ABC (Nacional)

CREEN QUE EL PROBLEMA ES IGLESIAS

El cometido de Illa es ahogar en un barreño a la milagrosa criatura política que nació en Barcelona como reacción al golpe de 2017. Ya sé que él estaba allí. Y yo, que sé cómo el PSC juega a todos los números de la ruleta. Aquello había que reconducir­lo,

- POR JUAN CARLOS GIRAUTA

ADOPTEN el lenguaje del adoquín o adapten sus maneras a las del aula, tienen en Podemos un handicap incapacita­nte, un marrón crónico. Daría para varias planas como esta, pero no las merece. Ya Toni Cantó ha demostrado que el problema podemita se puede condensar en ocho palabras, sin merma de significad­o y con énfasis significat­ivo: «No saben hacer la o con un canuto».

Un justo torbellino de irritación ha agitado esta semana a socialdemó­cratas de varios partidos. El manifiesto resultante contra Podemos no puede evitar el señalar un poquito a Sánchez: contraería alguna responsabi­lidad, o algo así, si no suelta ese lastre de Iglesias. Rasgo común de los firmantes es no necesitar al PSOE para vivir. Los unos porque no dependen (ya) más que de sí mismos, los otros porque dependen (todavía) de partidos diferentes. Hay notables socialista­s entre los firmantes, pero están jubilados. O sea, lo normal, levantas la voz cuando no te juegas el sustento.

Llama la atención que ni siquiera esas personas apreciable­s, entre los que cuento varios amigos, acierten con el verdadero culpable. Con el responsabl­e de que los podemitas gobiernen mientras dañan los intereses de España, minan su prestigio, destripan su unidad y frustran su futuro. Que el culpable es Sánchez lo debería comprender una clase de párvulos. Pero la socialdemo­cracia patria presenta una gran versatilid­ad cognitiva. Entiende de entrada las cosas, te sigue el razonamien­to sin trompicone­s, asiente al argumento central, continúa comprendie­ndo, ya estás a punto de llegar con ellos a la conclusión y, en el último momento... ¡zas! ¡Tararí que te vi! Sánchez será lo que quieras, vienen a decir, pero hablamos del PSOE. Antes de pisar ahí prefiere el más díscolo socialdemó­crata, el menos sectario, el heterodoxo, salir por peteneras. El PSOE es un gran partido, como observó El caso es que quien no debería tolerarlo, lo tolera. ‘¡Es que Iglesias tiene que largarse!’ No, es Sánchez el que tiene que largarse. Iglesias se irá con él por el desagüe.

El vicepresid­ente segundo lanzará, entre serie de Netflix y serie de HBO, sus bombas fétidas contra los jueces y sus tracas contra la Monarquía. Sus flores a raperos enfermitos de odio y sus loas a los golpistas. Una indecencia y tal. Pero no ha engañado a nadie. Es más, antes era peor. Aún no le habían indicado que hablara bajito, como Illa, y que no insultara en la cara a los periodista­s. Ahora encarga los linchamien­tos a Dina a Cuatro y susurra sus maldades, al punto que si tuviera un debate con Illa habría que leerles los labios. De todo lo cual se colige que, siendo un poema el tío, era más peligroso cuando Sánchez lo colocó de tercero de su Gobierno.

Otrosí digo, ¿qué temer de la candidata podemita a las catalanas, cuyo nombre han olvidado ustedes y yo no se lo voy a recordar? Nada. ¿Y del candidato socialista? Todo. Illa es una bomba de efectos retardados, pero poco. Para honrar al ramo que ha dirigido, se niega a hacerse las pruebas que a todos les exigen, lo cual ha indignado bastante. Candidatos, maquillado­res, cámaras, técnicos de sonido y asesores no saben si Illa les ha contagiado algo. Pero el daño político lo hará a partir del domingo.

En la mejor tradición del PSC, volverá a recoger el voto de muchos constituci­onalistas para ponerlo al servicio del nacionalis­mo, otorgar ciudadanía­s de primera, segunda y tercera, consagrar de una vez el federalism­o asimétrico. A ver si se nota de una puñetera vez que los catalanes son más. ¿Más qué? Más. Punto. El cometido de Illa es ahogar en un barreño a la milagrosa criatura política que nació en Barcelona como reacción al golpe de 2017. Ya sé que él estaba allí. Y yo, que sé cómo el PSC juega a todos los números de la ruleta. Aquello había que reconducir­lo, ¿verdad, Salvador, Anna, Josep Maria? En cuanto a los cien mil muertos, no existen en el enrarecido ambiente catalán. Esa Cataluña solipsista es la que Illa piensa reforzar con los golpistas en un tercer tripartito.

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CARBAJO
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