Granada cuenta los daños del enjambre sísmico y teme un terremoto aún más fuerte
Un conjunto de fallas bajo la Vega granadina, responsables de los movimientos sísmicos
El origen es muy superficial. Se encuentra a unos 5 kilómetros de profundidad, en un conjunto de fallas muy apretadas que cruzan paralelas desde el noroeste al sureste bajo la ciudad de Granada y un puñado de localidades como Santa Fe, Pinos Puente o Atarfe. Son estas heridas profundas las que han provocado en la zona el enjambre sísmico de los últimos días, afortunadamente sin grandes daños que lamentar.
El último susto se produjo la noche del martes, sin víctimas mortales pero sí daños materiales, como grietas y desprendimientos de elementos ornamentales en algunas viviendas y fachadas de Granada, Atarfe y Santa Fe. La tierra tembló repetidas veces llegando a alcanzar una magnitud superior a 4, según el cálculo provisional del Instituto Geográfico Nacional (IGN). Uno de sus sismólogos, Luis Cabañas, explica que es imposible adjudicar los movimientos a una falla en concreto. Es probable que hayan actuado varias a la vez o de forma alternativa, empujándose unas a otras, ya que corren muy juntas bajo el terreno. Al estar situadas muy cerca de la superficie, el movimiento se notó con mucha claridad.
Daños estructurales
Según Cabañas, se trata de fallas «normales», llamadas así cuando un bloque cae respecto al otro por los esfuerzos de extensión que se producen en la zona. «Las tensiones entre los bloques hacen que no soporten más y se produzcan las roturas y deslizamientos, que es una manera de liberar la energía acumulada», explica el científico. «Pero en ocasiones esa energía acumulada no se libera del todo en un solo terremoto y además algunos terremotos pueden disparar a otros, motivo por el que pudo producirse este enjambre sísmico», añade. Cerca se sitúa el límite entre dos grandes placas tectónicas, la euroasiática y la africana, cuyos empujes son los causantes últimos de estos movimientos pero, subraya el investigador, estos se distribuyen en una extensa zona regional.
Lo que muchos granadinos se preguntan es si las sacudidas pueden volver
Granada
Energía Los pequeños terremotos evitan que la energía acumulada en la falla desemboque en uno todavía mayor
a repetirse. «Lo más probable es que sí, alguna de la misma magnitud o incluso superior, por las dimensiones que tienen las fallas, aunque es imposible predecirlo», advierte Cabañas. A su juicio, una rotura más grande podría provocar un terremoto de magnitud 5, considerado todavía moderado, o 6, que ya implicaría, seguramente, daños estructurales en los edificios. El de Lorca en 2011, por ejemplo, fue de 5,1 y, sin embargo, causó nueve víctimas mortales, más de 300 heridos, y 462 millones de euros en pérdidas económicas directas.
Desde el Colegio Oficial de Geólogos
(ICOG) indican que el hecho de que se produzcan pequeños terremotos evita que la energía acumulada en la falla desemboque en un terremoto mayor. Según explica su presidente, Manuel Regueiro, «no es inusual» que se produzcan estos fenómenos en la provincia de Granada, ya que se asienta sobre una zona sísmica de riesgo moderado. «Hay registros documentales en la zona desde la época anterior a los Reyes Católicos», señala.
El último gran sismo
«El último gran terremoto se produjo en 1884 en el municipio granadino de Arenas del Rey y causó daños en 106 poblaciones, en 39 de las cuales fueron muy graves, quedando completamente destruidas Arenas del Rey y Ventas de Zafarraya, que tuvieron que ser reconstruidas», revela Regueiro. Este devastador sismo produjo más de 1.200 víctimas mortales y unos 1.500 heridos, y destruyó totalmente unas 4.400 casas.
«Donde ha habido un terremoto puede haber más», recuerda Cabañas. Y aunque no se pueden predecir, sí prevenir «con inversión en mejores construcciones y en servicios de alerta y emergencias». Si el suelo vuelve a moverse, aconseja a los ciudadanos que se agachen, se cubran y se protejan debajo de algún elemento sólido, como una mesa, y que eviten la reacción casi instintiva de salir corriendo de casa, ya que pueden ser víctimas de la caída de cascotes u otros objetos. Una vez pasado el seísmo es cuando se debe salir a la calle.