INTIMIDAD
La defensa de la intimidad de la personas será muy pronto una de las banderas de los partidos políticos que jueguen en democracia. Ya se encargan las tiranías de que ese paraíso –casi el único que nos queda— desaparezca. Eso sí será nueva política, y no el trasnochado discurso revanchista de la extrema izquierda, resucitada en los últimos tiempos por los perversos efectos de la crisis económica y la disrupción tecnológica. Es necesario rearmarse de nuevo en la salvaguarda de la vida privada, expuesta y espiada como nunca, en ocasiones de manera obscena, como consecuencia de una entrega sin prevención alguna de nuestros datos, rutinas, gustos o inclinaciones. Nuestra seguridad e intimidad están en peligro. Los últimos grandes ciberataques han comprometido a más de 4.500 millones de cuentas. Mientras algunos se empeñan en hacer política mirando al siglo pasado, muchos reclamamos la protección y preservación de nuestros derechos individuales, como lo es la privacidad de nuestras vidas. Porque no olvidemos que quien pierde la intimidad lo pierde todo.