NADA ES VERDAD Y TODO ES POSIBLE
racias a unos cuantos periódicos de calidad, esos a los que sistemáticamente Trump descalifica como «fake news», nos hemos enterado del escándalo de Facebook y de la tóxica mezcla que supone la minería de nuestro abundante rastro en internet con la propaganda política. Por eso, mucha gente todavía con capacidad intacta para el pensamiento crítico se ha vuelto a plantear si ha llegado el momento definitivo de cancelar todas sus cuentas en redes sociales para preservar su privacidad, su cordura y los pilares del orden democrático liberal.
Hasta este momento crítico se ha llegado al conocerse los manejos de la compañía Cambridge Analytica, especializada en el análisis de redes sociales y que presumía de haber llevado al trumpismo hasta la Casa Blanca. Su secreto: acceder a los datos generados por 50 millones de usuarios de Facebook a través de medios cuando menos cuestionables. Con todo ese tesoro pirata (compuesto por «likes», «updates» e incluso mensajes privados) ha sido posible crear una eficaz pero muy poco legítima herramienta para manipular a votantes.
Con ese ingente caudal de información arramplado de todo lo que somos capaces de compartir de forma consciente o inconsciente en Facebook, Cambridge Analytica ha sido capaz de identificar decisivos grupos de votantes, para los que ha diseñado a la medida campañas y anuncios dirigidos a estimular sus emociones. Sabiendo de antemano a qué tipo de mensajes sus audiencias en el punto de mira eran más susceptibles, dónde-cuándo iban a ser consumidos, y cuántas veces había que lanzarlos para obtener el resultado deseado.
Lo realmente preocupante de esta omnímoda maquinaria de propaganda es que su efectividad resulta irresistible en tiempos de posverdad. Esas circunstancias tan actuales y problemáticas, según la definición incorporada por el diccionario Oxford en 2016, «en las que los hechos objetivos influyen menos a la hora de modelar la opinión pública que los llamamientos a la emoción y la creencia personal».
Con toda esa proclividad a creerse que nada es verdad y todo es posible, la manipulación a escala digital es mucho más fácil de lo que parece.
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