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DE SEVILLA A LONDRES.

EL DISEÑADOR SEVILLANO Y DIRECTOR CREATIVO DE MULBERRY NOS DESVELA CÓMO HA REVITALIZA­DO UNO DE LOS SÍMBOLOS DE LA MODA BRITÁNICA. POR KAREN DACRE

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Hablamos con Johnny Coca, director creativo de Mulberry.

Johnny Coca no eligió la moda como carrera profesiona­l, lo hicieron sus hermanas por él. “De pequeño me encantaban los coches, los trenes y los aviones, pero ellas tenían otros planes para mí –recuerda sonriendo el diseñador sevillano, de 41 años–. Cuando tenía seis o siete años, me convencían para que les hiciera vestidos para sus “barbies”. Crecí en un entorno muy femenino”. Hoy, dos años después del inicio de su reinado como director creativo de Mulberry, el ritmo pausado y familiar de sus años de adolescenc­ia en la capital andaluza queda ya muy lejos de su vida en la “city” londinense. Su don para la moda se ha convertido en la herramient­a que ha servido para modernizar la marca de accesorios más deseada de Gran Bretaña. Tras una etapa iniciática en Louis Vuitton y, más tarde, en Céline (donde colaboró estrechame­nte con Michael Kors y Phoebe Philo), Coca llegó a Mulberry en tiempos turbulento­s, tras la salida abrupta de Emma Hill y cinco previsione­s negativas de beneficios a las que tenía que poner fin. Y lo hizo. Desde que desveló su primera colección en la Semana de la Moda de Londres, ha orquestado la reinvenció­n de la firma, con la renovación de su logo, la creación de una línea de ropa más asequible y la introducci­ón del “prêt-à-porter”, más acorde con el espíritu de estos tiempos. Y todo lo ha logrado con éxito.

UN “SPANIARD” EN LA CORTE DE LA MODA INGLESA

La entrevista tiene lugar en el cuartel general de Mulberry, en Londres, donde Coca prepara todas las coleccione­s “No suelo estresarme con estas cosas”, dice con un marcado acento andaluz. Sin embargo, sí se confiesa adicto al trabajo: vive a la vuelta de la esquina de su oficina y pasa casi todas sus horas de vigilia trabajando en nuevas ideas y conceptos para la marca.

Coca transmite una seguridad serena que parece haber educado desde pequeño. Dejó su Sevilla natal para estudiar arquitectu­ra en la prestigios­a École Boulle de París. “Si no se te daban bien los deportes y no querías trabajar en el campo, tu mejor opción era estudiar”, asegura. Determinac­ión no le ha faltado: consiguió su primer trabajo en Louis Vuitton llamando directamen­te a su consejero delegado, Yves Carcelle. “Simplement­e, levanté el teléfono y lo hice. Fue una coincidenc­ia, en cierto modo, porque no solo di con el número correcto, sino que su asistente personal no estaba en ese momento, así que un becario le pasó la llamada directamen­te”, recuerda. Lo siguiente fue una oferta de trabajo como diseñador, bajo la supervisió­n de Marc Jacobs. “Fue un momento bonito”, recuerda.

Hoy, sus retos pasan por explorar los límites que imponen las grandes casas a sus creativos para que los diseños mantengan la identidad de la marca. Coca sostiene que un elemento crucial para el éxito es poder trabajar con un sello personal: “Solo así el producto se hace fuerte”. Naturalmen­te, eso no quiere decir que sus planes impliquen dejar de lado la herencia icónica de Mulberry, sino abordarla con una mirada fresca: “No he venido para destrozar la marca”, puntualiza.

SENTIDO Y SENSIBILID­AD

A Coca, por ejemplo, no le gustaba el logotipo de Mulberry. Le parecía como el clima británico: un sombra grisácea y deprimente. “Era muy triste tener una marca con esa tradición de artesanía y repujado, y tener que usar ese logo gris. También me parecía una copia de lo que estaba haciendo todo el mundo. Así que intentamos modernizar­lo. El nuevo es más delicado y más británico, como del universo de Harry Potter”, asegura entre risas.

Y es precisamen­te esa visión de lo británico que aporta un español lo que hace importante su visión de Mulberry. “Me encantan el tartán, la falda escocesa y la cultura motera; para los británicos es algo normal, pero para mí es excitante, único”, reconoce. Sus palabras encajan con una estrategia de negocio encaminada a aumentar las ventas de la marca más allá del Reino Unido. “Al igual que sucede con Hermès en Francia o con Delvaux en Bélgica, Mulberry forma parte del legado de Gran Bretaña. Pero si preguntas a gente de fuera, apenas conocen sus orígenes. Yo veo mucho potencial en esa circunstan­cia. Somos fuertes en el Reino Unido, y quiero que lo seamos también en otros países”.

MÁS ALLÁ DEL BREXIT

¿Complica las cosas la decisión británica de salir de la Unión Europea? “La vida es difícil, todos los países tienen problemas –responde–. Para mí, esto significa que es más importante que nunca defender la imagen de Gran Bretaña en el extranjero”. Y, por lo tanto, salvaguard­ar la posición de Mulberry como fabricante británico.

La firma cuenta actualment­e con dos fábricas en Reino Unido y emplea a más de 600 artesanos, que fabrican el 55% de sus productos. A Coca le gustaría que esa cifra aumentara, sobre todo cuando otras fábricas del Reino Unido están cerrando. Cuidar la relación con sus fábricas y sus trabajador­es le permite mejorar la cultura corporativ­a de Mulberry y modificar su estructura de precios. “Queremos dar a nuestro clientes la libertad de elegir lo que les funciona según su estilo de vida”, explica. En sus coleccione­s continúa habiendo guiños al pasado, en objetos como el Bayswater –un bolso icónico que ha sido actualizad­o bajo el ojo atento de Coca– y en el valor que otorga la firma a sus tejidos de siempre, pero los detalles “monos” y los acuerdos con famosos que caracteriz­aron los cinco años de Emma Hill como directora creativa han sido prácticame­nte erradicado­s.

Ese último es otro de los signos que apuntan el exitoso cambio estratégic­o en Mulberry. La firma llegó a poner el nombre de Alexa Chung a uno de sus bolsos y a pagarle a Kate Moss para que estuviera en primera fila en sus desfiles. “Claro que los famosos son importante­s para cualquier marca, pero no es una cuestión de dinero. No voy a pagar a nadie para que lleve uno de nuestros bolsos”, mantiene Coca con rotundidad. “Me gusta ver a chicas con nuestros productos, pero necesito percibir que es a ellas a las que les encanta llevarlos”. Y parece que lo está consiguien­do.

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VERANO 2017 La innovación, sin perder el sello “british”, marca esta propuesta.
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NUEVO EMBLEMA Coca ha creado todo un nuevo sello distintivo para la marca a partir de las rayas “apijamadas” de sus diseños (zapatos incluidos).
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