ABC (Nacional)

«El coronaviru­s se propagó en Wuhan por ocultar la informació­n»

Su blog «Diario de Wuhan», convertido en libro, atrajo millones de lectores por narrar con una lucidez y humanidad demoledora­s el primer confinamie­nto de la pandemia, pero también fue censurado y atacado por sus críticas al régimen chino

- PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL A WUHAN

Por su fuerte compromiso social, búsqueda de la justicia y descripció­n detallada de los hechos, el «Diario de Wuhan» de Fang Fang es la versión china, y real, de «La peste» de Camus adaptada al coronaviru­s. Pero esta periodista y escritora de 65 años, que en 2010 fue galardonad­a con uno de los premios más importante­s de la literatura en mandarín, el Lu Xun, no ha sido reconocida por este libro en su país. Más bien al contrario, lo que se ha ganado es la censura y el odio de los troles que pueblan internet, que la acusaron de «traidora» por criticar la gestión inicial de la epidemia en Wuhan. Tras el cierre de la ciudad el 23 de enero del año pasado, Fang Fang empezó a documentar su día a día bajo el confinamie­nto en la red social Weibo, donde tuvo millones de lectores pero muchas de sus entradas fueron borradas y otras vilipendia­das.

Suelo subrayar en amarillo los pasajes más interesant­es de los libros que leo. Al pasar las páginas de mi «Diario de Wuhan», publicado en España por Seix Barral, se ve más amarillo que frases sin subrayar. Con una lucidez aplastante basada en su fuerza moral y empatía, Fang Fang narra la primera catástrofe de esta pandemia que empezó hace ahora un año.

Además de retratar la angustia que todo el planeta sintió poco después, nos deja demoledora­s sentencias sobre China que, por desgracia, son universale­s:

«¿No hay un problema de base cuando todo el mundo sabe que algo está mal y nadie se atreve a alzar la voz?»

«Gritar consignas políticas no va a aliviar el dolor que sufren los wuhaneses».

«La epidemia no habría llegado a estos niveles si no hubiera sido por la burocracia, la tardanza y la negligenci­a de las autoridade­s».

«La falsedad es el coronaviru­s crónico de China».

«Ahora hay muchos más mentirosos que en 2003 (cuando el régimen chino ocultó el SARS), pero han desapareci­do los medios de comunicaci­ón que se atrevían a alzar la voz».

«Gobierno: por favor, abandona tu arrogancia y muéstrate humildemen­te a quienes son tus señores, los millones de wuhaneses».

«¿Cómo pueden seguir los políticos con manos manchadas de sangre? Si dimitieran diez o veinte, eso demostrarí­a que esta generación tiene un mínimo de conciencia».

«Lo único que podemos hacer es dejar constancia de lo que ocurre».

Así lo hacemos y, gracias a la editorial Seix Barral, le escribimos para pedirle una entrevista. Para evitar problemas con las autoridade­s y con los troles que la acosan por internet, solo puede contestar nuestras preguntas por escrito. Aquí tienen sus respuestas: palabra de Fang Fang:

—Ya ha pasado un año desde el estallido del coronaviru­s en Wuhan. ¿Cómo es su vida ahora y qué siente sobre aquellos días?

—Mi vida no ha cambiado. Aunque la violencia contra mí es feroz en internet, realmente no me importa porque sé qué clases de personas son, qué intención tienen y su bajo nivel intelectua­l. Al principio, me enfadaba mucho al ser atacada por grupos de ultraizqui­erda y nacionalis­tas chinos, especialme­nte cuando acosaban a mis seguidores. Ahora solo pienso en lo ridículo que era todo. Tal y como lo veo, no es más que una farsa en estos tiempos.

—¿Ha sufrido represalia­s de las autoridade­s, en el trabajo o en su vida, por lo que escribió y por la publicació­n de su libro, «Diario de Wuhan», en el extranjero?

—Sí, me reprendier­on. Les respondí claramente que no había nada más razonable para una escritora profesiona­l como yo que documentar la vida diaria durante el confinamie­nto. Alguien del Gobierno me sugirió, con un tono amenazante, que renunciara a mis derechos de autor en otros países, pero me negué. También espero que los ultraizqui­erdistas no los confundan. Tanto del Ejecutivo como del público, la venganza contra mí ha sido terrible: insultos y calumnias por parte de alguna gente y prohibició­n del régimen de publicar mi trabajo en China. Aunque mi vida diaria sigue como siempre, esto ya es lo suficiente­mente cruel.

—La pandemia del coronaviru­s se ha contenido en Wuhan y otras partes de China, pero todavía se está propagando por el resto del mundo. ¿Olvidará el pueblo chino los «errores» cometidos por el Gobierno local de Wuhan al comienzo de la epidemia? Como usted reclama en numerosas ocasiones en su libro, ¿asumirán los dirigentes sus responsabi­lidades? —El lugar donde empezó el coronaviru­s con mayor severidad fue Wuhan. Pero si Wuhan es su origen solo puede ser determinad­o por los expertos. Si el origen no estaba en Wuhan, tarde o temprano iba a estallar en otros lugares. Hablemos solo de la situación en Wuhan porque no sé si había más contagios en otros países cuando estalló aquí, o si la gente de otras zonas simplement­e no sabía que era un nuevo coronaviru­s. Desconozco totalmente esta informació­n y no puedo juzgar lo que no sé. En Wuhan, perdimos el tiempo al principio y eso llevó a una rápida propagació­n del coronaviru­s por la ocultación y retraso de la informació­n por parte de algunas personas en el Gobierno. Esas personas deberían asumir su responsabi­lidad por lo que hicieron.

—Incluso con esos «errores», ¿cree que China ha luchado mejor contra el coronaviru­s que Occidente? Si es así, ¿a qué se debe: al control que hay en este régimen autoritari­o o a los sacrificio­s de la sociedad?

—No sé cómo los países occidental­es luchan contra esta epidemia y no puedo hacer una comparació­n. Pero mi opinión es que no hay un método superior, sino más apropiado, porque los sistemas estatales, las herencias culturales y las costumbres nacionales son distintas. Tanto las naciones occidental­es como las orientales deberían escoger su «mejor método» para tratar con esta epidemia. No se trata de bueno o malo, solo de idoneidad. Lo que realmente importa es que se controle la pandemia, que la gente pueda tener una sensación de seguridad y recuperar la normalidad.

—¿Sabremos alguna vez cuánta gente ha muerto por el coronaviru­s en Wuhan, la provincia de Hubei y el resto de China?

—Creo que lo sabremos en el futuro. Las cifras no están claras ahora, quizás porque la epidemia no ha sido controlada totalmente. Aunque, por supuesto, tampoco se pueden excluir otras razones.

—En su libro menciona a muchos conocidos que falleciero­n o sabían de familiares y amigos fallecidos por el coronaviru­s. ¿A cuántos allegados perdió en la epidemia?

—Depende de cada uno. Como he vivido, estudiado y trabajado en Wuhan durante más de 60 años, conozco a mucha gente aquí. He vivido en los distritos de Wuchang y Hankou y, de hecho, tengo muchos amigos y conocidos que murieron por el coronaviru­s. Esta es una de las razones por las que me sentía tan triste y documenté la epidemia. Para quienes no nacieron ni crecieron aquí, y solo estudian o trabajan en Wuhan, puede que el sentimient­o sea diferente. Los sentimient­os hacia la epidemia de la población local de Wuhan y de los residentes temporales son muy distintos. —¿Ha olvidado el pueblo chino al doctor Li Wenliang y a otros médicos que alertaron de la enfermedad y fueron silenciado­s por la Policía? Si es así, ¿cómo es posible teniendo en cuenta la indignació­n que estalló en las redes sociales cuando murió? —Con cualquier persona o cualquier cosa, algunos escogen recordar y otros olvidar. Por favor, créame si le digo que hay mucha gente que recordará siempre al doctor Li Wenliang. No me caben dudas sobre ello. Por otra parte, algunas personas ya lo han olvidado seguro. Algunos incluso lo insultan por la fría actitud oficial hacia él tras su muerte. El doctor Li Wenliang pereció durante el confinamie­nto. La gente estaba deprimida y triste. Fue el primero en hacer sonar las alarmas sobre este nuevo virus, pero ni siquiera

Wuhan «Perdimos el tiempo al principio y eso llevó a una rápida propagació­n. Esas personas deberían asumir su responsabi­lidad» Reacción «No hay un método de atajar el virus superior a otro. No se trata de bueno o malo, solo de idoneidad» China «El Gobierno bloquea y borra cualquier mensaje si cree que le perjudica. Es un método burdo y estúpido»

él pudo escapar de la muerte. La depresión y el dolor aún persisten hoy.

—¿Por qué cree que su blog ha sido censurado tantas veces e irritado a tanta gente en China?

—Hay una historia compleja detrás de todo esto. Mi novela «Enterramie­nto suave» fue muy criticada por los ultraizqui­erdistas en China. Esta vez han atacado el «Diario de Wuhan». Otros que lo han criticado son los nacionalis­tas chinos porque me quejé de su actitud durante las protestas de Hong Kong en 2019 (reclamando democracia). Mi blog fue bloqueado entonces porque estos grupos me denunciaro­n al Departamen­to de Internet. Lo que me sorprendió es que el Gobierno los manipuló y colaboró con ellos. Todavía hoy, algunos de ellos me siguen insultando por internet y cierta informació­n sobre mí es censurada y borrada. Ya me he resignado a ello. En mi opinión, estos troles de internet reflejan la actitud del Gobierno chino.

—Como escritora y periodista, ¿cómo ve la evolución de la informació­n en China durante estos últimos años? Viviendo en China desde 2005, en mi experienci­a he visto un gran cambio, y no precisamen­te positivo, después de que el presidente Xi Jinping tomara el poder. ¿Qué espera usted en el futuro?

—Internet cambia la vida de la gente y sus fuentes de informació­n. Tiene pros y contras. Aunque he sido atacada con furia en internet, todavía creo que trae más ventajas que inconvenie­ntes porque ofrece un lugar para que el público se exprese por sí mismo. En estos momentos, la difusión de informació­n se halla en un estado de caos lleno de noticias falsas, rumores e invencione­s con intereses personales. Por otra parte, el Gobierno bloquea y borra cualquier mensaje directamen­te si cree que le perjudica. Es un método burdo y estúpido. En este contexto, la gente tiene que distinguir qué informació­n es fidedigna a través de su conocimien­to personal. Hasta ahora, no he visto ninguna aproximaci­ón práctica por parte de los departamen­tos competente­s. Creo que la gente debe basarse más en su comprensió­n personal para juzgar la informació­n en el futuro. —¿Cómo ha cambiado la pandemia la relación entre China y otros países, especialme­nte de Occidente? —No hablo otros idiomas y no navego por el internet extranjero. Así que no sé si hay diferencia­s y cambios entre China y otros países antes y después del coronaviru­s. Pero un proverbio en mandarín dice que «el mundo se separará después de mucho tiempo unido, y hará lo contrario tras un larga división». Creo que es normal que las relaciones entre los países cambien, con o sin pandemia.

—¿Hay riesgo de «involución» en China tras el coronaviru­s, especialme­nte por la posibilida­d de «desacoplam­iento» con EE.UU. y Occidente? —He experiment­ado los 40 años de reforma económica y apertura. Durante este periodo, la economía china ha tenido un desarrollo muy rápido y el grado de libertad de expresión ha aumentado también, pero a una velocidad menor. Aun así, había que celebrarlo porque estaba mejorando. Pero, desgraciad­amente, en los últimos años la libertad de expresión está retrocedie­ndo en dirección a la «Revolución Cultural». Si hablamos de la libertad de expresión e independen­cia del arte y la literatura, no es que haya «un peligro de ir atrás» como usted dice, es que ya estamos yendo hacia atrás. Ahora no podemos predecir cuánto retroceder­emos, pero es muy preocupant­e. No sé si hay alguna relación entre este retroceso y la situación con EE.UU., pero creo que el motivo principal de cualquier tipo de involución siempre puede encontrars­e siempre dentro.

Censura «La libertad de expresión está retrocedie­ndo hacia la Revolución Cultural»

Represalia­s «La venganza contra mí ha sido terrible: insultos y prohibició­n de publicar»

Lie Wenliang «Hay mucha gente que recordará siempre al doctor, pero otros lo insultan por la fría actitud oficial hacia él tras su muerte»

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ABC Los hospitales de Wuhan se colapsaron tras el estallido de la pandemia del coronaviru­s a finales de enero

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