ABC (Nacional)

María Elena de Cárdenas «Ser marquesa no me va a cambiar la vida»

- ANA MELLADO

A sus 101 años, esta afable y lúcida hispanocub­ana ha cumplido la tarea que le encomendó su padre antes de fallecer; recuperar los tres títulos nobiliario­s de su familia. Desde Miami, ha recibido con júbilo la publicació­n del BOE que avala su victoria judicial

à Revolución castrista

«En Cuba lo perdimos todo. Nuestros bienes fueron incautados por el Gobierno»

Irradia vitalidad y optimismo en cada una de sus respuestas. Acostumbra a decir que sus días están repletos de luz y no se refiere solo a la que entra cada mañana en su mansión de Coral Gables, en Miami. Ha vivido más de un siglo, ha conocido a cuatro bisnietos y cuando le preguntan cómo se encuentra, sonríe, hace una pausa y contesta: «Mejor que las flores en primavera». Pero aún le quedaba pendiente una tarea por acometer. Una promesa que le hizo a su padre antes de fallecer y que esta semana por fin ha cumplido. Según publica el BOE a 29 de enero, María Elena de Cárdenas González de 101 años es marquesa de Bellavista. Revoca la Orden del 2 de julio de 1984, por la que se mandó expedir Real Carta de Sucesión del título, a favor de Alicia Koplowitz y Romero de Juseu. La disputa se remonta a años atrás y el BOE ejecuta ahora una sentencia del 20 de septiembre de 2018 de la Audiencia Provincial que ya dio la razón a esta elegante centenaria hispano cubana, a la que en la intimidad se refieren como Manana.

La familia Koplowitz ya era conocedora de la persistenc­ia y tenacidad de Manana. En 2017, se enfrentaro­n por otro título y de nuevo se alzó como vencedora. Logró despojar a Alicia Alcocer Koplowitz, hija de Esther y sobrina de Alicia, del título de marquesa de Campo Florido. Con anteriorid­ad, logró rescatar el marquesado de Almendares, en manos de Miguel Mariano Freyre Gómez, nieto del expresiden­te de Cuba Miguel Mariano Gómez.

Manana charla con ABC, en presencia de su hijo Luis de la Vega, con el que reside en Miami.

—¿Cómo se siente tras lograr el marquesado de Bellavista?

—Me siento feliz, porque he logrado complacer el deseo de mi padre Luis de Cárdenas y Cárdenas. Papá viene de una de las más antiguas familias cubanas, la cual se asentó en Cuba en 1580. Eran descendien­tes de los condes de Escalante y de Tahalú, y parientes de los condes de Puebla del Maestre

y de los duques de Maqueda. Los miembros de esta familia tuvieron una posición destacada a través de cuatro siglos en Cuba. Hubo militares distinguid­os y personalid­ades en las cuales, por su prestigio y actividad recayeron varios marquesado­s. Siempre mantuvo mi padre muy viva la historia de sus antepasado­s, así como un gran respeto a las tradicione­s de nuestra familia. Y es por esa razón que papá fue enviando y trayendo, al principio de la revolución, gran cantidad de documentos relativos a la familia y a los títulos.

—¿Por qué decidió iniciar esta ardua batalla? —En los años 50, papá había comenzado los trámites para recuperar los tres títulos, a los cuales sabía que tenía el mejor derecho. Pero el 1 de enero de 1959 todo cambió... Al cumplir mis 95 años, mi hijo me regaló un álbum de fotos antiguas. Al hojearlo, recordé vívidament­e las palabras de mi padre y le pedí a mi hijo que me ayudara a cumplir la promesa que le hice en 1964 a papá de recuperarl­os. —En los años 60 se vio obligada a huir de su Cuba natal.

—Vivimos en Cuba hasta principios de 1961. A mi hijo Luis, de 14 años, lo mandamos en 1960 a Miami a vivir con parientes que ya estaban aquí, hasta que nos fue posible a mi esposo y a mí, así como a mis padres, abandonar nuestro hogar, dejar nuestras raíces. En Cuba lo perdimos todo. Nuestros bienes fueron incautados por el Gobierno. Nos incautaron terrenos y casas casi terminadas, aunque nuestra familia jamás estuvo involucrad­a en política. —¿Confiaron siempre en salir vencedores y ganar el título?

—Mi padre ya había hecho un buen estudio genealógic­o, el cual fue comple

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«Espero que me vean como alguien que las admira por lo que han logrado»

tado por mi abogado en Madrid, Álvaro López-Becerra de Casanova, hijo de los duques de Maqueda, un gran letrado y gran persona, gracias al cual este periplo de seis años llegó a su feliz meta.

—¿Fue un proceso muy caro?

—El costo fue razonable, valió la pena. Me representó el mejor abogado en asuntos nobiliario­s en España.

—¿Cómo le cambia su vida al convertirs­e en marquesa?

—Ser marquesa no me cambia mis valores, ni mi manera de ser, ni va a cambiar mi vida. Solo estoy feliz al poder dejar este legado a mis descendien­tes.

—¿Conocía a Alicia y Esther Koplowitz?

—A las hermanas Koplowitz no las conozco personalme­nte, pero si algún día el destino nos lleva a encontrarn­os, me gustaría decirles personalme­nte que estos pleitos han sido algo que tenía yo que hacer y que espero me vean como alguien que las admira por todo lo que han logrado en sus vidas y por las bellas familias que tienen.

—Su madre era sevillana. ¿Usted ha estado en España?

—Nació en la misma esquina de la calle García de Vinuesa esquina a Arfe, en la Plaza del Arenal, frente a la Maestranza, o sea, más sevillana no podía ser. En todos los años que vivió en Cuba, jamás perdió su acento andaluz. Era una pura sevillana, alegre, ocurrente, tocaba muy bien la guitarra e hizo anidar en mí el amor por Sevilla. He visitado España muchas veces, conozco muy bien todas su regiones y le tengo gran amor y admiración, un pueblo colmado de bendicione­s y calor humano.

—¿Cómo se cruzó en su camino su marido Vicente de la Vega Elozúa? —Se lo debo a mi padre. Una tarde fue a una cena en casa de unos amigos donde jugaban al bridge. Regresó esa noche contándome que había conocido a «un joven ideal» para mí. Le contesté: «Papá, tú siempre tan casamenter­o, este debe ser otro del montón». Pero no lo era… Tuvimos un matrimonio que duró 55 años. —¿Cómo se encuentra de salud?

—Gracias al Señor, muy bien. Creo que uno de los grandes secretos de la vida es el ser agradecido. De mi bisabuela aprendí una frase que me repito a diario: «Apreciar lo que uno tiene es vivir sujetando la dicha».

—¿Es muy coqueta?

—Trato de arreglarme para que mi hijo, nietos y bisnietos me encuentren lo más bella posible.

—¿Cómo es su día a día? —Siempre lleno de luz. Aún toco el piano, lo cual disfruto muchísimo. Vivo con mi hijo, y con él a veces hacemos dúos al piano. Y me alegro tanto cuando vienen mis nietos Luisito y Natalia a visitarme, lo cual hacen frecuentem­ente, y me traen a mis bellos bisnietos, Joaquín, Guillermo, Camila y Daniela.

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FOTOS: ARCHIVO DE LA FAMILIA CÁRDENAS Y GTRES María Elena de Cárdenas, siempre sonriente, posa en su casa de Coral Gables, en Miami
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Cuatro generacion­es. María Elena de Cárdenas, con su hijo Luis de la Vega, sus nietos Luis y Natalia y sus bisnietos, Joaquín, Guillermo, Daniela y Camila, en una foto familiar tomada en su casa de Coral Gables, en el condado de Miami-Dade
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