En la kasbah
LO ORIENTAL SE INTERPRETA COMO UN CRISOL DE ARTESANÍAS, TOSCO Y SUNTUOSO, ENTRE EL DESIERTO Y EL HARÉN.
La idea de lo árabe esta temporada se compone a modo de un “patchwork” referencial. Retazos de distintas tradiciones artesanas del Magreb, de telas naturales, motivos geométricos, texturas que oscilan entre la lana y la seda, y colores que mezclan lo terroso y lo llamativo. Se plantea en dos líneas claras: a modo de superposiciones, buscando ocultar el cuerpo y fomentar la sensación de poder ser anónima –mirar sin ser vista– en medio de un zoco, como hace Etro, pero también Acne, Cavalli o incluso Gaultier. O por antítesis: ampliando su sensualidad, con zonas del cuerpo (piernas, hombros) descubiertas, buscando esa carnalidad liberadora del harén; a eso aluden Balmain, Gareth Pug, Barbara Bui y algunos diseñadores de alta costura, con Elie Saab a la cabeza. Lo árabe reina en los complementos recargados, con flecos, pompones y piedras toscamente talladas, al modo bizantino, y también en los trenzados del calzado,. Y salta al hogar: es tendencia la decoración con motivos mudéjares. Lo incorporan suelos de baldosa hidráulica, telas y tapizados. Además se comenta y se compra obra de pintores contemporáneos de origen egipcio o magrebí. El mobiliario artesanal se busca a la vez áspero y suntuoso, de materiales nobles y sin tratar, que mezcle dorados con cestería, maderas y coloristas lanas naturales.