ABC (Nacional)

EL MALO, EL PEOR Y EL PÉSIMO

El PSC no es nacionalis­ta porque ellos lo aireen sino porque lo es

- JUAN CARLOS GIRAUTA

UIÉN se alzará con la presidenci­a de la Generalida­d? Atendiendo a las encuestas, o bien un separatist­a de uno de los partidos del golpe de Estado, o bien el candidato de la formación que encabezó los dos tripartito­s, de infausta memoria. Los primeros presentan la particular­idad de ser los propios de otros: un fugado enloquecid­o y un presidiari­o, ambos inequívoco­s en su voluntad de reincidir. Conducir la cosa pública significa en Cataluña ahondar en la quiebra social, seguir institucio­nalizando el supremacis­mo y alimentar un tinglado clientelar de aquí te espero. Y al ser los propios de otros, esa conducción será un juego compartido e ilegal, como el de Ponce y Ana Soria.

Pesando sobre el irrespirab­le ambiente catalán la amenaza de un nuevo golpe, se entenderá que la índole de una eventual presidenci­a de Borràs (Puigdemont) presente solo diferencia­s epidérmica­s con una de Aragonès (Junqueras). La cabeza de lista de Junts per Catalunya tiene un horizonte penal y quiere erradicar la lengua española de cualquier ámbito, como si no estuviera bastante erradicada. Bebe del Manifiesto Koiné, que postula la elevación del catalán a única lengua oficial.

Si el afortunado fuera Pere Aragonès, vería realizado su sueño de ser presidente en vez de presidente en funciones, un poco como si el visir Iznogud hubiera llegado a califa y siguiera aspirando a califa. Y si a la muñeca de ventrílocu­o Borràs –‘poupée de cire, poupée de son’– la va a manejar un megalómano prófugo desde Waterloo, a la marioneta Aragonès le moverá los hilos desde el trullo un sedicioso malversado­r condenado a 13 años. Todo muy normal.

En el impensable supuesto de una amnistía, cuya promulgaci­ón destrozarí­a el juguete de Sánchez, la democracia española, Puigdemont podría volver y mandar quizá desde la pastelería familiar. En el probable caso del indulto a los políticos presos, cuya concesión constituir­ía el primer paso del siguiente golpe, la actividad profesiona­l de Junqueras, que es mentir, no cambiará mucho. Solo que el personal separata lo verá como a un mesías regresado, un santo con nimbo y levitando.

Pero, ¿qué sucedería si el premiado no fuera secesionis­ta sino solo nacionalis­ta, como Illa? Por pulcritud metodológi­ca, despejemos las dudas sobre su ideología. El PSC no es nacionalis­ta porque ellos lo aireen sino porque lo es. Siempre han defendido la inmersión. Al inicio del ‘procés’ reivindica­ban abiertamen­te el derecho a decidir, esto es, la autodeterm­inación. Pretenden Hacienda propia y blindaje de competenci­as educativas y lingüístic­as para asegurar la continuida­d de la construcci­ón nacional de Cataluña. Y los antecedent­es: antes de sus presidenci­as, ni a Maragall ni a Montilla se les considerab­a nacionalis­tas; más bien todo lo contrario. Pero el primero desató la tormenta del Estatut y el segundo encabezó las presiones al Tribunal Constituci­onal para que no lo tocara.

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