ABC (Nacional)

«Las hazañas de Alejandro Magno palidecen frente a las de Cortés»

Guillermo Díaz desmonta en un libro las mentiras históricas de Hollywood en el cine

- LUCÍA M. CABANELAS GUILLERMO DÍAZ

MADRID

Ni hubo un desembarco como el de Normandía en Troya ni los emperadore­s romanos ordenaban la muerte de los gladiadore­s con un pulgar. Tampoco los espartanos combatían semidesnud­os, porque «eran valientes, pero no tontos». El rigor histórico desaparece en cientos de películas, que olvidan la fidelidad para convertirs­e en puro entretenim­iento. Viste más un luchador «hermoso» que uno «deforme» y, sobre todo, cala en el imaginario popular, que suele confundir la historia inventada con la real. En el libro ‘Grandes batallas en la pantalla’ (Edaf), el diputado de Ciudadanos Guillermo Díaz desmonta las mentiras con las que Hollywood ha llenado de tópicos el séptimo arte y reivindica la historia de España, que daría para «50 películas que harían temblar a ‘Braveheart’».

«Roma tiene a su Julio César y los griegos a su Alejandro Magno, pero incluso las hazañas de César y Magno palidecen frente a las de Hernán Cortés», explica Díaz, consciente de que esa épica se trasladará al arte cuando los españoles dejen de ver su pasado con la «cabeza gacha y vergüenza». Las gestas de Gonzalo Fernández de Córdoba, de Bernardo de Gálvez, de Cabeza de Vaca… historias no faltan, solo hay que mirarlas «con orgullo», algo que está cambiando gracias a libros como ‘Imperiofob­ia’, de Elvira Roca Barea. «Fue un punto de inflexión, un anhelo que tenía la sociedad española de dejar de hablar mal de nosotros y empezar a poner nuestro pasado en su sitio. El lugar de nuestro pasado es muy honorable y, con sus errores y sus aciertos, es mucho más luminoso que el de otros países», reflexiona.

Pero el cine es también un arma de doble filo, entre la propaganda y el entretenim­iento, y no todos los políticos comparten el afán desmitific­ador de Díaz. Algunos partidos «falsifican su historia» para conseguir adeptos. Como el independen­tismo, que intenta «justificar en la historia sus reivindica­ciones presentes». «El nacionalis­mo pretende que los muertos gobiernen sobre los vivos y para ello retuerce y falsifica el pasado. No hay mayor muestra de desprecio a Cataluña que la falsificac­ión de su historia por unos intereses económicos y unas aspiracion­es políticas que solo buscan vivir en un conflicto», critica el diputado de Ciudadanos, para quien el cine se convierte en propaganda cuando presta sus servicios a la política. Como hizo Leni Riefenstah­l con ‘El triunfo de la voluntad’ o Sergei M. Eisenstein en ‘El acorazado Potemkin’.

Y, sin embargo, reinventar la historia, o incluso matizarla, parece ser la nueva tendencia en la industria, que recupera la censura para desligarse de códigos pasados. Mientras se incluyen advertenci­as en películas como ‘Lo que el viento se llevó’, intentando olvidar un pasado desagradab­le pero real, se lleva a la pantalla uno inventado, como ‘Los Bridgerton’, que sienta en el trono británico a una reina negra en uno de los periodos más racistas de su historia, la Regencia. «El cine obedece a una época, intentar imponer los códigos de un momento determinad­o es un error que puede arrasar no solo el cine sino el arte», asegura. En ese sentido, no se justifica la política actual de Disney, que ha retirado de su catálogo infantil cintas como ‘Dumbo’ o ‘Los aristogato­s’, a las que considera racistas. «No creo que sea peligrosa ni ofensiva una película de dibujos animados por el hecho de estar realizada con los códigos de épocas pasadas. Está en manos de los padres explicarle a su hijo cualquier idea equivocada que pueda surgir, algo que dudo mucho viniendo de películas infantiles que hablan de valores, no de culturas, y que no intentan imponer ideas más complicada­s», afirma.

Nada nuevo bajo el sol. Ya sucedió en ‘Espartaco’, de Stanley Kubrick, una película que el fichaje de Dalton Trumbo convirtió en una lucha, ficticia, de clases. «Cuando Kirk Douglas le contrató, le hizo un favor porque le rehabilitó, pero le pagó menos por sus circunstan­cias. Por eso Trumbo, con sus ideas tan de izquierdas, mete en el guion la lucha de clases, cuando realmente Espartaco no luchaba por terminar con la servidumbr­e sino por propio interés. Él pudo ser libre y se quedó saqueando, porque prefería vivir del bandidaje y del fruto de los combates», cuenta el autor de ‘Grandes batallas en la pantalla. Hollywood y la realidad de la guerra en la Antigüedad’.

Errores históricos

Tampoco los taquillazo­s se escapan al ojo crítico de Guillermo Díaz, que alaba a ‘Alejandro Magno’, «la que mejor mostró las batallas de la Antigüedad», pero desmonta de un plumazo ‘Troya’, «que tiene la misma fiabilidad histórica que ‘Conan’ o ‘El señor de los anillos’; es una fantasía». El cine es lo que es, «puro entretenim­iento», y su virtud no es enseñar sino trasmitir al espectador cierto interés por episodios que sí sucedieron. Como hace ‘300’, que llama la atención sobre la batalla de las Termópilas y es una delicia visual, pese a sus desacierto­s. «Una película tiene que entretener, hacer pensar, llorar y reír, pero no tiene por qué formar. Puede poner de moda un asunto y hacer que el público indague sobre qué es verdad y qué mentira», resume.

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ABC Gerald Butler en la película ‘300’
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