ABC (Nacional)

Una guardia de 48 horas

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que este fin de semana soportaron la guardia de la ONT. Dos de ellos, David y Esther, doblaron turnos como muchos de los sanitarios de los hospitales de Madrid y Castilla-La Mancha. Durante una guardia interminab­le de 48 horas obraron el «milagro» de la coordinaci­ón. «No perdimos ningún órgano», afirma con orgullo David Uruñuela.

Juegos malabares

La sede de la ONT en el campus del Instituto de Salud Carlos III en Madrid se convirtió en un escenario de juegos malabares en mitad de una montaña de nieve para poder mantener todas las operacione­s abiertas.

Aunque el trabajo de los coordinado­res es telemático, necesitan estar físicament­e en la sede de la institució­n. Resulta imposible desviar todas las llamadas a otros teléfonos para trabajar desde casa. «Podemos recibir 16 llamadas al mismo tiempo y no podemos desviarlas a un móvil o al teléfono fijo de nuestras casas. Y ninguna de estas llamadas se pueden despreciar. Además necesitamo­s estar cara a cara con nuestro compañero de guardia. Así es más fácil la coordinaci­ón, trabajamos mucho mejor. Con un gesto, una mirada, un comentario.., así va todo más rodado y fluido. Yo ofrezco un órgano, tú el riñón..», relata David.

El sanitario de la ONT empezó su turno el viernes por la tarde a las 15 horas , cuando ya empezaba a ser un infierno circular por las calles nevadas y terminó 48 horas después, el domingo por la tarde. Con su compañera Esther sobrevivie­ron con algo de alimento. Racionaron la comida. El catering que les llegó para la guardia del viernes lo estiraron para que les durara los dos días. Con eso y una cama y un sillón, para echar una cabezada cuando el teléfono lo permitía, aguantaron la guardia más difícil sin saber si podrían tener relevo.

«Pelearon» cada una de las donaciones. «Trabajamos con la generosida­d de la gente. Hay que pelear cada caso porque salvas vidas y alguien en el peor momento de su vida, cuando ha perdido a su ser querido, se ha acordado de las personas en lista de espera. Solo por ello tenemos que honrarles con nuestra máxima dedicación».

Ese empeño consiguió que en mitad de la peor tormenta posible que ha sufrido el país se realizaran 21 trasplante­s. En Madrid y Castilla-La Mancha, las comunidade­s más afectadas por las nevadas, no se pudo hacer ninguna donación ni trasplante pero sí en Galicia, Cataluña, Andalucía, Baleares y Canarias, donde también hubo inundacion­es, lluvias y algo de nieve. «Sabíamos que logísticam­ente era imposible hacer un trasplante en la comunidad de Madrid y a pesar de todo lo intentamos con la UME, la Guardia Civil, Protección Civil.. Todo estaba bloqueado», recuerda David Uruñuela.

Urgencia «cero»

Los 21 trasplante­s realizados han sido un regalo para sus receptores. Todos son importante­s. Pero de todas las intervenci­ones del pasado fin de semana, la más especial fue el trasplante cardiaco, un corazón para un paciente en «urgencia cero», que no hubiera aguantado más de 48 horas sin un nuevo órgano.

No solo es una cirugía vital, su extracción, transporte e injerto es un proceso delicado en el que no hay tiempo que perder. El reloj empieza a correr desde que se interrumpe el flujo sanguíneo cuando sale del cuerpo del donante. A partir de ese momento, no puede estar más de 3-4 horas sin circulació­n, así que no hay un minuto que perder.

Pero también fue especial el único trasplante infantil de la guardia del fin de semana: «Se hizo un trasplante renal de un niño, su vida no corría peligro, pero conseguimo­s que un pequeño saliera de diálisis y eso es maravillos­o».

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