Muere Antonio Giménez-Rico, el principal embajador de Delibes en el cine
Presidió la Academia durante cuatro años y ganó el Goya por el guión de ‘Jarrapellejos’
MADRID
La Academia de Cine informó ayer de la muerte del director de cine y guionista Antonio Giménez-Rico, uno de los más felices y tenaces adaptadores de la obra de Miguel Delibes y presidente de la institución entre 1988 y 1992. El cineasta burgalés, fallecido a los 82 años, deja casi treinta títulos, entre los que no faltan importantes series de televisión, de cuando TVE las producía con esmero y sin darse importancia. Ganó el premio Goya en 1989 por el guion de ‘Jarrapellejos’, cinta que también dirigió y que escribió con Manuel Gutiérrez Aragón, a partir de la novela de Felipe Trigo.
Entre los títulos más recordados de Giménez-Rico destacan ‘Vestida de azul’, primer documental sobre la transexualidad en España, y las lecturas de Delibes ‘Retrato de familia’ (1976), ‘El disputado voto del señor Cayo’ (1986) y ‘Las ratas’ (1997).
Giménez-Rico también trabajó con José Luis Garci en ‘El cronicón’ (1969) y con Rafael Azcona en ‘Soldadito español’ (1988). Antes, había sido ayudante de Antonio Mercero en ‘Se necesita chico’ (1963) y del italiano Vittorio Cottafavi en ‘Los cien caballeros’.
Derecho y periodismo
No fue el cine, sin embargo, el primer camino profesional elegido por el cineasta, que se licenció en Derecho por la Universidad de Valladolid antes de estudiar Periodismo en Madrid. Al séptimo arte se arrimó como pudo, escribiendo en la revista ‘Cinestudio’ y colaborando de forma activa en los cineclubs de la época, lo que le allanó el camino a sus primeros trabajos como auxiliar o ayudante de producción.
Después del corto documental ‘Crónica, Torremolinos invierno’ (1965) y del mediometraje ‘Mañana de domingo’ (1966), se estrenó en el largometraje en 1968 con ‘El hueso’, seguido de la citada ‘El cronicón’, ambas con un reparto importante y una afición indisimulada por la comedia, en una España casi siempre descentralizada.
Después de la irregular acogida de ‘¿Es usted mi padre?’ en 1969, empezó a trabajar en Televisión Española, donde volvió a colaborar con Garci para crear la serie ‘Plinio’, sobre el personaje nacido de la pluma de Francisco García Pavón. Aún más repercusión tuvo ‘Crónicas de un pueblo’, con Mercero como aliado, y ya en los 80 ‘Página de sucesos’, donde rendía homenaje al oficio de periodista con las desventuras de Patxi Andión e Iñaki Miramón.
En esa época empezó a pillarle el gusto a las adaptaciones literarias, como ‘Viaje a la Alcarria’, de Cela, pero fue su primer Delibes, ‘Retrato de familia’, inspirado en la novela ‘Mi idolatrado hijo Sisí’, el que le proporcionó uno de sus primeros grandes éxitos, ya en 1976.
En los 80 su mirada se vuelve más osada y en 1983 dirige ‘Vestida de azul’, en la que explora el travestismo. Luego regresó a Delibes con ‘El disputado voto del señor Cayo’ (1986) y un año más tarde ganó el Goya por ‘Jarrapellejos’. Después de ¡Soldadito español’ (1988), entró en los 90 con peor pie. ‘Catorce estaciones’ (1991), ‘Tres palabras’ (1993) y el documental ‘Sombras y luces’ (1996) no hicieron tanto ruido, pero se resarció con su autor favorito en ‘Las ratas’ (1997).
Sus últimos largometrajes fueron ‘Primer y único amor’ (2002), ‘Hotel Danubio’ (2003), preseleccionada por la Academia de Cine para representar España en los Oscar; y ‘El libro de las aguas’ (2008).
Para TVE dirigió y escribió un buen puñado de títulos y le dio tiempo a fundar y presidir la Asamblea de Directores-Realizadores Cinematográficos de España antes de hacerse cargo de la Academia de Cine (1988-1992). Además del Goya, recibió en 1996 el premio Castilla y León de las Artes, y la Facultad de Humanidades de la Universidad de Burgos puso su nombre a una cátedra permanente de cine.
Arriba, Giménez-Rico con la Espiga de Honor que le concedió en 2018 el Festival de Cine de Valladolid. Junto a estas líneas, con Luis García Berlanga y José Luis Garci en el año 2002