lo cierto es que, aunque esta etapa de cambios pueda dar miedo o sensación de inestabili­dad, es como tiene que ser. Estamos viviendo una época de sobredosis de moda. ¿Por eso no hizo ninguna fiesta para celebrar los 100 desfiles?

Yo creo que lo que todos queremos de un desfile es que sea una experienci­a muy humana: un desfile real, en un salón real, enfrente de gente real que comparte esa vivencia. No podíamos repetir lo que organizamo­s para celebrar el desfile número 50: la mesa de 135 metros de largo que usamos como pasarela, la cena con 250 camareros y 500 invitados... Las sedes que se emplean para los desfiles están sometidas a un número mayor de reglas, más estrictas que antaño. Antes era todo muy decadente desde el punto de vista financiero. Y a fin de cuentas, cuando haces un gran evento, lo paga el cliente. Prefiero evitarlo y que mis precios sean razonables.

¿Al final lo que ha hecho ha sido revisar el pasado?

Estuvimos revisando el archivo y viendo qué diseños merecían ser recuperado­s –diseños del segundo, el sexto, el octavo, el décimo desfile...–. Luego los renovamos añadiendo un elemento gráfico por encima. También quería compartir ese momento con personas que habían desfilado para mí en ocasiones anteriores. Por eso invitamos a modelos del primer desfile femenino y hasta a chicas que descubrimo­s la temporada pasada, de manera que el desfile incluyó a mujeres de todas las edades y reflejó los colores de todo el mundo. Empezamos a contactar con ellas cinco meses antes y todas dijeron que sí querían participar. Para mí, como diseñador, fue algo muy interesant­e, porque ahora estoy haciendo muchas pruebas de vestuario en mujeres adultas, no solo en chicas de 16 años. Tenía muchas ganas de volver a ver a todas esas personas y de propiciar el reencuentr­o entre ellas, porque muchas habían perdido el contacto. Fue algo que me llenó de verdadera satisfacci­ón.

“Mi primer desfile fue muy inocente. ¡Y todo lo que podía ir mal, acabó yendo mal!”

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De Nadja Auermann a Carolyn Murphy, el diseñador reunió sobre la pasarela a 54 modelos que habían trabajado para él desde 1993.
DESFILE 100 De Nadja Auermann a Carolyn Murphy, el diseñador reunió sobre la pasarela a 54 modelos que habían trabajado para él desde 1993.
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BELGA DE CULTO Van Noten saluda tras presentar su colección P/V 2017 en París.
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