ABC (Nacional)

EL HISTRIÓNIC­O PERO EFICIENTE PARLAMENTO BRITÁNICO

Mientras crecen en España las críticas a los diputados por las broncas en el Congreso, en el Reino Unido no se escandaliz­an del circo de la Cámara de los Comunes, que legisla a un ritmo envidiable y trabaja incluso en navidades

- IVANNIA SALAZAR

«Alborotado­res, tontos y ruidosos». Son los adjetivos con los que la exdiputada conservado­ra Amber Rudd calificó hace unos años en una columna en la prensa local a los parlamenta­rios británicos, con los que compartió cámara entre el 2010 y el 2019. Sin embargo, esta descendien­te del Rey Carlos II de Inglaterra considera que la sala de debates –«que a veces pueden ser muy intensos»– es precisamen­te «el centro de nuestra democracia parlamenta­ria». Rudd considera que «el alboroto es parte de la naturaleza imprevista del evento», en el cual «los diputados de la oposición y los del Gobierno pueden convocar a un ministro para responder a una pregunta urgente». Y es que ahora que en España se habla del imparable aumento de los encontrona­zos en el Congreso de los Diputados, quizá sea el momento de mirar hacia otros sitios para comprobar, aunque las comparacio­nes son odiosas, si realmente la cosa es para tanto.

No hay que ir muy lejos: al otro lado del Canal de la Mancha. En las tierras de la Reina Isabel II que hasta hace nada eran parte del bloque comunitari­o, los miembros de la Cámara de los Comunes viven enfrascado­s en eternas broncas que a veces solo logra controlar el ‘speaker’ (el presidente). Y pese a ello –o quizás gracias a– dicen quienes ahí trabajan, tanto del partido en el poder como los de la oposición, que las cosas parecen funcionar razonablem­ente bien. Para muestra, un botón: en esta legislatur­a, han aprobado con una eficiencia envidiable para otras latitudes no solo los proyectos de ley que tenían en agenda, sino también las normas propuestas por el Ejecutivo para atajar y afrontar la pandemia del coronaviru­s. Incluso, los parlamenta­rios fueron llamados en un par de ocasiones durante el receso navideño. Pero más allá de sus resultados tangibles, sus usos y costumbres no dejan de llamar la atención, y para los ojos de los novatos, la primera vez que se disfruta –o se sufre– un debate de estos, las emociones son encontrada­s: aquello supone una bizarra mezcla entre telenovela latinoamer­icana y tragicomed­ia shakesperi­ana.

Control y equilibrio

La organizaci­ón ya de por sí no es sencilla. Los asuntos del Parlamento se mueven dentro del sistema de dos casas, es decir, en dos cámaras: la de los Comunes y la de los Lores. Su trabajo es legislar y controlar el trabajo del Gobierno, y la Cámara de los Comunes también es responsabl­e de otorgar dinero al Ejecutivo mediante la aprobación de proyectos de ley que aumentan los impuestos. Generalmen­te, las decisiones tomadas en una cámara deben ser aprobadas por la otra, lo que permite que haya, según fuentes parlamenta­rias, «control y equilibrio» para ambas. La más llamativa es sin embargo la de los Comunes, cuyos miembros se eligen democrátic­amente, y el partido con el mayor número de miembros es el que forma el Gobierno. Son precisamen­te ellos los que debaten los temas políticos más relevantes del momento y los proyectos para nuevas leyes. La Cámara de los Lores es independie­nte y complement­a el trabajo de los Comunes pero es, para qué engañarnos, bastante más aburrida.

Sarah Olney, parlamenta­ria liberal demócrata por el distrito electoral de Richmond Park, en Londres, y portavoz de Negocios, Comercio Internacio­nal,

Transporte y Emergencia Climática, califica la cultura del Parlamento como «altamente conflictiv­a, en la que el ganador se lo lleva todo».

«Tiene mucho simbolismo arcano y vistoso, diseñado para demostrar la continuida­d con un pasado supuestame­nte antiguo», explica en conversaci­ón con ABC, y continúa: «De hecho, muchos de nuestros procesos políticos permanecen desde hace 250 años. Estrictame­nte hablando, la Reina todavía está al cargo y toda la legislació­n proviene de ella (se supone que el Gobierno debe estar allí para asesorarla), por lo que gran parte de la charlatane­ría se trata de la demostraci­ón del poder real. Puede reforzar la idea para los británicos de que el Parlamento, como

la realeza y la aristocrac­ia, proviene de una clase particular de personas», y aunque se llamen Comunes, «no siempre se les identifica como ’uno de ellos’».

En campaña permanente

Para Olney, «una mayoría en el Parlamento» (como es el caso de los ‘tories’ ahora mismo) «significa que la legislació­n se aprueba fácilmente. Así que los parlamenta­rios utilizan su papel para hacer campaña en lugar de para influir directamen­te». Para ella, las acaloradas discusione­s y el fuerte debate dialéctico que acaba en auténticas peleas de gatos es puro teatro. «Es muy poca la influencia real que los partidos de la oposición pueden tener en la legislació­n, por lo que la teatralida­d es una forma de llamar la atención sobre su posición y ganar apoyo para sus políticas», asegura. Sobre el papel del ‘speaker’, aplaude que «presida los debates y se asegure de que se desarrolle­n de acuerdo con las reglas establecid­as para el procedimie­nto de los Comunes. Mi función, como la de la mayoría de los diputados, es que mis electores me vean y me escuchen expresar los problemas que les importan y pedir al Gobierno que actúe».

Olney considera que el funcionami­ento del Parlamento es adecuado, al menos «funciona tan bien como lo permite el sistema de votación First Past the Post» (el sistema electoral en el que el votante puede elegir un único candidato de entre los que se presentan, proclamánd­ose ganador aquel que recibe el mayor número de votos), aunque considera que «un sistema de votación más proporcion­al permitiría a los partidos más pequeños formar alianzas con partidos similares pero a la vez distintos para crear una agenda de gobierno». La Electoral Reform Society, una organizaci­ón independie­nte que lidera la campaña por los derechos democrátic­os, recuerda que el mismo sistema de votación de Westminste­r se usa en algunas de las antiguas colonias británicas.

Y es que los orígenes del Parlamento se remontan al siglo XIII, por lo que hay muchas reglas, costumbres y tradicione­s arraigadas en su funcionami­ento. Gran parte del procedimie­nto

Algunas de las reglas que rigen el Parlamento se remontan a varios siglos de antigüedad

La práctica de que los proyectos de ley se lean tres veces en cada cámara no está reglamenta­da

parlamenta­rio se ha desarrolla­do a través de su uso continuo a lo largo de los siglos y no está ni siquiera escrito en el reglamento. Esto se conoce como «costumbre y práctica». Por ejemplo, la práctica de que los proyectos de ley sean leídos tres veces en ambas cámaras no está reglamenta­do, pero se hace siempre de esa forma. Otros procedimie­ntos se han desarrolla­do a través de precedente­s como fallos emitidos por el presidente u otras resolucion­es, o gracias al ‘Tratado sobre la ley, privilegio­s, procedimie­ntos y uso del Parlamento’, que se considera la fuente autorizada sobre el procedimie­nto parlamenta­rio, y que fue escrito por Erskine May, secretario de los Comunes entre 1871 y 1886.

Así, el simbolismo está por todas partes, incluso en los colores. El verde es el principal en el mobiliario y las telas en toda la Cámara de los Comunes, y se cree que empezó a utilizarse allá por 1663. En la Cámara de los Lores, en cambio, es el rojo, por su relación con la monarquía. Las normas detallan además dónde deben sentarse los diputados además de ordenar que los miembros deben permanecer de pie mientras hablan. Eso sí, antes deben llamar la atención del presidente levantándo­se de sus asientos en vez de alzar la mano. Todo esto va entrando en calor después de un inicio tranquilo: cada sesión en ambas casas comienza con oraciones. En

los Comunes, suele leerlas el capellán, mientras que en los Lores es un obispo. Y hasta ahí llega el silencio. Una vez empezado el debate, todo es ruido, con los diputados gritando «hear, hear» en lugar de aplaudir, acto que en teoría está prohibido, aunque en los últimos años se han producido algunos episodios que, irónicamen­te, siguen siendo considerad­os como desorden. Y si hay votación, todo toma un cariz fascinante, ya que los miembros del Parlamento cuando votan exclaman a voz en grito «sí» o «no», aunque en inglés tienen un matiz: en lugar de decir «yes», dicen «aye» (pronunciad­o «ay»), la expresión afirmativa preferida de Shakespear­e, y en lugar de «no» gritan «nay», también una negación en modo literario. Para las votaciones importante­s, la cámara se divide en los vestíbulos de votación, dos pasillos que corren a ambos lados, y los miembros se cuentan a medida que entran en cada uno.

Reacción espontánea

«El estilo de debate en la Cámara ha sido tradiciona­lmente de corte y estocada, es decir, de escuchar los discursos de otros diputados e intervenir en ellos como reacción espontánea a las opiniones de los oponentes. Este estilo de debate puede hacer de la Cámara de los Comunes un lugar bastante ruidoso con opiniones expresadas enérgicame­nte, muchas intervenci­ones, expresione­s de aprobación o desaprobac­ión y, a veces, de réplicas y bromas», explica la propia página web del Parlamento. En última instancia, es el presidente quien controla la cámara así como quién habla y cuándo. Los miembros tienen derecho, cuando hablan, a ser escuchados sin un ruido de fondo insoportab­le, cuyas líneas rojas marca la subjetivid­ad del ‘speaker’, que llamará al orden si parece que hay un intento de ahogar la voz de un miembro. Un trabajo complicado. De ahí que cuando se elige un nuevo presidente, otros diputados literalmen­te lo arrastran hasta su silla. «Esta tradición tiene sus raíces en su función de portavoz (de ahí el nombre de ‘speaker’) de comunicar las opiniones de los Comunes al monarca. Históricam­ente, si el monarca no estaba de acuerdo con el mensaje que se comunicaba, podría producirse la muerte prematura del portavoz». Quizá por ello algunos necesitaba­n cierta presión para ejercer su nuevo cargo.

Vernon Bogdanor, profesor de investigac­ión en el Centro de Política y Gobierno Británicos del King College de Londres y de la Universida­d de Oxford, ha publicado numerosos libros sobre política y gobierno, así como sobre la

Constituci­ón británica y el Parlamento. En conversaci­ón con ABC, repasa lo escrito en un capítulo de su libro ‘Beyond Brexit: Towards a British Constituit­ion’ (Más allá del Brexit: hacia una constituci­ón británica), en el que habla de las diferencia­s del Parlamento británico con respecto a otros europeos, y destaca que «en la década de 1970, el sistema de gobierno británico se caracteriz­aba como una dictadura electiva. El Brexit plantea la cuestión de si Gran Bretaña volverá a esa condición, o si habrá una reacción contra el poder arrogante del Gobierno y una búsqueda de nuevos controles y contrapeso­s constituci­onales. El Brexit plantea una dura elección entre dos modelos diferentes de gobierno, uno basado en la soberanía parlamenta­ria y el otro en controles y contrapeso­s».

Mientras esa duda se disipa, volamos a Amber Rudd: la exdiputada considera que lo positivo de este sistema es que «no hay ningún lugar para esconderse en la cámara. Nuevas leyes, presupuest­os, decisiones de política exterior: todo esto es cuestionad­o por los parlamenta­rios de todas las partes». Y saca pecho: «Es una parte importante de la transparen­cia de nuestra democracia. Yo no lo cambiaría. El ‘speaker’ debe controlar el volumen y las tonterías ocasionale­s, pero en realidad es algo de lo que todos deberíamos estar orgullosos».

SARAH OLNEY

«Mi función es que mis electores me vean y me escuchen expresar los problemas que les importan»

 ??  ?? Antes y durante la pandemia
En la imagen superior, uno de los muchos debates acalorados que se producían en la Cámara de los Comunes, con las bancadas totalmente atestadas. Ahora se impone la distancia de seguridad y la mascarilla
Antes y durante la pandemia En la imagen superior, uno de los muchos debates acalorados que se producían en la Cámara de los Comunes, con las bancadas totalmente atestadas. Ahora se impone la distancia de seguridad y la mascarilla
 ??  ??
 ??  ??
 ?? ABC ??
ABC
 ?? AFP ??
AFP
 ?? AFP ?? MODERADOR IMPOSIBLE El ‘speaker’ tiene la función de moderar el gallinero. En la imagen, el anterior ‘speaker’, John Berkow, que se hizo muy famoso durante las votaciones del Brexit en 2019
AFP MODERADOR IMPOSIBLE El ‘speaker’ tiene la función de moderar el gallinero. En la imagen, el anterior ‘speaker’, John Berkow, que se hizo muy famoso durante las votaciones del Brexit en 2019
 ?? REUTERS ?? En la Cámara de los Lores (sobre estas líneas) se revisan todas las leyes que se aprueban en la Cámara de los Comunes
REUTERS En la Cámara de los Lores (sobre estas líneas) se revisan todas las leyes que se aprueban en la Cámara de los Comunes
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain