Crece y crece la cola de los que se cuelan
Una asociación que agrupa a víctimas del Covid, presidida por un ciudadano llamado Jaime Sánchez, ha esperado a que Salvador Illa perdiese el fuero al dejar la cartera y se ha querellado contra él por un puñado de delitos (homicidio imprudente, lesiones y prevaricación) que a su juicio habría cometido el ya exministro, al alimón con el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias y surfista de todo tipo de olas, Fernando Simón. La Justicia dirá si existe ilícito penal en su paso por el ministerio pero a estas alturas nadie duda en el grave dolo por torpeza de Illa, un adefesio gestor que culmina con el desastre de las vacunas que un mes después ya no llegan (era su único cometido, al parecer) y que ha obligado a Madrid y Cataluña a paralizar la inmunización por falta de dosis. Al obispo de Palma, Sebastià Taltavull se le podrán criticar muchas cosas menos que sea un hombre poco perseverante. Cuando su excelencia reverendísima se pone con algo no ceja hasta el final. Ayer se volvió a colar en la vacunación y recibió su segunda dosis y eso que tras la primera pidió perdón por saltarse la fila. El perdón es un don divino, ya se sabe, y parece que no le ha alcanzado al fiscal jefe de Castellón, José Luis Cuesta, que ayer dimitió por vacunarse antes de tiempo. Suma y sigue.