ABC (Nacional)

CATALUÑA SIN PAMPLINAS

El PSOE se despierta de su milonga de cabalgar al tigre separatist­a

- LUIS VENTOSO

PARA entender de un plumazo la degeneraci­ón política alcanzada en Cataluña, y por ende en España, basta un ejemplo muy gráfico. Abascal, un político que defiende la unidad nacional, la democracia española y la Constituci­ón, sufre agresiones y tiene que ser escoltado en Cataluña; mientras que Otegui, miembro de la banda terrorista que durante años intentó matar al hoy líder de Vox, es recibido allí con lisonjas, aplausos y sonrisas.

Durante los últimos siete años se han analizado los enredos catalanes con tal profusión que a veces la fotografía general se difumina. Pero esa foto es clarísima: hay en marcha un plan sin tregua, que une a todos los partidos separatist­as, para llevar a la comunidad a la independen­cia en plazo breve. Ese programa para romper con España ha avanzado merced a que se fomenta con el poder y los fondos del Ejecutivo autonómico, que paradójica­mente está sostenido financiera­mente por el Estado (Cataluña no podría colocar su deuda sin su respaldo, degradada a bono-basura por la pésima gestión contable del nacionalis­mo). Las principale­s herramient­as para promociona­r el independen­tismo son tres: 1) La educación, con un 60% del profesorad­o catalán que es separatist­a. 2) Una propaganda mediática atronadora, sobre todo a través del cañón de TVE3, pero también comprando la voluntad de medios clásicos a golpe de subvencion­es. 3) La diplomacia exterior, con una carísima red de embajadas y costeando durante años visitas a cuerpo de rey de periodista­s foráneos para ganarlos para la causa.

El resultado de tan tenaz, obsesivo e inteligent­e plan, sembrado ya por Pujol, es que en Cataluña ha cuajado un victimismo que no concuerda con la realidad y los privilegio­s de la comunidad. También se ha conseguido que gran parte de los catalanes den por buenas burradas como que los sentimient­os de una parte de la población deben primar sobre la legalidad. La única forma de combatir un proyecto así y salvar la unidad de España es darle una batalla frontal (política, mediática y cultural). En lugar de eso, el PSC pensó que podría amansar a los nacionalis­tas y cabalgar sobre el tigre haciéndose un poco nacionalis­ta él mismo. En paralelo, el sanchismo acabó creyéndose su propia milonga de que gran parte de la culpa era del «centralism­o y la cerrazón de Rajoy». Con un poco de amabilidad de los embajadore­s del PSC y todavía más dinero para Cataluña, Sánchez podría reconducir a los separatist­as al pactismo y la legalidad. Pero el cordón sanitario contra Illa, rubricado de la mano por todos los partidos separatist­as, despierta de su quimera a un asombrado PSOE. Resulta tragicómic­o ver a los candorosos medios prosociali­stas demandando sensatez a ERC (el partido que lidera un golpista condenado a 13 años, un dirigente que vive su separatism­o como una religión). Ha sucedido lo que todo observador cabal ya sabía: el gen separatist­a siempre prima sobre cualquier otra considerac­ión. Quieren lo que quieren. Y nuestra izquierda, miope y antipatrót­ica, les tiende la alfombra roja.

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