ABC - Mujer Hoy

ESTAMOS BUSCANDO CASA

- PALOMA BRAVO, periodista y escritora

Se nos había olvidado que vencía el contrato de alquiler. Se nos olvida casi todo, pero al casero le resbala nuestra memoria gaseosa. Nos echa. “Somos cinco, y la perra”, suplico. Le da igual. “Habéis sido unos inquilinos majos. Os doy dos meses”.

Dice “os” porque el contrato de alquiler lo firmamos Pablo y yo, pero Pablo ignora ese plural y delega en mí la angustia de la búsqueda. Reubicar una familia grande en esta ciudad airbnbizad­a es una utopía. “Peor es emigrar”, me dice. “Problemas del primer mundo”, insiste cuando me quejo. “¿Quieres que nos mudemos al otro?”, contesto. Y sí, me pongo un poco borde cuando necesito solucionar lo urgente y me habla de lo importante.

Menos mal que mi madre y mi amiga Sara se enganchan conmigo a pisos.com. “Me siento como si esnifara pegamento. Vivo pegada a las alertas. ¡Soy adicta…!”, confiesa mi madre. Sara, más fría, rebaja mis exigencias y me empuja hacia la realidad: “La casa que puedes pagar está fuera, fuera de las afueras”.

Pablo se niega. Practica la resistenci­a pasiva, dice a todo que no, pero no ayuda a encontrar el sí. “Es fácil: una casa como la que tenemos. Buena, bonita, barata…”. Y me manda a mí de avanzadill­a en las visitas porque, total, yo tengo más tiempo: solo trabajo y escribo; solo soy pareja, madre, hija y amiga. “Es que yo soy autónomo y no tengo horario”.

El caso es que todos los días, a la hora de comer, quedo a ver pisos. Voy conociendo a Ana, a Cata, a Pilar... Agentes inmobiliar­ias que me escuchan y me dicen que tengo razón, que ese piso no vale lo que piden y que el mercado ha enloquecid­o. Les importa más lo que yo necesito comprar que lo que ellas necesitan venderme; y me cuentan sus vidas para que sepa que entienden la mía. Todas son mujeres solas. Separadas. Viudas. Madres. Guapas. Con toda la vida en la cara. No encontramo­s piso, pero guardo sus teléfonos.

Pasan las semanas. Colecciono mujeres que me gustan y rechazo pisos que me espantan. “¿Qué? ¿Cómo va?”, me pregunta Pablo cada noche. No hay pareja que resista una mudanza ni el alza del sector inmobiliar­io. “Igual redecoro mi vida en un estudio. Yo sola. Tendrás que regalar a la perra, que en esta ciudad ningún casero acepta animales”. Me ignora, y hace bien: a la perra no la dejo.“¿Y si nos vamos al campo?”, propone en modo hippy converso. Levanto la mirada del WhatsApp en el que se acumulan cumpleaños y extraescol­ares, y tengo una idea perversa: añado el móvil de Pablo al chat del cole y borro el mío. Pablo mira su teléfono espantado. “Así conciliamo­s, amor, en primera persona del plural”. Continuará… Aunque lo que no sé es dónde. ●

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain