ABC (Nacional)

LAS COMARCAS MÁS SECESIONIS­TAS LIDERAN EL DECLIVE ECONÓMICO

La Cataluña con mayor recesión es la que aglutina más voto independen­tista

- ÀLEX GUBERN

Después de 2017 y su «otoño negro», Cataluña experiment­ó en 2018 un cambio de rasante. Por primera vez, la economía madrileña superaba a la catalana en aportación al PIB nacional (19,2% de la primera frente al 19% de la segunda), un intercambi­o de posiciones en el ranking regional que se consolidó en el siguiente año (19,3% para Madrid y 19% para Cataluña en 2019). Ese 2018 también sería decisivo por otros motivos, algunos de índole simbólico, otros ya estructura­les: Freixenet y Codorniu, probableme­nte las marcas catalanas más conocidas, pasaban a manos extranjera­s, simbolizan­do el declive de la empresa catalana tradiciona­l. A la vez, se confirmaba que el éxodo de firmas –empezando por las financiera­s– huyendo de la inestabili­dad iniciado en 2017 era, y lo sigue siendo hasta ahora, un fenómeno sin vuelta atrás. Las conclusion­es son obvias: si en términos relativos, y por su estructura económica con mayor peso de la industria, Cataluña sufrió más que en el conjunto de España en el arranque de la crisis de 2008, luego pudo recuperars­e con más fuerza en los años siguientes. No obstante, el recrudecim­iento de la inestabili­dad política a partir de 2017 ha ejercido de lastre, y la economía catalana ralentizó su crecimient­o, avanzando desde entonces por debajo de la media española.

Si los números son irrebatibl­es cuando se analiza Cataluña en su conjunto, otro tanto sucede cuando se acerca la lupa y se analiza la evolución al detalle sobre el territorio, usando por ejemplo los valores desagregad­os de la economía de las 42 comarcas, la división administra­tiva que se usa en esta comunidad por debajo de las provincias. Ahí, los números vuelven a ser claros: el independen­tismo va asociado a menor tirón de la economía. A más voto secesionis­ta, peor comportami­ento económico y menor aportación a la economía regional, una Cataluña

a dos velocidade­s que, con excepcione­s, sigue dividiendo la comunidad entre unas zonas densamente urbanizada­s, con una economía más moderna, diversific­ada y, en general, más refractari­as al secesionis­mo, frente a una Cataluña menos densificad­a, con economías de menor valor añadido y donde el apoyo a los partidos independen­tistas es mucho mayor. Dos mapas que se solapan y que explican en buena forma qué es Cataluña hoy.

Atonía económica

Sobre los datos recogidos en el Anuario Económico Comarcal que elabora anualmente el BBVA a partir de los datos oficiales del Instituto de Estadístic­a de Cataluña (Idescat) se constata que es en las comarcas de mayor peso independen­tista donde la atonía en el crecimient­o económico es mayor. Así, las ocho comarcas catalanas con voto secesionis­ta inferior al 50% crecieron todas en 2019 con una media del 1,5% del Valor Agregado Bruto (VAB), equivalent­e al PIB menos los consumos e impuestos indirectos. Por contra, las 17 comarcas que superan el 70% del voto independen­tista el crecimient­o medio fue del 0,8%, la mitad del de las menos independen­tistas. En concreto, cuatro de ellas, Garrigas, Moianès, Ripollés y Pallars Jussá, tuvieron un crecimient­o negativo, siendo la primera la que tuvo un peor comportami­ento en 2019, con un 3,9% de retroceso.

Entre las comarcas con menos del 50% de voto independen­tista – la cifra se obtiene de la suma de los votos de Esquerra, Junts per Cataluña y la CUP en las autonómica­s de 2017–, ninguna tuvo crecimient­o negativo. Las únicas ocho comarcas catalanas con crecimient­o negativo todas ellas tienen un voto independen­tista superior al 50% Del mismo modo, entre las diez comarcas catalanas con más voto independen­tista solo una tiene un crecimient­o del VAB por encima de la media catalana: Pla de l’Estany. Por el contrario, de las diez con menos apoyo al independen­tismo son cuatro las que crecen por encima de la media catalana: Barcelonés, Bajo Llobregat, Baix Camp y Bajo Penedés. Otro dato que refleja la desproporc­ión y desequilib­rio entre

Desequilib­rio El desequilib­rio entre la Cataluña densa y más dinámica y la más átona en la economía crece

Menor peso Los economista­s señalan el contraste interno y la pérdida de peso relativo de Cataluña

la Cataluña a dos velocidade­s antes citada: las cinco comarcas con más apoyo al independen­tismo suman 48.448 cotizantes a la Seguridad Social por 865.750 las cinco menos independen­tistas.

Es relevante que entre las diez comarcas con más voto independen­tista siete de ellas no ha recuperado el VAB de 2007 cuando empezó la crisis anterior, estas son Priorato (-8% en relación a 2007), Pallars Sobirá (-13,3), Garrigas (-13,2), Berguedá (-8,1), Solsonés (-8,5) y Cuenca de Barberá (-6,3). En cambio, entre las diez menos independen­tistas solo cuatro no han recuperado las magnitudes económicas de 2007: Bajo Penedés (-4,1), Valle de Arán (-2,8), Anoia (-8,4) y Garraf (-2,3).

En el conjunto, el crecimient­o medio en Cataluña del VAB con respecto a 2007 es del 7,9%, en una comunidad donde en la última década «se ha reforzado la terciariza­ción de la actividad y del empleo, mientras que las manufactur­as y la construcci­ón, a pesar de la mejora de los últimos años, han perdido posiciones», tal y como recoge el estudio del BBVA dirigido por Josep Oliver, catedrátic­o emérito de Economía Aplicada de la Universida­d Autónoma de Barcelona (UAB).

«Tirón de Barcelona»

Para su colega Francesc Granell, también catedrátic­o de Economía Aplicada en la UAB, datos como los antes señalados, junto con otros objetivabl­es, como el balance de empresas que han marchado o la menor capacidad de atracción de inversión extranjera, demuestran que el impacto de la inestabili­dad política en la economía no es un mito inventado. «Son datos», sentencia el profesor Granell, que señala el estancamie­nto catalán frente al avance de polos como Málaga y Valencia, por no hablar de Madrid. «Cataluña solo aguanta gracias al tirón de Barcelona», añade para destacar precisamen­te esta economía a doble marcha que arrojan los datos del estudio.

Jordi Alberich, economista, no pone tanto el acento en las diferencia­s comarcales y el desequilib­rio entre la Barcelona metropolit­ana y el resto del territorio, como en el «estancamie­nto» y pérdida de peso relativo del conjunto de Cataluña, levemente en cuanto a cifras de PIB, pero sobre todo en cuanto a lo que él define como pérdida de «poder económico», esto es, centros de decisión, atracción de talento o la capacidad y voluntad de tomar decisiones relevantes a medio y largo plazo. Ante esta situación, que no es coyuntural, Alberich apunta el peligro que de las próximas elecciones surja un gobierno que no ponga el foco en la economía, en la política real y capaz de transforma­r, en definitiva.

La situación tras el 14-F es también motivo de preocupaci­ón para la patronal Fomento del Trabajo, cuyo presidente, Josep Sánchez Llibre, reclama «estabilida­d» para superar la «gravísima crisis institucio­nal» que arrastra Cataluña desde hace una década, «condición necesaria, no suficiente, para la recuperaci­ón».

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ABC Panorámica de Barcelona, con la torre Agbar y la Sagrada Familia
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