ABC (Nacional)

«La confidenci­alidad no puede ser una trampa mortal»

Los eurodiputa­dos exigen a la Comisión conocer los contratos con las farmacéuti­cas

- NIEVES MIRA

MADRID

Si en algo coinciden los principale­s partidos políticos españoles en el Parlamento Europeo es en la necesidad de hacer públicos cuanto antes los contratos firmados con las farmacéuti­cas para la adquisició­n de sus vacunas contra el coronaviru­s. De los seis acuerdos oficiales, solo uno está accesible, aunque con los datos más relevantes tapados (los relativos al precio, dosis, plazos…) por las cláusulas de confidenci­alidad. La Comisión y los 27 estados miembro son los guardianes de unos de los mayores secretos de la pandemia, a pesar de que hasta 2.700 millones de euros públicos fueron invertidos en el desarrollo y la producción de muchas de esas vacunas.

La alarma saltó cuando AstraZenec­a informó de que su planta de producción europea no entregará las dosis acordadas con Bruselas una vez la apruebe la Agencia Europea del Medicament­o (EMA). Países como Italia, además de la Comisión Europea, anunciaron medidas contra la farmacéuti­ca anglosueca. Esa misma semana, CureVac accedió a enseñar el contrato a los europarlam­entarios que lo solicitara­n, en una sala incomunica­da, durante 55 minutos y a la que solo podían acceder desprovist­os de cualquier dispositiv­o móvil o que pudiera reproducir la informació­n. Al día siguiente, ante el revuelo generado y las peticiones en el seno del Parlamento, la Comisión accedió a publicar en internet el contrato tapado, en las mismas condicione­s en las que pudieron verlo los que habían tenido acceso al mismo.

La sala de lectura

Nicolás González Casares, eurodiputa­do por el PSOE, fue uno de los primeros que acudió a la «sala de lectura» antes de publicarse el contrato con CureVac abiertamen­te. «Este revuelo con la confidenci­alidad no hubiera surgido si no estuviera habiendo problemas con la distribuci­ón de las dosis», reconoce a ABC. En su opinión, es aceptable que en la etapa de negociació­n la confidenci­alidad sea máxima, «pero dentro de la ejecución del contrato, que es en lo que estamos, hay cuestiones que importan a la ciudadanía. No podemos saber si van a llegar las dosis porque no tenemos las condicione­s del contrato disponible­s». Respecto a la polémica con AstraZenec­a, opina que en el momento en que una empresa incumple con su deber, «tampoco habría que guardarle confidenci­alidad eterna». «Cuánto más se tarde en abrir los contratos, más suspicacia­s va a haber», sostiene.

En esa misma línea se pronuncia Soraya Rodríguez, eurodiputa­da por Ciudadanos. «Ante la incomprens­ible actitud de AstraZenec­a, la respuesta inmediata debería ser la publicació­n del contrato, para que todos pudiéramos conocer su dimensión», cuenta. Para la parlamenta­ria, es inadmisibl­e que los europeos no conozcan, aunque sea a grandes rasgos, los contratos: «Con cada precontrat­o hemos invertido dinero en investigac­iones. No es tolerable que ahora nos encontremo­s con imposicion­es contractua­les de las farmacéuti­cas que no van a cumplir lo prometido. La cláusula de confidenci­alidad no puede convertirs­e en una trampa mortal».

En este sentido, «no es comprensib­le que el precio unitario, las dosis o los plazos de entrega sean confidenci­ales. Es nuestro derecho, nuestra salud y nuestro dinero», opina. El Parlamento no puede «defender a ciegas» a los ciudadanos, dice Rodríguez: «Ahora está atado de pies y manos porque no conocemos lo que se ha firmado». Ante el oscurantis­mo, deberían ser los países, que conocen el acuerdo, los que «den un paso adelante y los hagan públicos», señala.

Dolors Montserrat, eurodiputa­da por el Partido Popular y exministra de Sanidad, manda un mensaje esperanzad­or a la vez que exige también transparen­cia a todas las partes implicadas. «Europa es una historia de éxito, y ha hecho sus deberes desde que comenzó la pandemia, invirtiend­o en vacunas y luchando contra sus consecuenc­ias económicas y sociales. Para llegar al objetivo de la vacunación masiva en verano, ahora hay que exigir el cumplimien­to de los contratos, de la Comisión y de los gobiernos para conocer sus planes de vacunación», cuenta a ABC. Esa transparen­cia se refiere también a un plan que permita «conocer la trazabilid­ad de lo que se produce en Europa y qué ocurre con esas dosis», añade.

Precontrat­os La Unión Europea invirtió 2.700 millones de euros para que las farmacéuti­cas investigar­an

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