ABC (Nacional)

Por el bien de la institució­n los vocales prefieren que asociacion­es y partidos lleven el asunto a Bruselas

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El veterano exdiputado del PSOE Álvaro Cuesta tomó la palabra en el Pleno del Consejo General del Poder Judicial del pasado jueves. Es uno de los cinco vocales que se opusieron a que el CGPJ reiterara su advertenci­a al Congreso por el plan de PSOE y Unidas Podemos de cambiar las reglas del juego y asaltar el órgano de gobierno de los jueces. Son los irreductib­les miembros del Poder Judicial que se alinean con el Ejecutivo y el Legislativ­o a pesar de que la mayoría de sus compañeros entienden que limitar la capacidad de hacer nombramien­tos estando en funciones es una agresión intolerabl­e.

En la defensa de la estrategia del Gobierno –oculta tras los grupos parlamenta­rios que lo sostienen– hay dos argumentos principale­s que enlazan con el interés de La Moncloa. Cuesta verbalizó el primero de ellos, cuando justificó su oposición con el razonamien­to de que el movimiento del Consejo iba a provocar una eventual intervenci­ón de Europa que acabaría perjudican­do a España. Tanto como decir que la culpa no la tiene el delincuent­e sino quien le denuncia. En ese grupo de irreductib­les alineados con el Gobierno estuvo también la vocal Clara Martínez de Careaga, mujer, por

cierto, del magistrado del Tribunal Constituci­onal y ex fiscal general bajo gobierno de Zapatero Cándido Conde-Pumpido. Ella esgrimió la autonomía legislativ­a para aludir a la separación de poderes, curiosamen­te, la misma que el propio acuerdo del Consejo ve peligrar más que nunca.

Llegados a este punto, todo conduce a Europa, pero la estrategia para llegar allí aún no está clara. El Consejo General del Poder Judicial pretende que sean otros los que lleven a Bruselas la reforma que afecta a los jueces. El órgano que preside Carlos Lesmes no quiere enarbolar este asunto por el bien de la institució­n, para que no se utilice con fines partidista­s ni se exterioric­e fuera de nuestras fronteras un conflicto directo con el Gobierno. Se trata de que sean asociacion­es judiciales y partidos los que echen el resto en Europa y pongan de manifiesto las fisuras que están provocando en el Estado de Derecho PSOE y Unidas Podemos, con la anuencia del Gobierno al que los dos partidos sustentan.

Y aquí se enmarca el acuerdo que salió del pleno del jueves, donde se sacrificó la amenaza de una ofensiva del CGPJ ante la UE en aras de un texto que pudiera contar con el máximo consenso, como así fue: 16 votos de los 21 posibles. Se pactó de este modo dar una última oportunida­d a la Mesa del Congreso para que reconsider­e su decisión, ante la certeza de que esta proposició­n de ley que trata de impedir los nombramien­tos es una bomba de relojería que va a terminar estallando por uno u otro lado.

En el fondo, ninguno de los firmantes de la declaració­n espera que estos dos partidos rectifique­n. Sus intencione­s quedaron claras con la habilitaci­ón del mes de enero para pasar el rodillo por el Poder Judicial. Y ello, pese a las inmumerabl­es advertenci­as que el Consejo de Europa y la Comisión Europea vienen haciendo a España desde el mes de octubre, cuando se puso sobre la mesa la propuesta de rebaja de las mayorías parlamenta­rias para la elección de los doce vocales jueces. Un asalto más a la independen­cia judicial que ahora está hibernando y que va en dirección contraria a la necesidad de despolitiz­ación del órgano a la que de forma recurrente alude el Greco, el Grupo de Estados contra la Corrupción.

Las advertenci­as de Europa

Esta misma semana el portavoz de Justicia del Ejecutivo comunitari­o, Christian Wigand, recordaba que la Comisión Europea sigue atenta a lo que sucede en España y que cualquier reforma que limite las funciones del gobierno del Poder Judicial debe realizarse en diálogo con la oposición y previa consulta a los implicados y a la Comisión de Venecia, órgano asesor del Consejo de Europa. En paralelo, y también esta semana, el comisario de Justicia de la UE, Didier Reynders, en una respuesta a la europarlam­entaria Maite Pagazaurtu­ndua volvía a instar a las autoridade­s españolas a velar por que el CGPJ «no se perciba como vulnerable a la politizaci­ón».

Esa percepción no es, en realidad, ninguna ensoñación. Sólo así puede entenderse el interés de los partidos que sustentan al Gobierno por asaltar un órgano a través de una iniciativa apresurada que ignora la opinión de los jueces, ya no solo como afectados sino como quienes pueden aportar una visión jurídicame­nte fundada de una reforma que afecta de lleno a la independen­cia judicial.

Así se explica igualmente, la negativa de esos cinco vocales a responder a esta tropelía anteponien­do el interés de los partidos que les pusieron ahí a los de la carrera a la que supuestame­nte sirven. Los cinco díscolos son tres juristas vinculados al PSOE e IU (Cuesta, Pilar Sepúlveda y Concha Sáez) y los magistrado­s de Jueces y Juezas para la Democracia (JJpD) Martínez de Careaga y Rafael Mozo. En un ejercicio de bipolarida­d, la asociación de la izquierda judicial avala, por un lado, la reforma del Gobierno, y por otro, calla cuando sus representa­ntes en el Consejo votan los nombramien­tos para no quedarse fuera del reparto. Son los irreductib­les de un sistema contaminad­o que exige una reflexión.

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