Un merecido homenaje
La donostiarra librería Lagun recibió un merecido homenaje en su 50 aniversario; el ministro de Cultura le otorgó la Placa de Honor de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.
Su fundadora, María Teresa Castells, no ha podido verlo, pues murió el año pasado. Era esposa de José Ramón Recalde, víctima de ETA como es sabido –o como debiera saberse–.
Es una proeza que algo dure 50 años y más una librería. Lagun añade el mérito de haber atravesado circunstancias difíciles. Cerraron la tienda en protesta por las ejecuciones de Franco y la mantuvieron abierta contra las órdenes de ETA.
Con la habitual tendencia a la simetría y el redondeo, algunos han hablado de una librería contra «los totalitarismos».
Durante el dictatorial franquismo las denuncias e incluso la prisión fueron por causa de respetables e incluso admirables posturas políticas. Gustavo Bueno contó a este periódico cómo en los años más duros del régimen los libros se encontraban, llegaban si uno los buscaba. Así manejaba él un ejemplar de Wittgenstein que pudo enseñarle a Tierno Galván, después experto.
El aparato burocrático de censura e intervención cultural era aberrante, pero no del todo eficaz, si hemos de fijarnos en la cantidad de antifranquistas perfectamente constituidos que vieron morir el franquismo. El periodista Enrique de Aguinaga –al que Umbral, por cierto, quería «depurar» en 1983– conserva las galeradas de un revelador ejemplo de censura. Cuando Franco escribía sobre política internacional usaba el seudónimo Macaulay, y un día presentó con esa firma en el «Arriba» un artículo en defensa del laborismo inglés. Como tal cosa no entraba en lo previsto, el censor de guardia tachó resuelto un par de párrafos. Las opiniones de Franco eran subversivas para el franquismo.
Lagun fue fundada en el 68 y a su trastienda fueron llegando los libros que alimentaron a una generación de lectores e intelectuales. Al llegar la Transición padecieron una hostilidad distinta: algún ataque ultra y luego el sostenido hostigamiento de ETA, que obligó a un cambio de emplazamiento.
Larga vida a Lagun ahora que las librerías se extinguen por otras causas. ¿Perdurarán en el futuro? ¿Se enfrentarán a alguna otra censura, quizás distinta, menos detectable?