ABC - Mujer Hoy

Una novela deconstrui­da

- JULIA NAVARRO www.mujerhoy.com www.julianavar­ro.com

NNO SÉ SI LES HE CONTADO que llevo varios meses leyendo guiones basados en una de mis novelas para una serie de televisión. Y no crean, eso de preparar una serie es más complicado de lo que pensaba. Es más, si no fuera por la ilusión, el talento y el empeño contagioso del productor, José Manuel Lorenzo, creo que hace tiempo me habría plantado diciendo aquello de: “Que paren, que me bajo”. Claro que lo incomprens­ible es que no se haya rendido José Manuel, con todos los inconvenie­ntes que pongo. En realidad, llevo francament­e mal que otros reinterpre­ten a mis personajes y lo que he querido contar.

Al parecer, adaptar un libro para la tele o el cine consiste en reescribir­lo. Y no solo no lo entiendo; me rebelo ante ello. Los guionistas se asemejan a los cocineros de esa nueva cocina que consiste, dicen, en deconstrui­r los alimentos. En una ocasión probé la tortilla de patatas deconstrui­da y no me gustó. En aquel brebaje había huevo y patata, pero se necesitaba mucha imaginació­n para encontrarl­e algún parecido con la tortilla de patata.

El proceso con la adaptación de mi novela ha sufrido algún que otro avatar, precisamen­te por mis diferencia­s con el primer equipo de guionistas, que no es que la deconstruy­eran, es que la destrozaro­n con escenitas eróticas sin ton ni son, amén de la recurrente escena de la chica metida en un bañera. Con el nuevo equipo me entiendo mucho mejor, sobre todo porque aprecio el esfuerzo que intentan hacer para no deconstrui­r en exceso mi texto.

NO OBSTANTE,

mantenemos un tira y afloja amable. Uno de mis últimos desencuent­ros, amable también, tiene que ver –¡otra vez!– con la chica en la bañera. Ellos, erre que erre, que les viene muy bien para una escena; y yo, más erre que erre, con que en mi novela no hay escenas de bañera y lo que mi personaje hace y dice nunca transcurre en el cuarto de baño. Hasta ahora no me han dado ninguna razón convincent­e para que acceda.

No soy una mojigata, pero no comprendo por qué en el imaginario masculino tiene tanto arraigo la mujer en remojo, con un pie apuntando hacia fuera y el cabello envuelto en una toalla. La hemos visto en tantas películas que es todo un clásico. Da lo mismo que la película sea de culto o comercial; a poco que puedan, los guionistas y los directores meten a las actrices en la bañera. Sin embargo, no habrán visto ninguna película donde aparezca un caballero de igual guisa, envuelto en espuma y con la punta del pie asomando. A lo sumo, les sacan de espaldas en la ducha

Quienes hayan leído mis novelas saben que en ninguna hay personajes metidos en bañeras. No necesito una bañera de por medio para contar una historia. Y no sé a ustedes, pero a mí me irritan las películas que incluyen ese truco ridículo para justificar la exhibición del cuerpo femenino como atracción para los espectador­es. Ni más ni menos.

Ya les iré contando cómo va la “operación deconstruc­ción” de la novela. ●

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