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LA NUEVA VIDA DE SAUNDERS.

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Hablamos con el diseñador escocés Jonathan Saunders, director creativo de Diane von Furstenber­g.

LLEVA AñO Y MEDIO AL FRENTE DE LA DIRECCIóN CREATIVA DE DIANE

“ESTOY MUY

VON FURSTENBER­G Y SU LLEGADA HA SIDO COMO UN SOPLO DE AIRE

ORGULLOSO

FRESCO, LA RENOVACIóN QUE TANTO ESPERABA LA FUNDADORA DE

DE LO QUE HEMOS

UNA MíTICA FIRMA QUE CUMPLE 45 AñOS DE HISTORIA. POR G.P.

CONSEGUIDO”

A principios de 2016, unos meses antes de cumplir los 70 años, Diane von Furstenber­g decidió pasar página y entregar el testigo de sus 45 años dedicados al estresante negocio de la moda para dedicarse a la filantropí­a, su otra gran vocación. Jonathan Saunders, un escocés de 39 años, nacido en Glasgow y graduado en la Central Saint Martins londinense, fue entonces el elegido para el relevo. Y la decisión la tomó personalme­nte Diane: “Ella quería a alguien que tomara una nueva dirección, alguien a quien respetara”, reconoce el nuevo director creativo de la icónica firma. La llamada no pudo llegarle en mejor momento a este escocés a quien sus padres, testigos de Jehová, solo imaginaban trabajando como carpintero. Saunders atravesaba una depresión de la que no le gusta hablar. A finales de 2015 había tenido que cerrar su empresa después de 12 años. “Por motivos personales”, fue la escueta explicació­n que dio entonces. Así que la propuesta le abría una nueva ventana tras el doloroso cierre de esa puerta. En mayo de 2016, cruzó el Atlántico y aterrizó en el centro de operacione­s de Diane von Furstenber­g, en el Meatpackin­g District de Nueva York, un estimulant­e edificio de hormigón y cristal en una zona llena de energía, divertida, un barrio “arty” y libre, como aquellos donde siempre le ha gustado vivir a la enérgica creadora belga. Saunders llegó, vio y lo cambió todo: la línea de las coleccione­s (aunque mantiene ese espíritu de sensualida­d con un toque excéntrico tan caracterís­tico de la firma), el logotipo, la decoración de las tiendas, la página web, los colaborado­res... Una transforma­ción de pies a cabeza. Un nuevo rumbo, pero también un riesgo importante para una empresa que tiene 148 tiendas en el mundo (acaba de abrir en Madrid) y que factura unos 500 millones de dólares al año, según el portal sectorial The Business of Fashion.

AUTONOMÍA

Pero el diseñador se rodeó de colaborado­res fiables, rigurosos, a los que ya conocía y que habían demostrado su valía en otras firmas de éxito, como Victoria Beckham o Marc Jacobs. Y la jugada está teniendo los resultados deseados, tanto a nivel de ventas como a escala mediática. “Estoy muy orgulloso con lo que el equipo y yo mismo hemos conseguido”, asegura. “Es muy importante tener autonomía a la hora de tomar las decisiones creativas”, reconoce Saunders, que mantiene una estrecha relación con von Furstenber­g. De hecho, la diseñadora tiene un apartament­o justo encima de la oficina de su firma. “Diane fue muy abierta en ese sentido, porque confíaba en mi respeto hacia el carácter distintivo y los valores que ha creado desde que fundó la marca”. El trabajo de Saunders tiene dos ejes, igual que los tuvo el de von Furstenber­g en su época dorada: la fuerza de sus estampados y el atrevido uso del color. Si los “wrap dresses”, esos icónicos vestidos cruzados de Diane, causaron sensación en los años 70, las osadas combinacio­nes de estampados de Saunders calan en las coleccione­s de otras firmas. Junto con Christophe­r Kane y Roksanda Llincic, Jonathan Saunders forma parte de la generación de creadores con los que Louise Willson (1962-2014), profesora de la Central Saint Martins, consiguió revitaliza­r la entonces lánguida semana de la moda de Londres a mediados de la década de los 2000. Pero el escocés tuvo que superar muchos obstáculos antes de demostrar su talento y alcanzar su sueño. Además de la oposición de su familia, cuando llegó a Londres las cosas no fueron fáciles: “Saint Martins estaba llena de gente “cool”. Me sentí muy fuera de lugar. La persona con la que estudié y trabajé cuando llegué fue el diseñador Richard Nicoll, que era la persona más “cool” del mundo y conocía a todo aquel que entonces era alguien. Siempre he estado en deuda con él y estará para siempre en mi corazón”, asegura.

LA BESTIA

En cuanto presentó su colección de graduación en Saint Martins, Saunders empezó a colaborar con Alexander McQueen diseñando tejidos y estampados, hasta que en 2003 presentó su primera colección en la London Fashion Week y su propia firma, aunque en parelelo colaboraba como “freelance” con otras marcas. Sin embargo, a finales de 2015, la aventura llegó a su fin. “Cuando tienes tu propia empresa, te entregas. Es una bestia que se convierte en lo más importante de tu vida, puede acabar con tu relación, arruinar tus amistades... Pero no te puedes imaginar haciendo otra cosa en la vida. Así que, cuando ocurrió, la verdad es que me deprimí”, confiesa. Pocos meses después, en mayo del pasado año, decía adiós a Londres y hola a Nueva York, un camino muy poco frecuentad­o hasta hace poco tiempo por los diseñadore­s europeos pero que últimament­e también han tomado Stuart Vevers (Coach) y Raf Simons (Calvin Klein). “Siempre me gustó Nueva York, pero nunca me había imaginado viviendo aquí”, dice feliz en la Gran Manzana.

“Diane von Furstenber­g confiaba en mi respeto hacia los valores que ella ha creado desde que fundó su marca”

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