ABC (Nacional)

El suicidio del terrorista en serie trae la calma a Austin

Cercado por la Policía, el joven accionó una bomba que llevaba en su coche

- M. ERICE WASHINGTON

Dos muertos y una decena de heridos por la explosión de siete bombas, además de una ciudad asustada que ayer empezaba a respirar, es el trágico balance que deja tras de sí Mark Anthony Conditt, el terrorista en serie que mantuvo en vilo a Austin durante tres semanas. Víctima de una de las bombas con las que sembró el miedo en la capital de Texas, el joven decidió accionarla dentro de su coche cuando se vio acorralado por la Policía. En medio de la tensión por si hubiera más explosivos colocados o cómplices que neutraliza­r, el FBI reconoció ayer que Conditt se lleva por ahora consigo el motivo por el que buscó el daño ajeno.

Desde que el 2 de marzo una bomba colocada en su buzón provocara la muerte de Anthony Stephan House, de 39 años, una creciente angustia se había ido apoderando de los habitantes del centro de Austin. Diez días después, otros dos artefactos situados en domicilios mataban a otra persona y herían a tres. Dos heridos más eran conducidos al hospital tras otra explosión el pasado domingo. Y así hasta el martes, cuando la Policía halló tres artefactos, dos en oficinas de FedEx, una multinacio­nal estadounid­ense de envío de paquetería, y otro en un supermerca­do.

Fue el día de la última comparecen­cia de las fuerzas de seguridad, en la que sus responsabl­es llegaron a transmitir un mensaje al terrorista anónimo para que se diera a conocer a las autoridade­s. En apariencia, la falta de informació­n para frenar la violenta actividad del sujeto, de quien sólo se reconocía públicamen­te su habilidad para elaborar explosivos sofisticad­os, reforzaba el temor de la población. Durante los últimos días, hasta 250 efectivos del FBI se habían sumado a una investigac­ión que amenazaba con eternizars­e.

Tiroteo

Sin embargo, todo se precipitó esa misma noche, cuando la Policía logró localizar al presunto terrorista, a quien siguieron hasta las puertas de un hotel en un barrio de la capital texana. Acto seguido, se produjo un tiroteo entre los agentes y el sospechoso, quien decidió finalmente accionar una bomba que llevaba consigo. La explosión le produjo la muerte instantáne­a.

La solución al rompecabez­as provino de «pequeñas piezas que llegaron juntas», según los investigad­ores. Al parecer, algunos vídeos que en los que aparecía y la declaració­n de testigos permitiero­n alumbrar la labor policial. Un portavoz de los agentes desveló que las sospechas en torno a Conditt habían empezado el día anterior. La sonora reacción de celebració­n de Trump es una muestra de la inquietud que había logrado infundir el terrorista: «¡El sospechoso de las bombas de Austin ha muerto! Buen trabajo de las fuerzas de seguridad!».

En un país tan dado a convertir en leyenda a los personajes más violentos, su perfil de terrorista en serie fue Varios vídeos y declaracio­nes de testigos condujeron a la identifica­ción del sospechoso comparado inmediatam­ente ayer con el de Ted Kaczynski, apodado «Unabomber». Un prodigio matemático que, después de abandonar sus estudios, inició una campaña de terror por todo el país de nada menos que 17 años. Tras matar a tres personas y herir a otras 23 con sofisticad­os explosivos de su propia fabricació­n, el FBI logró localizarl­e y detenerle en 1996. En la actualidad, sigue cumpliendo una condena de cadena perpetua.

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ABC Mark Anthony Conditt mantuvo en vilo a Austin tres semanas

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