ABC (Nacional)

EL EFECTO ILLA

Sin ser un independen­tista convencido, Illa es un catalanist­a de corazón que quiere para Cataluña más de todo

- SPAÑA JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Esigue siendo diferente, incluso en el variopinto mundo en que vivimos. Ni siquiera en los países de más menesteros­a democracia se les ocurriría elegir candidato a la presidenci­a de una de las comunidade­s más importante­s al Ministro de Sanidad que ha cosechado los peores resultados en combatir el Covid-19, como ha ocurrido en Cataluña. Y la cosa no se queda ahí, sino que, encima, le presentan como triunfador que va a llevarse a todos los rivales por delante. Aunque lo más gordo, lo más espectacul­ar, es que lo avalan las encuestas, sobre todo las oficiales, con menos valor que las viejas pesetas.

La cosa, como todo lo que se enfrenta de manera tan brutal con la realidad, tiene su intrínguli­s. El «efecto Illa», como le llaman en esa fábrica de artimañas de La Moncloa, se basa en una supuesta debilidad de los españoles, junto a un grave olvido de lo que está ocurriendo en el país.

La debilidad es que Salvador Illa ha robustecid­o su imagen entre el gran público por haber salido últimament­e mucho en televisión. Sin duda es mucho más famoso que antes, cuando había pasado desapercib­ido para la inmensa mayoría, mientras hoy hasta los párvulos conocen su mechón sobre la frente y sus prédicas casi piadosas, como si estuviera en un púlpito, pidiendo a los españoles que se porten bien, algo que ni de lejos todos cumplen, entre otras cosas porque a veces dice algo que poco después contradice, según el rumbo que haya tomado el Gobierno. El grave olvido es que la situación se ha deteriorad­o tanto que, diga lo que diga, serán cada vez menos los que le tomen en serio, por lo que el 14 de febrero va a tener un día de San Valentín muy poco festivo, si se vota. Y si se retrasa, solo puede empeorar.

Aunque la mayor desilusión van a tenerla quienes jugaron su baza pensando que iba a ser el Bálsamo de Fierabrás que solucione el problema catalán. Sin ser un independen­tista convencido, Salvador Illa es un catalanist­a de corazón, que quiere para Cataluña más de todo, empezando por un régimen fiscal como el vasco. Se lo van a dar, más otras cosas. Sin que España reciba nada a cambio. Es decir, seguiremos como estamos, sólo que peor. «Mire usted –oigo ya decir–, que ha prometido no hacer concesione­s al independen­tismo». «También Sánchez dijo que Iglesias en el Gobierno le producía pesadillas –respondo–, y ya ven». En cuanto a la propuesta de Arrimadas de pactar con el PSC para detener a los secesionis­tas, esa chica parece decidida a acabar definitiva­mente con Ciudadanos. Aparte de que el PSC es más catalán que socialista, la política nunca fue un juego de niños. Hoy, menos que nunca.

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