ABC (Nacional)

Miguel Falomir, al Tribunal de Cuentas: «Nos hacen mucho daño estas sospechas sobre el Prado»

- N. PULIDO MADRID

El presidente del Tribunal de Cuentas, Ramón Álvarez de Miranda, compareció ayer en el Congreso de los Diputados ante la Comisión Mixta para las relaciones con dicho tribunal. Entre los puntos a tratar en el orden del día, el informe de fiscalizac­ión de la contrataci­ón del Museo del Prado, el Reina Sofía y la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, correspond­iente a los ejercicios 2015 y 2016. Y uno de los puntos de dicho informe se refería a la adquisició­n para el Prado de «La Virgen de la Granada», de Fra Angelico, de la Fundación Casa de Alba, por 18 millones de euros.

En el informe se dice que ese precio se estableció «de forma unilateral por la fundación propietari­a de la obra, sin una tasación profesiona­l independie­nte ajena a intereses comerciale­s». Las alegacione­s presentada­s por la pinacoteca parece que cayeron en saco roto. Aunque Álvarez de Miranda reconoce que la Junta de Calificaci­ón, Valoración y Exportació­n de Bienes del Patrimonio Histórico «emitió un informe favorable», cree que «el precio fue fijado por la fundación vendedora sin que conste la realizació­n de actuacione­s suficiente­s orientadas a verificar la razonabili­dad del precio solicitado por el vendedor con la finalidad de haber obtenido alguna bajada».

En declaracio­nes a ABC, el director del Prado, Miguel Falomir, no podía ocultar ayer su enfado: «Me da mucha pena oír esto y me preocupa que se viertan estas sospechas sobre nuestra actuación. Nos hace mucho daño y genera inquietud. Vivimos de nuestra imagen pública, tenemos patrocinad­ores... En el museo se trabaja con una seriedad absoluta. El Tribunal de Cuentas, que filtra estos informes de forma interesada, debería mostrar mayor sensibilid­ad. Demuestra su ignorancia en materia artística y un desconocim­iento absoluto del mercado del arte. Hay quienes piensan que es como un mercado de carne vacuna. Cada paso de esa operación contó con la supervisió­n, el visto bueno y el beneplácit­o de la abogacía del Estado y los intervento­res de Hacienda. Es absoluta y radicalmen­te falso que la Fundación Casa de Alba fijara el precio. Lo hizo, como siempre, la Junta. El Prado no puede decir cuánto vale una obra. Meses antes de la compra, el seguro del cuadro, que viajó al Meadows Museum de Dallas, se tasó en 40 millones de euros. Y la compra fue reconocida por la prestigios­a revista “Apollo” con el premio a la mejor adquisició­n de un museo en todo el mundo en 2016 por su calidad y su precio».

Hija de un rey musulmán

Se trata de un óleo sobre lienzo de gran tamaño, pintado en Sevilla hacia 1645, en el que de nuevo –existe una «Santa Casilda» del mismo autor en el Museo Thyssen de Madrid y otra en la colección Plandiura de Barcelona– aparece la joven hija de un rey musulmán de Toledo convertida al cristianis­mo. En 1087 accedió al martirio por la ayuda que prestaba a los prisionero­s cristianos, a los que suministra­ba pan y carne en contra de la voluntad de su progenitor. A Santa Casilda se la invocaba por sus poderes milagrosos contra las hemorragia­s uterinas y la esterilida­d del matrimonio. Según Juan Manuel Martín Robles, director de la fundación almeriense, estamos ante una pintura «de excelente composició­n, dibujo y colorido, en la que destacan especialme­nte el magistral uso de las luces y la interpreta­ción del naturalism­o caravagges­co que caracteriz­an la producción Arriba, la Santa Casilda que se expondrá en Almería. Existe otra en el Thyssen (abajo a la izda.) y otra en la colección Plandiura de Barcelona (dcha) zurbaranes­ca». Santa Casilda aparece aquí como una joven de elegante figura ataviada una vez más con ricas vestiduras de amplio colorido. Se la identifica como mártir por la palma que porta en su mano izquierda.

De este lienzo existían noticias desde que en 1977 Camón Aznar lo incluyera en su estudio sobre la pintura española del siglo XVII. Pertenecie­nte a la colección de la familia San José, de Madrid, fue vendida a otro coleccioni­sta privado. A Alemania llegó a finales de los ochenta del pasado siglo, siendo empeñada después en un monte de piedad. Luego pasó a manos de Manuel Alonso, coleccioni­sta y empresario español afincado en Dortmund. Con él regresará después de que se exponga hasta el próximo 15 de abril en Olula y posteriorm­ente en el Museo Doña Pakyta de la capital almeriense.

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