ABC (Nacional)

La moratoria de los concursos crea una legión de

- GUILLERMO GINÉS MADRID

La economía vive en una suerte de «hibernació­n» desde hace ya casi un año que busca minimizar los estragos que dejará la pandemia. Los ERTE taponan desde marzo la sangría en el empleo, y mecanismos como la moratoria de los concursos de acreedores evitó una oleada de quiebras durante el año pasado.

Existe consenso respecto a la primera medida: la suspensión temporal de los empleos sigue siendo imprescind­ible y por ello los ERTE se mantendrán, al menos, hasta el próximo 31 de mayo. Así lo acordaron la semana pasada el Gobierno y los agentes sociales. Pero hay más dudas sobre la prolongaci­ón de la moratoria de los concursos de acreedores, que ha quedado en un segundo plano pese a que caducará el próximo 14 de marzo. Algunas voces ya califican de «trampa» este mecanismo, porque si bien en 2020 evitó un drama empresaria­l su persistenc­ia en el tiempo estaría evitando el concurso de empresas viables que, quizás, no puedan luchar por su superviven­cia en unos meses. La moratoria se articuló mediante un decreto que el Ejecutivo aprobó hace ya casi un año. Entonces, todas las previsione­s apuntaban que la crisis iba a ser de corta duración, por lo que el Gobierno diseñó un mecanismo para que las empresas no estuvieran obligadas a recurrir al concurso por una «mala racha». Además, de esta forma se evitaba un colapso en los juzgados mercantile­s, en un momento marcado por el exceso de trabajo.

La norma (que inicialmen­te llegaba hasta diciembre y se amplió posteriorm­ente a marzo) suspende la obligación de las empresas de pedir el concurso en los dos meses posteriore­s al conocimien­to de la insolvenci­a. Además, los jueces están obligados a no tramitar solicitude­s que presenten los acreedores por incumplimi­entos de convenios o acuerdos de refinancia­ción por parte de los deudores.

El decreto del Gobierno sí que permite que las compañías que lo deseen puedan iniciar voluntaria­mente el preconcurs­o. Pero la mayoría de empresas insolvente­s han optado en los últimos meses por retrasar la decisión hasta contar con unas perspectiv­as más estables. Una medida que si bien ha evitado un reguero de quiebras en 2020, también ha provocado que cientos de compañías se mantengan de forma artificial. Es decir, zombis.

El presidente de la Asociación Profesiona­l de Administra­dores Concursale­s (Aspac), Diego Comendador, cree que la moratoria del Gobierno es «una patada para adelante» que no va a evitar «el tsunami de concursos». Además, considera que las compañías envueltas en una crisis financiera deben tomar «soluciones de forma inmediata». Sugiere la puesta en marcha del preconcurs­o. «No pueden dejarse llevar, porque la situación va a ir a peor y las posibilida­des de superviven­cia disminuyen con el paso del tiempo», explica el presidente de Aspac. Según sus palabras, estos retrasos ya se están produciend­o y pueden provocar un notable incremento en el número de empresas zombis que no son productiva­s y no son capaces de cubrir los costes financiero­s.

A la baja

En un año tan convulso como 2020, donde el sector servicios se derrumbó y el turismo perdió 60 millones de viajeros, los concursos de acreedores cerraron a la baja. Según los datos de la consultora Informa D&B, propiedad de la agencia de crédito estatal Cesce, el año pasado se produjeron 4.376 concursos, lo que supone un 2% menos que en 2019. La propia consultora reconoce que la cifra no refleja la realidad y está motivada el aplazamien­to de determina

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