«Trabajar en televisión es ver envejecer a tu personaje»
El actor protagoniza la octava temporada de «The blacklist», cuyos nuevos episodios emite Movistar cada sábado
A James Spader (Boston, 1960) no le gusta hablar por videollamada, así que toca entrevistarle por teléfono desde Nueva York, donde el actor vive y graba la octava temporada de «The blacklist», el thriller que Movistar Series emite cada sábado tras su emisión la anterior noche en EE.UU. La conversación se produce el mismo viernes en que han rodado el noveno episodio de un total de veintidós y la misma semana del anuncio de que habrá una novena parte. Queda Raymond Reddington, el bandido protagonista, para rato.
«Es la segunda serie en la que he interpretado a un personaje durante más de cien episodios», señala. Su primer personaje en televisión fue el pícaro Alan Shore, primero en «El abogado» y después en su propia serie, «Boston legal» (2004-08). Tres premios Emmy se llevó entonces como mejor actor en drama, aunque los mandamases no tuvieran todas consigo. «Se me dijo que nadie querría a James Spader en su salón. La gente vería sus películas, pero nunca le dejarían entrar en sus casas», recordó años después el productor de televisión David E. Kelley. «The blacklist» se estrenó en 2013 y, aunque nunca ha tenido audiencias boyantes en directo, se ha colado entre los diez títulos más vistos de Netflix y su productora Sony la vende muy bien internacionalmente.
«Con ambos personajes me era y es fascinante ver cómo evolucionan en términos de trama, pero también el paso del tiempo», comenta. «He tenido la suerte de trabajar en cine y teatro, pero una de las cosas únicas de trabajar en televisión es ver envejecer a tu personaje y cómo eso cambia su punto de vista». Este persuasivo fugitivo, que ha vivido a cuerpo de rey y coquetea con la Ley, sufre en los nuevos episodios por su propia salud, pero también por la relación con su desprotegida, la agente del FBI Elizabeth Keen (Megan Boone). «Este año hay una verdadera desavenencia y un profundísimo abismo entre ambos. Y eso es divertidísimo para mí de explorar», avanza.
Él no cambiaría por nada los veintidós episodios por año, bastión de la televisión tradicional estadounidense. «Es el tiempo adecuado que necesitamos. De verdad que no he encontrado todavía una temporada
EL CINE EN TELEVISIÓN
à Sin coronavirus «No hacemos episodios basados en hechos reales y tampoco es una serie de casos como tal»
con episodios de relleno para llenar la cuota», defiende. Quizás sea por una misteriosa trama que da un vuelco constantemente con personajes que todavía esconden o desconocen su pasado. La orden no ha cambiado: si se responde a una pregunta hay que hacer otra nueva. «El otro día estaba hablando con el creador, Jon Bokenkamp, y teníamos un episodio que le sobraban veinte minutos. Y él pensaba que había cortado lo máximo posible», cuenta.
Universo paralelo
El coronavirus les obligó a recurrir a la animación para completar el abrupto desenlace de la anterior temporada, pero no lo han incorporado en la historia. La razón de mayor peso es que «The blacklist» siempre ha existido en un «universo paralelo» y nunca ha intentado ser realista; puro escapismo ante todo y más en estos tiempos. «Nosotros no hacemos episodios basados en hechos reales y tampoco es una serie de casos como tal», añade. La «absurdez» del thriller juega a favor, pues cambia el tono de un episodio a otro: «A veces es muy dramático; otras, muy gracioso o emotivo o misterioso o irreverente».
Spader reconoce ser un búho. Eso le puso las cosas fáciles cuando empezó a trabajar en teatro. En cine, encima, se dejó llevar por personajes también trasnochadores. Pero cuando se pasó a la televisión, se dio cuenta de que tendría que madrugar y aún no se ha acostumbrado: «Eso me impactó porque con una película trabajas dos o tres meses y se aguanta casi todo»