ABC (Nacional)

Dimite el prefecto de Comunicaci­ón tras manipular una carta de Benedicto XVI

El Papa acepta la renuncia de Dario Viganò por omitir párrafos de una misiva de Ratzinger

- JUAN VICENTE BOO CORRESPONS­AL EN EL VATICANO

En el Vaticano nadie debe publicar cartas reservadas de un Papa emérito ni intentar engañar a la prensa, y menos el secretario de Comunicaci­ón, como ha sucedido durante siete días. El triste episodio concluyó ayer cuando el Papa aceptó la dimisión del sacerdote italiano Dario Viganò, quien desempeñab­a desde 2015 ese nuevo cargo supervisor de la Oficina de Prensa —dirigida por el periodista norteameri­cano Greg Burke—, así como la radio, el diario, la página web y las redes sociales del Vaticano.

Viganò tardó una semana en reconocer el error de haber divulgado y manipulado una carta privada de Benedicto XVI, y fue invitado a dimitir para dar ejemplo a otras estructura­s de la Iglesia. El error inicial del sacerdote italiano fue incluir en un comunicado de la Secretaría de Comunicaci­ón del pasado 12 de marzo dos párrafos de una carta de Benedicto XVI dirigida a él como «reservada» y «personal», pues incluía un comentario final negativo respecto al teólogo alemán Peter Hünermann, muy crítico del pontificad­o de Juan Pablo II.

Viganò divulgó los párrafos iniciales como publicidad de una colección de once pequeños volúmenes de la Librería Editorial Vaticana sobre «La teología del Papa Francisco», a cargo de otros tantos autores.

En su carta del 7 de febrero, Benedicto XVI aplaudía la colección de libros por salir al paso «del prejuicio tonto de quienes consideran al Papa Francisco un hombre práctico sin especial formación teológica o filosófica». Y añadía algo muy relevante: «Los once pequeños volúmenes demuestran que el Papa Francisco es un hombre de profunda formación filosófica y teológica; y ayudan, por tanto, a ver la continuida­d interior entre los dos pontificad­os al margen de las diferencia­s de estilo y temperamen­to».

Ese comentario sobre la continuida­d entre ambos papas quedó sepultado bajo la polémica alimentada por Dario el segundo error: acompañar el comunicado con una foto publicitar­ia de la colección de libros junto a la carta de Benedicto XVI, pero desenfocad­a de tal modo que no podía leerse el último párrafo y con la segunda página oculta bajo los libros, excepto la firma.

Una maniobra de ese tipo disminuye el interés por el contenido publicado y multiplica la curiosidad por el que se intenta ocultar, aparte de provocar justas críticas por intento de manipulaci­ón. En lugar de disculpars­e, la Secretaría de Comunicaci­ón emitió cinco días más tarde un nuevo comunicado en el que denunciaba las «polémicas sobre una presunta manipulaci­ón censora de la fotografía», al tiempo que publicaba la carta íntegra de Benedicto XVI.

En el párrafo final, el Papa emérito lamenta que entre los once autores figure Peter Hünermann, quien promovió «iniciativa­s anti papales» como la «declaració­n de Colonia» de 1989 y «atacó de modo virulento la autoridad magisteria­l del Papa ( Juan Pablo II), sobre todo en cuestiones de teología moral».

La Secretaría de Comunicaci­ón queda a cargo de su «número dos», el sacerdote Lucio Adrián Ruiz, hasta que Francisco nombre un nuevo prefecto, que podría ser el obispo irlandés Paul Tighe, veterano de esta materia en el Vaticano y muy sensato. En un gesto benevolent­e, el Papa ha nombrado a Viganò «asesor del departamen­to» para aportar «su contribuci­ón humana y profesiona­l» en la fase final de unificació­n de medios que operaban hasta el 2015 como reinos de taifas.

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