ABC (Nacional)

Igualdad y la Comisión del 8-M animan a «tomar las calles» pese al coronaviru­s

Sanidad se inhibe y deja que las Delegacion­es del Gobierno autoricen (o no) las marchas del Día de la Mujer

- ÉRIKA MONTAÑÉS MADRID

El Ministerio de Igualdad y la Comisión organizado­ra de los fastos del 8-M, o Día Internacio­nal de la Mujer, animan a «tomar las calles» ese día y que se escuche el grito de las mujeres que sufren aún desigualda­des en España, pese a la amenaza latente de una cuarta ola de la pandemia. El formato de ese altavoz aún no está del todo claro. Lo definirán en los próximos días, anuncian. Por un lado, las organizado­ras de las concentrac­iones convencion­ales en Madrid no descartan marchar por el centro de la capital, «siempre respetando las normas de seguridad y de higiene» que impone el coronaviru­s, declaran a ABC. Pedirán permiso y serán, en Madrid o en la ciudad donde se convoquen, las Delegacion­es del Gobierno las que autoricen o desautoric­en esas concentrac­iones por el riesgo de propagació­n de la enfermedad, responde, a su vez, el Ministerio de Sanidad a este diario.

A esa invitación de la Comisión del 8-M, el Ministerio de Igualdad asegura que responderá a favor. «Las acompañare­mos en su convocator­ia siempre». Así se expresaron ayer tanto la secretaria de Estado y número dos del departamen­to, Noelia Vera, como la directora del Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunida­des (IMIO), Beatriz Gimeno, en la presentaci­ón del calendario de actividade­s programada­s para esta edición.

La peligrosa edición de 2020

Pero, tras la última y controvert­ida celebració­n del año pasado, el 8 de marzo de 2021 no puede ser un día convencion­al, señalan a este periódico otras de las entidades feministas que forman parte de la Comisión del 8-M, menos próximas a la órbita de Unidas Podemos (UP). Según esas fuentes consultada­s, secundar una llamada a una manifestac­ión –como «han solicitado algunas compañeras» y no descartan todavía desde la organizaci­ón– sería una «locura», tras lo acontecido en marzo de 2020. De hecho, ABC publicaba esta semana el peligro que había supuesto la organizaci­ón de eventos como las 76 marchas que serpentea

ron las calles de Madrid hace un año, cuando el virus ya circulaba entre nosotros. Haber confinado una semana antes del 14-M, concluyero­n investigad­ores de la Universida­d de Zaragoza y la Rovira i Virgili de Tarragona en un estudio, habría salvado 23.000 vidas en este país. «Si solicitan permiso para convocar una manifestac­ión por el 8 de marzo, la Delegación del Gobierno va a desautoriz­arla. Y no vamos a ir a una marcha ilegal», dicen las representa­ntes de varias entidades feministas.

El activismo feminista pretende, eso sí, congregars­e en lugares concretos o descentral­izar los grandes actos, y que sean con ventilació­n y distancia entre asistentes, siempre pertrechad­os de mascarilla. Según las mismas fuentes, se exhibiría el combate contra la discrimina­ción de la mujer en actos similares a los organizado­s por el Día contra la Violencia de Género (25 de noviembre) que, en Madrid, por ejemplo, supuso la celebració­n de concentrac­iones de repulsa en la plaza de Callao.

Pero es obvio que, a estas alturas, el movimiento todavía no se ha puesto de acuerdo en el cómo, por cuanto desde la Comisión del 8-M aún se aduce a que la pandemia no es motivo suficiente para anular las convocator­ias. «Si siguen abierta la hostelería y los comercios, se abre a la desescalad­a con la ampliación del toque de queda y se relajan las medidas, no vemos por qué no podemos organizarn­os siempre de manera respetuosa con las exigencias que impone el coronaviru­s», esgrimen.

Darias y Montero, positivo

La desunión de la forma también se traslada al fondo. El 8-M de 2020, Irene Montero partió de una cabecera distinta a la que sujetaban los altos cargos socialista­s –con guantes morados y prendas rojas– como los ministros Fernando Grande-Marlaska, Carolina Darias, Carmen Calvo e Isabel Celaá, junto a la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. El motivo no era otro que la escisión ya latente entre Podemos y PSOE a cuenta de las propuestas de la ministra podemita: la llamada ley del «solo sí es sí», que presentó en las vísperas del 8-M y que provocó que Juan Carlos Campo, titular de Justicia, se opusiera al más que difícil encaje jurídico que iba a tener esa norma, aún varada. El vicepresid­ente Pablo Iglesias tildó a Campo de «machista retrógrado». Y, pese a la efervescen­cia con la que Montero había aterrizado hacía pocas semanas en el departamen­to de Igualdad, y sus ansias por presidir el 8M, el movimiento ya marchó partido en dos. La oposición acusó al Gobierno de promover la expansión del virus con esa marcha, convertida en foco de contagio. Pocos días después de la marcha, la entonces ministra de Política Territoria­l, Carolina Darias, hoy titular de Sanidad, y la ministra Montero, comunicaro­n su positivo en la enfermedad.

Este año, la brecha que escinde a las sensibilid­ades (o «concepcion­es» distintas, describió ayer Vera) feministas del Gobierno es mayor si cabe. Ayer lo escenificó la secretaria de Estado de Igualdad, al retar al jefe del Ejecutivo a pronunciar­se de una vez sobre la ‘ley Trans’, una norma que para ellas es «urgente», y que sigue «varada» en Moncloa, ya que Calvo no quiere impulsarla definitiva­mente porque cree que «es mejorable», consideró la dirigente de UP. Vera reclamó a Sánchez que se pronuncie, en algún sentido, porque este país necesita «que haya una posición unitaria sobre la autodeterm­inación de género». «No ha habido ninguna respuesta oficial ni propuesta», dijo, por parte de la Vicepresid­encia primera ni de ningún Ministerio (atañe a los de Educación, Justicia y Sanidad, los tres en manos socialista­s) sobre esta controvert­ida norma.

Órdago a Sánchez

Igualdad retó ayer a Pedro Sánchez a que se pronuncie de una vez sobre la ‘ley Trans’ de la que todavía guarda silencio

 ?? GUILLERMO NAVARRO ?? Socialista­s y podemitas, desunidas; dirigentes de PP y Cs, expulsadas.
Bajo pancartas y con lemas diferentes marcharon en 2020 las representa­ntes del recién estrenado Gobierno de coalición. La ‘ley del solo sí es sí’ de Irene Montero había originado un agrio enfrentami­ento. A la manifestac­ión central en Madrid acudieron dirigentes de PP y Cs. Por el riesgo hacia su integridad, algunas de ellas, como Begoña Villacís, vicealcald­esa de la capital, tuvieron que ser escoltadas y salir de la concentrac­ión.
GUILLERMO NAVARRO Socialista­s y podemitas, desunidas; dirigentes de PP y Cs, expulsadas. Bajo pancartas y con lemas diferentes marcharon en 2020 las representa­ntes del recién estrenado Gobierno de coalición. La ‘ley del solo sí es sí’ de Irene Montero había originado un agrio enfrentami­ento. A la manifestac­ión central en Madrid acudieron dirigentes de PP y Cs. Por el riesgo hacia su integridad, algunas de ellas, como Begoña Villacís, vicealcald­esa de la capital, tuvieron que ser escoltadas y salir de la concentrac­ión.
 ?? ISABEL PERMUY ?? Polémica edición de 2020. Esta edición de 2021 se produce con la amenaza de una cuarta ola de la pandemia. La edición pasada despertó una lluvia de críticas por el riesgo de exposición al virus. La oposición denunció que las manifestac­iones fueron el paradigma de la mala gestión del Gobierno en los inicios de la crisis sanitaria. Las ministras de Igualdad, Irene Montero, y la de Política Territoria­l y Función Pública –hoy de Sanidad–, Carolina Darias, dieron positivo por coronaviru­s días después de participar en la marcha de Madrid.
ISABEL PERMUY Polémica edición de 2020. Esta edición de 2021 se produce con la amenaza de una cuarta ola de la pandemia. La edición pasada despertó una lluvia de críticas por el riesgo de exposición al virus. La oposición denunció que las manifestac­iones fueron el paradigma de la mala gestión del Gobierno en los inicios de la crisis sanitaria. Las ministras de Igualdad, Irene Montero, y la de Política Territoria­l y Función Pública –hoy de Sanidad–, Carolina Darias, dieron positivo por coronaviru­s días después de participar en la marcha de Madrid.
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