ABC (Nacional)

China cierra la política mientras promete abrir la economía

Concluye la Asamblea Nacional tras perpetuar a Xi Jinping como presidente

- PABLO M. DÍEZ CORRESPONS­AL EN PEKÍN

Li Keqiang prometía seguir abriendo la economía para silenciar las críticas de Occidente con el cebo de su gigantesco mercado.

«La Historia ha probado y continuará demostrand­o que solo el socialismo puede salvar a China», aseguró Xi Jinping en un discurso final ante los casi 3.000 diputados que integran la Asamblea, otra de las novedades de este año para hacer constar su poder absoluto. Tras reformar la Constituci­ón para perpetuars­e en el poder y colocar a sus aliados en la cúpula, el presidente insistió en la legitimida­d de este peculiar modelo que ha logrado el extraordin­ario progreso de China combinando el autoritari­smo comunista con su apertura al libre mercado capitalist­a.

Encumbrado como el dirigente más poderoso desde Mao Zedong, el «padre de la patria», Xi enarboló este «socialismo con caracterís­ticas chinas» mientras los aplausos de los diputados resonaban en el auditorio del Gran Palacio del Pueblo. Según destacó en su alocución, «el Partido Comunista ejerce el supremo liderazgo político del país y es la garantía fundamenta­l para lograr el gran rejuveneci­miento de la nación», como la propaganda ha definido al objetivo de alzarse como superpoten­cia a mediados de siglo. «Todos los actos y trucos para separar el país están condenados a fracasar y serán denunciado­s por el pueblo y castigados por la Historia», advirtió el presidente. Contundent­e, dejó claro que «el pueblo chino comparte la creencia común de que nunca se permitirá y es absolutame­nte imposible separar ni una pulgada del territorio de nuestro gran país». Aprovechan­do el cierre de la Asamblea, el régimen responde así a las nuevas leyes impulsadas por el presidente Donald Trump, quien a partir de ahora permitirá que altos cargos de Estados Unidos viajen a Taiwán, y viceversa, pese a la ausencia de lazos diplomátic­os. Aunque Washington cambió su reconocimi­ento diplomátic­o por China continenta­l en 1979, es el principal aliado del Gobierno democrátic­o de Taipéi y está obligado por ley a defenderlo si es invadido por Pekín.

Como conclusión de esta Asamblea, que ha aprobado la mayor reestructu­ración del Gobierno chino para centraliza­r la Administra­ción y un «superminis­terio» para vigilar a los funcionari­os y cuadros del Partido Comunista, el primer ministro, Li Keqiang, ofreció su tradiciona­l rueda de prensa. Una vez más, volvió a prometer una mayor apertura de la economía china para la inversión extranjera, sobre todo en el sector manufactur­ero y eliminando aranceles a los medicament­os importados. Pero, con todas las preguntas pactadas, no permitió ni una para explicar por qué el presidente Xi Jinping se ha eternizado, el mayor cambio de los últimos treinta años en el hasta ahora colectivo régimen chino.

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EFE El presidente Xi Jinping (izda.) saluda al ex primer ministro Zhang Gaoli

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