ABC (Nacional)

El Palau y la Cataluña rota

- SERGI DORIA

Cuando los colegas del rapero petan vitrales del Palau, la burguesía independen­tista que mima a las CUP y desmoraliz­a a los Mossos, se conmueve: «¡El Palau no se toca!» Mientras, los vándalos arrasan la Rambla y saquean el paseo de Gracia.

El Palau simboliza el mecenazgo que embelleció Barcelona. Los orfeones de Anselm Clavé, Lluís Millet y Amadeu Vives. El modernismo wagneriano que abre las puertas a Europa.

En el Palau, el nacionalis­mo –católico y conservado­r– pasa a la oposición después de ganar dinero con el franquismo. La burguesía que vio sus iglesias quemadas y fábricas colectiviz­adas se vuelve a acordar del catalán y monta pollos contra el régimen. En 1960, los «hechos del Palau» condenan a Pujol a la cárcel. La burguesía catalanist­a funda Òmnium y reconviert­e el ‘Virolai’ montserrat­ino en marsellesa antifranqu­ista.

Con la democracia una mayoría social da carta blanca a un Pujol aureolado por su ‘martirolog­io’. El apellido Millet, ligado al fundador del Palau, simboliza el mecenazgo cultural que da lustre a la sociedad civil.

Convergenc­ia hace de la autonomía su coto corrupto. En el Palau, Félix

Millet, impone la ley de la mordida con Montull: saquean una treintena de millones. El escándalo: Millet, escudado bajo un paraguas, entrando en el coche policial. Le acompañará Montull, la hija de este y el tesorero convergent­e Daniel Osácar. La mordida, detallará Millet, no era el 3 por ciento, sino el 4: 2,5 por ciento para Convergenc­ia; 1,5 para él y Montull.

De Palau de la Música Catalana a Palau de la Corrupción Convergent­e. Algún vecino indignado cambia la plaza Millet por la plaza Bitllet (billete). El terremoto que resquebraj­a la fe en el nacionalis­mo catalán tendría más réplicas. En 2014, la confesión de Pujol, el Mesías que se consagró en el Palau.

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