Carolina Marín y su hechizo con Tailandia
Gana en Bangkok su segundo torneo en ocho días, ambos contra la número uno
«Estoy muy contenta con cada uno de los partidos que he jugado. Segunda medalla en la segunda semana»
Ha pasado de puntillas en un mundo de pandemia, como buena parte del deporte, pero Carolina Marín completó ayer un breve circuito de dos medallas en ocho días, gesta de gran valor, más en tiempos difíciles. La onubense venció otra vez en una final, otra vez en Tailandia y otra vez contra la número uno del mundo, la taiwanesa Tai Tzu-ying. Esta vez no hubo lágrimas como el pasado domingo, solo festejos y brazos al aire mientras su rival se arrodillaba de forma sumisa, postrada a la española. Si Marín miraba al cielo con cara de satisfacción, además de por la dificultad del reto, seguramente fuera porque su juego no estuvo tan holgado como hace poco más de una semana. Ying exprimió sus oportunidades hasta el final, algo que reflejó el resultado tras el último punto (21-19 y 21-17 para la española). «Segunda medalla en la segunda semana. Estoy muy contenta con cada uno de los partidos que he jugado aquí, por esta final contra Tzuying, la número uno del mundo. De nuevo, hemos conseguido la victoria. Muchísimas gracias a todos por el apoyo, a todo mi equipo por seguir apoyándome y estar a mi lado. Esta medalla es de todos», aseguraba la jugadora tras el ya tradicional mordisco al oro. Como colofón, Marín podría redondear su aventura por el país del sudeste asiático con un tercer título, el Maters Finals, que se celebrará del 27 al 31 de este mismo mes, quién sabe si contra la misma rival, a la que parece tener algo amedrentada. «Mi preparación para hoy era seguir presionándola, mantener el ritmo y no cometer errores fáciles. Sabía que estaba más cansada que yo, porque ayer jugó un partido largo, así que si quería jugar un rally largo, estaba preparada para ello. Esa fue una de las claves del partido», explicaba tras la final.
Cronista de sus hazañas
Marín, con un estatus difícilmente alcanzable dentro del bádminton, ha encontrado en las redes sociales, como tantos otros deportistas de élite, una vía de escape de su día a día. La jugadora, que se presenta a sí misma como corresponsal a modo de broma, sube vídeos a su cuenta de instagram desde el hotel que la aloja en Tailandia. «Solo salimos para competir y para entrenar. La vida como veis en esta habitación esta siendo maravillosa», explica la onubense, con ironía, pero sin malicia.
Tras unos meses especialmente oscuros tras la muerte de su padre el pasado verano, Marín se encamina hacia un reto mayúsculo, con las expectativas altas, sin «firmar» resultados y con el deseo de ser la mejor jugadora de bádminton de la historia, intención que ella misma ha predicado: un Mundial en Huelva y unos Juegos Olímpicos en Tokio.