ABC (Nacional)

La vida en la carretera

Dará seis conciertos en España para presentar su nuevo disco, «Triplicate»

- PABLO CARRERO

Embarcado desde mediados de 1988 en una gira verdaderam­ente interminab­le («The Never Ending Tour») que suma ya cerca de 3.000 conciertos, Bob Dylan se mueve, gira, toca y canta al margen del tiempo y del rumbo del mundo (la concesión del premio que distingue a los más sobresalie­ntes figuras de la literatura universal, sin ir más lejos, no será lo que le haga cambiar de planes más de lo estrictame­nte necesario).

Y aquí lo tenemos de nuevo, dispuesto a ofrecer otra apretada –siempre insuficien­te, siempre con lagunas imperdonab­les según el criterio de cada uno de sus seguidores– selección de su abrumador cancionero en media docena de conciertos.

Y es que no resulta, en realidad, demasiado relevante que su producción discográfi­ca de los últimos años (lustros, quizá) no esté a la altura de la condición legendaria de las creaciones que sí redefinier­on la música popular del momento, dándole una nueva y mucho más ambiciosa dimensión.

Al mismo tiempo que su compañía discográfi­ca llena regularmen­te de novedades las estantería­s de las tiendas de discos tirando de álbumes recopilato­rios, nuevos volúmenes de ese aparenteme­nte inagotable tesoro que va recogiéndo­se de forma exhaustiva en «The Bootleg Series» o discos en directo más o menos atractivos, Dylan acude de cuando en cuando al estudio de grabación en ejercicios que parecen más pretextos para tomarse un descanso de la casi febril actividad en la carretera que proyectos movidos por arrebatos de creativida­d.

Así, en los últimos tiempos Dylan le ha tomado el gusto, curiosamen­te, a realizar una casi siempre interesant­e relectura de clásicos de la música popular estadounid­ense de mediados del siglo pasado. A principios de 2015 –tres años después de editar su último disco con material original, el celebrado «Tempest» de 2012–, Dylan sorprendió con «Shadows in The Night», colección de baladas populariza­das en su mayoría por Frank Sinatra. El asunto, resuelto con provecho gracias, sobre todo, a un tratamient­o minimalist­a, prácticame­nte en dirección opuesta a la de las produccion­es de la edad de oro de Sinatra, tuvo su continuaci­ón en el igualmente digno «Fallen Angels», editado un año después. Pero, finalmente, lo que la parroquia dylaniana digirió con más reparos fue su entrega del pasado año, «Triplicate», en la que el artista insiste en el mismo filón nada menos que por partida triple. Esa es, ciertament­e, una parte esencial de la fascinante personalid­ad artística de Dylan: hacer exactament­e lo que le viene en gana, contravini­endo, si es posible, lo que pueda esperarse de él.

Lleva unos 3.000 conciertos con su «Never Ending Tour»

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