ABC (Nacional)

La pérdida de su hijo Pincho

- BEATRIZ CORTÁZAR

MADRID

Sólo hacía falta que «Anatomía de un dandy», el retrato más personal de Francisco Umbral, estuviera nominado al Goya a la mejor película documental para que su viuda María España nos abriera algunos de los capítulos más íntimos del que fuera uno de los matrimonio­s más estables y románticos del mundo de la cultura. En ellos, también descubre la personalid­ad más íntima del escritor y columnista: cómo era de puertas para dentro, qué le inspiraba, cuáles eran sus miedos y cómo afrontó la pérdida de Pincho, su único hijo.

Con su conocida elegancia y saber estar, España recuerda su vida junto a Umbral sin entrar en otros asuntos que hoy simplement­e no vienen a cuento. —Quiero empezar con la frase que más me ha impactado del documental «Anatomía de un dandy» y que su marido Francisco Umbral le dedicó en vida. «Hay otros mundos, pero están en ti». ¿Qué se siente al recordarla?

—Es una frase brillante y generosa. No se puede decir más con menos palabras y reconforta saber que tenía esa idea de mí.

—La suya fue una historia de amor de novela y no apta para mentes cerradas. ¿Cree que jugaron en el mismo nivel?

—Siendo tan distintos nos entendíamo­s muy bien siempre. Yo le admiraba, él me eligió, yo le elegí. —«Nunca se marchó con nadie y eso era lo importante para mí», dice usted en el documental. ¿Tan generosa es en el amor?

—No hice ningún esfuerzo para que no se marchara con nadie pese a que lo intentaron. Quizá sabía que no iba a encontrar a alguien como yo. Y no es cuestión de generosida­d.

—Cuando habla de usted dice que

era su «referencia segura y salvadora». ¿Cómo era el Umbral de puertas para dentro? Me suena que más frágil de lo que aparentaba… —Creo que mi carácter le ofrecía paz y tranquilid­ad, y en muchos campos tenía en mí un gran apoyo. Él se sentía más seguro en el campo literario. —Le gustaba el dinero, la noche, las charlas, la vida social y las mujeres. ¿Pose o realidad?

—Quizá había algo de pose en ciertas situacione­s; pero él valoraba sobre todo la amistad con los grandes amigos y amigas que tuvo y que no fueron pocos. Gente de la literatura, del teatro, pintores, poetas...

—«Mortal y rosa» es una joya literaria que se queda en lo más íntimo de Umbral al hablar del hijo que perdieron. ¿Cómo pudieron sobreponer­se a una pérdida así? ¿Es verdad que el tiempo cura? —«Mortal y Rosa» es excepciona­l, una joya literaria, un libro escrito con ternura y dolor, con un lenguaje rico que emociona a sus lectores. Hicimos lo que pudimos para mitigar la pérdida del niño. —¿Dónde se hacía vulnerable su marido? Él confiesa que pocos conocen sus puntos débiles.

—Francisco, que era un hombre tan seguro en tantas cosas, tenía un punto débil: el temor a la enfermedad, al dolor, al envejecimi­ento.

—Le acompañó hasta el final y murió mientras le dictaba su última columna. ¿Duele recordar esos momentos?

—Cultivó el dandismo siempre, desde que se forjó una imagen. Y tuvo la elegancia de morir escribiend­o su última columna para el periódico. —Nunca olvidó a su hijo Pincho, junto a quien hoy descansa, y por eso decía que había optado por el autoengaño tal vez como una manera de sobrevivir a esa tragedia. ¿Es su caso?

—Nadie como yo supo lo que fue para él la muerte del niño; pero nos ayudamos mutuamente para sobrelleva­r la tragedia.

—¿Cuál es el mejor legado que le dejó su marido?

—El mejor legado que me dejó es su recuerdo. El recuerdo de que de él tienen tantos lectores y seguidores, tantos admiradore­s de su imagen y de su escritura.

«Nadie como yo supo lo que fue para él la muerte del niño; nos ayudamos mutuamente para sobrelleva­r la tragedia»

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ÁLBUM PERSONAL DE MARÍA ESPAÑA
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GTRES

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