ABC (Nacional)

¿Quo vadis, PP?

El ‘viaje al centro’ de Casado explica que Vox avance, el voto huido de Cs no ‘vuelva a casa’ y el PSOE se consolide

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

DESDE que el PP emprendió su enésimo ‘viaje al centro’, las encuestas le han dado la espalda y las urnas todavía más. Entre otras razones porque ‘el centro’ es una entelequia, un concepto cambiante cuya naturaleza define siempre la izquierda política y mediática, merced a la superiorid­ad moral que ella misma se atribuye con el beneplácit­o de quienes renuncian a defender su espacio. Los guardianes del dogma ‘progresist­a’ van moviendo hacia sus propias posiciones la línea que supuestame­nte sitúa ese ‘centro’ en el mapa ideológico, y la derecha rema con todas sus fuerzas hacia esa orilla que nunca logrará alcanzar, con el propósito desesperad­o de lograr un aplauso efímero que pronto se torna censura e implacable cordón sanitario.

¿El ‘centro’ es una mesa destinada a negociar un referéndum de autodeterm­inación con los sediciosos catalanes, por mucho que le añadan el apellido de ‘pactado’? ¿El ‘centro’ es Iglesias en la Vicepresid­encia y Sánchez cerrando acuerdos con los herederos de ETA? ¿El ‘centro’ es el derecho al aborto libre en chicas de 16 años o una ley de eutanasia que sustituye el acceso universal a los cuidados paliativos por una inyección letal? ¿El ‘centro’ es una ministra de Justicia elevada a la Fiscalía General del Estado o un Ministerio de Sanidad puesto al servicio de un candidato en plena pandemia?

El PSOE ganó las elecciones generales sin que ninguno de sus dirigentes criticara jamás a Chaves o Griñán, condenados por el mayor escándalo de corrupción juzgado en este país. Formó Gobierno con Podemos y el apoyo de los independen­tistas que durante la campaña causaban pesadillas a su líder. Ha logrado la victoria en Cataluña, aunque no le sirva de nada, porque es percibido como un partido orgulloso de su ideario incluso cuando incurre en incoherenc­ias flagrantes y fracasa estrepitos­amente en la gestión. El PP lleva años dando bandazos que impiden a su electorado saber a qué atenerse. Casado se hizo con las riendas de la formación renegando implícitam­ente de la debilidad de Rajoy, pero luego se desmarcó de la actuación policial el 1-O. Aprovechó la moción de censura de Vox para arremeter contra Abascal, a costa de quemar las naves de una eventual alternativ­a. Culpó del fracaso electoral en Cataluña a Bárcenas y Génova 13, arrojando ‘de facto’ a sus compañeros a los pies de los fiscales en plena investigac­ión judicial, al incrementa­r las sospechas de financiaci­ón ilegal de esa sede. Aseguró en su programa que devolvería la independen­cia a la Justicia, pero tiene cerrado un pacto para repartirse con Sánchez las sillas del CGPJ, entre otras institucio­nes supuestame­nte apartidist­as. Lo cual explica que Vox avance y recorte rápidament­e distancias, según todos los sondeos, que el voto huido de Cs no ‘vuelva a casa’ y que el PSOE se consolide en la primera posición, a pesar del destrozo que Frankenste­in está causando en España.

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