Milena Busquets: «No utilizo la literatura para saldar cuentas»
Seis años después del éxito de ‘También esto pasará’, regresa a la ficción con ‘Gema’
MADRID
Escribe Joan Didion, al comienzo de ese libro que comparte título con uno de los mejores álbumes de los Beatles, que «nos contamos historias a nosotros mismos para poder vivir». Eso, de algún modo, pero extendido a sus lectores, es lo que Milena Busquets buscaba cuando escribió, hace ya más de seis años, ‘También esto pasará’. Entonces, rescató de su memoria la muerte de su madre. Lo hizo desde la luz, con esa luminosidad que desprende su escritura, huyendo de la nostalgia, el victimismo o la autocompasión. Un ejercicio de autoconciencia que ha vuelto a llevar a cabo con ‘Gema’ (Anagrama), su nueva novela, en la que evoca a aquella amiga, que da nombre al libro, fallecida a los quince años a causa de la leucemia. La muerte, otra vez. El duelo, de nuevo. Porque ambos son inherentes a la vida.
Todo lo vivido con ‘También esto pasará’, la montaña rusa en la que te coloca el éxito, con sentimientos encontrados y poco tiempo para asimilarlos, le dejó en un estado de resaca emocional del que debía recuperarse para poder ponerse, de nuevo, a escribir. «Es imposible escribir cuando estás montada en una ola de éxito. La voz de un escritor es muy fácil de perder, y necesité al menos un año para aterrizar un poco en mi mundo». Un mundo, el personal, habitado, en realidad, por los mismos personajes que pueblan su universo literario. «Ya sé que está muy denigrado este término, como si hacer autoficción fuera algo terrible. Pues esto es autoficción, pero hay más ficción de lo que los lectores quieren creer. Se monta un diálogo entre lo que es muy personal y lo que te han contado o simplemente te resulta mejor para montar una novela», explica la autora.
Portadora de esa fina, y sana, ironía que sólo dominan las personas que no se dan demasiada importancia, aunque se tomen en serio, Busquets bromea con la extensión de ‘Gema’ asegurando que le gustaría que sus libros «se pudieran leer en el tiempo que se ve una película. Cuando uno escribe, es como una flecha que has de tirar e, igual por impaciencia o porque es mi voz y mi estilo, yo voy recta a la diana. No escribo para darme placer a mí, sino a los demás, y en 150 páginas me comprometo a eso».
‘Gema’ es también, desde su título, una reflexión sobre la memoria, sobre aquello que, pasado el tiempo, recordamos. «Un escritor hace una labor de rescate de lo que le importa. Recordamos muy poco, sólo algunas cosas, el resto las olvidamos». Pero, ¿por qué ciertos hechos pasan a formar parte de nuestra «memoria fundacional» y otros no? «No sé, hay cosas que te marcan, que te
à La voz «Es imposible escribir montada en una ola de éxito. La voz de un escritor es muy fácil de perder»
hacen ser quien eres. Y con ‘Gema’ puede que haya un cierto sentido de culpa. Soy mucho más consciente de lo que es la muerte ahora de lo que lo era a los quince años. A esa edad, la muerte está en las antípodas de lo que eres. Todos llevamos unas cuantas historias potenciales en nuestro interior, cosas de las que piensas que escribirás, y ‘Gema’ siempre estuvo, de algún modo, conmigo, siempre pensé que debía rescatarla». Lo dice después de aclarar que ella sólo escribe de la gente que quiere. «No utilizo la literatura para saldar cuentas. No escribo desde la rabia, el odio o la reivindicación. Yo escribo desde el amor y la paz, por muy ridículo y cursi que suene».
La nostalgia
Consciente de que en la literatura, igual que en la vida, «la nostalgia es un terreno muy delicado», intentó huir de ella, «porque no es productiva, ni fiel a mi voz y a lo que yo quería contar, caer en la cursilería era mi mayor temor». Aun así, o precisamente por eso, «la muerte está en el tronco» de la historia de ‘Gema’. «Es una obviedad, pero es que la muerte es parte de la vida, y nos vamos a morir todos, que también es una obviedad, pero está bien recordarlo, porque nos olvidamos muy a menudo. Las pérdidas forman parte de las reglas de estar vivo. Quería ver si era capaz de coger una muerte que me había dolido, y que me duele treinta años después, y rodearla de vida».