El alpinista de los récords polémicos
Nirmal Purja, el único que subió al K2 sin oxígeno, empezó a escalar en 2012 y ascendió los 14 ochomiles en siete meses
Detrás de la icónica fotografía del atasco en la cima del Everest de hace dos años estaba la mirada desolada de Nirmal Purja, que veía desde la lejanía cómo el drama se instalaba en la antesala del techo del mundo. Aquella imagen, que dio la vuelta al planeta, confirmó la tragedia y, de paso, sacó a la luz el rostro de uno de los alpinistas más ambiciosos del último lustro. Porque ha sido en estos cinco años cuando la carrera deportiva de «Nims» ha tomado impulso de verdad. De hecho, su amor por el alpinismo no le viene de cuna ni lo mamó siendo un niño. No fue hasta 2012 cuando este nepalí se sintió atraído por las grandes cimas, pero desde entonces no ha podido separarse de ellas.
En una expedición organizada para visitar el campo base del Everest, Purja sintió un flechazo tan grande que, sin tener experiencia previa en la alta montaña, se lanzó a la conquista del Lobuche Este, un pico cercano cuya altura alcanza los 6.100 metros. Esa fue su primera hazaña como alpinista y le gustó tanto que a partir de entonces no frenó hasta conquistar todos los ochomiles. Apenas un año y medio después estaba en lo más alto del Dhaulagiri (8.167 m.) y en 2019 había alcanzado ya las 14 cimas más altas.
La suya ha sido una carrera exprés que ha estado cargada de polémica, pues sus métodos de ascenso están muy lejos de los habituales del alpinismo actual. A Nims no le ha importado nunca usar oxígeno embotellado en sus ascensos ni tampoco utilizar diferentes medios de transporte como helicópteros para facilitar parte de sus expediciones. Quizá por eso ha extrañado más que tras alcanzar la cima del K2 junto a otros nueve compatriotas haya proclamado a los cuatro vientos que justo en esta ocasión había decidido no aprovechar las ventajas que proporciona el oxígeno suplementario. «Siempre he tenido claros los límites de mi cuerpo y mi cabeza. Por eso, en mis anteriores expediciones había utilizado siempre oxígeno por encima de los 8.000 metros. Era mi elección y mis propios valores. En esta ocasión fue difícil tomar la decisión, pues no había podido aclimatar bien y no quería poner en peligro a mi equipo, que ha sido siempre la prioridad en todas mis expediciones. Aun así, esta vez tomé la elección de realizar la ascensión sin oxígeno suplementario, pues sentía que la confianza en mí mismo y la experiencia acumulada me permitían asumir ese riesgo. Personalmente, esto nunca ha sido algo importante para mí y sigue sin serlo. Habiendo estado en las Fuerzas Especiales del Reino Unido he hecho todo tipo de cosas sin sacar pecho por ellas. Esto debe ser una elección personal, las montañas son para todos», exponía el nepalí en un mensaje en el que desvelaba su hazaña. En él lanzaba un guiño hacia su pasado en el Ejército británico, donde pasó 16 años enrolado, primero en los Gurkhas –unidad que se caracteriza por su fiereza– y luego en el cuerpo de élite «Special Boat Service» (SBS), dedicado a misiones secretas. Allí acuñó la dureza mental y física que le ha permitido convertirse en un líder para sus compañeros sherpas. Con ellos cumplió el sueño de romper la última gran barrera del himalayismo invernal. Un ascenso al K2 protagonizado por Nepal y liderado por Nims, el alpinista de los récords polémicos que ya puede presumir de tener el más ansiado de todos.