EUROPA SE DEFIENDE DESDE LA UNIDAD
SOMETIDA a tensiones superpuestas, la situación internacional resulta cada vez más inestable, y nadie mejor que los europeos para darse cuenta de su fragilidad desde todos los puntos de vista. Aunque finalmente el presidente norteamericano, Donald Trump, abogue por la exención de pagos de aranceles para el acero y el aluminio europeos, las consecuencias de la decisión de señalar a China como responsable del exceso de producción siderúrgica va a tener consecuencias en el comercio que, inevitablemente, se dejarán sentir en todo el planeta. Es muy probable que se haya evitado una guerra comercial directa, pero que, al mismo tiempo, se haya puesto en marcha una tormenta que va a enrarecer el ambiente en el comercio internacional.
El único aspecto positivo de esta crisis es que los europeos han sido capaces de mantener la unidad en sus filas y de proyectarse en el exterior como un actor único, y no como veintiocho países separados, que hubiera sido la forma más sencilla y torpe de agitar las tentaciones nacionalistas y disgregadoras. Incluso el Reino Unido ha entendido –probablemente demasiado tarde– el valor de esa unidad, aplicada también al respaldo recibido en Bruselas por parte de los demás socios comunitarios ante el ataque del que ha sido objeto en Salisbury, y del que todos señalan a Rusia como responsable.
La UE es una construcción imperfecta y frágil, pero también nuestra única posibilidad de sobrevivir y de defender nuestros valores democráticos y liberales. El valor de la unidad y la solidaridad dentro del club comunitario es esencial. No se trata de unos cuantos millones de más o de menos en fondos estructurales, sino de nuestra supervivencia en el mundo globalizado.