Las familias que cenaron unidas se infectaron unidas: «Se ha retrocedido tres meses»
los domicilios correctamente por el frío que hacía», añade.
Cerca, la doctora Raquel García Ocaña reseña que «este bicho es muy curioso». En el municipio madrileño de Griñón, donde ejerce en el centro de salud, también se han enfrentado a este tipo de «comunas» infecciosas. Griñón tiene unos 10.000 habitantes y el virus se ha colado en los hábitos de los pueblos pequeños, en ambientes más distendido en terrazas y bares. «Doblé turno los días 28, 29 y 30 de diciembre y ya se veía el efecto de la Navidad», dice.
Por lo general, los vecinos se ajustaron a las reglas dadas, comieron 6 personas el día 24, muchos se quedaron a dormir para no saltarse las restricciones del toque de queda y, al día siguiente, Día de Navidad, comieron otra vez juntos, comenta la galena, al concretar un caso, en el que enfermaron hasta siete personas. ¿Se cumplen todas las normas? «Evidentemente no. Son reuniones intensas, comen, viven en casas unifamiliares y se pueden ventilar con facilidad, pero al final... la mayoría de la unidad familiar lo pasó de manera leve. Salvo el marido, A. B., que empeoró y ha estado ocho días ingresado en el hospital de Móstoles con neumonía bilateral. A.B. tiene 49 años, pero también se infectó otro familiar de 65, y los pequeños de la casa, con 11 años».
García Ocaña recuerda a otros pacientes: «Me da lástima un matrimonio septuagenario, que tiene patología cardiaca. “Pero si no nos hemos reunido con nadie”, decían. La mujer aseguraba que compraba su marido, no salían de casa y solo habían estado con su hija y nieta, el bebé tenía solo dos semanas y también enfermó tras la co