Autopsia de una mentira llamada Lenin, el inventor del totalitarismo
Stéphane Courtois analiza en su nuevo libro la personalidad del líder bolchevique
Al acceder a la cabeza de la URSS, Nikita Jruschov tenía claro que para salvar el todo había que sacrificar una parte de la sangrienta historia comunista. Para oponer «al gran Lenin» frente al «malvado Stalin», la propaganda soviética inventó el «Lenin bueno», de aire bondadoso y manos limpias de sangre, «el mesías de la revolución mundial» que jamás habría aprobado las sucesivas purgas de Stalin.
La imagen positiva que hoy perdura de Lenin es aún deudora de este desdoblamiento imposible realizado tras la muerte de Stalin. Imposible porque, como recuerda el historiador francés Stéphane Courtois en su nueva biografía, ‘Lenin, el inventor del totalitarismo’ (La Esfera de los Libros), Vladímir Ílich Uliánov no solo fue el ideólogo de una revolución violenta seguida de una represión interminable, sino el artífice de un régimen del terror que sirvió de modelo a socialistas, fascistas y nazis de todo pelaje.
El primer líder totalitario de la historia fue un hombre que desde los veinte años se dedicó únicamente a concebir y preparar la caída del régimen zarista. Su particular personalidad, «podría decirse que rara», es el punto de partida de la biografía donde el editor del ‘Libro negro del comunismo’ se conjura para desmentir los mitos que rodean a Lenin y que permiten a muchos políticos actuales invocar sus bondades impunemente.
El joven Lenin, alumno ejemplar dentro de una familia moderna y bien colocada en la corte, estaba abocado a un gran futuro profesional y social. Sin embargo, la muerte repentina de su padre, que dejó a la familia en una difícil situación económica, y la condena a muerte de su hermano mayor por intentar asesinar al Zar dirigieron al adolescente por los cauces más violentos. «Lenin fue rechazado socialmente como miembro de una familia regicida y se le cerró cualquier posibilidad de hacer una carrera brillante. Sintió entonces un violento resentimiento contra el poder y la sociedad entera, y optó por una revolución radical legitimada por una teoría marxista a la rusa», relata Courtois, cuya obra incluye en España un prólogo del periodista Federico Jiménez Losantos.
El origen del mito
La revolución triunfó golpe a golpe, cheká a cheká, y, tras orquestar en persona la muerte de toda la familia imperial, el líder marxista se elevó hasta lo más alto del poder con una estrategia de acoso y derribo que redujo todo a un único partido. No obstante, la prematura muerte del ruso dejó su obra inacabada y dio alas a su mito. «Lenin solo estuvo en el poder de noviembre de 1917 a noviembre de 1922, fecha en la que ya no estaba en condiciones de dirigir nada. Durante dicho período, fue responsable de muchos crímenes, pero que estaban ‘legitimados’ supuestamente por la guerra civil y, sobre todo, que no se conocieron bien hasta que se abrieron los archivos en 1991», señala Courtois sobre un político que en vida alcanzó el grado de ‘santo’ de la revolución.
Al culto desmedido hacia su personalidad se sumaron, a partir de 1956, los intentos de atribuir todos los males del comunismo exclusivamente a Stalin. La figura de Lenin salió airosa del juicio de la Historia. Se olvidó que, entre otras cosas, fue quien inspiró a Mussolini y Hitler a poner en marcha sus propios totalitarismos. «Todos impusieron el terror de masas como método de gobierno. Además, la magnitud de los crímenes nazis se puede comparar con facilidad con la de los crímenes comunistas, tanto en cantidad como en métodos de ejecución a través de profesionales».
La ideología de Lenin está hoy mermada en su prestigio, pero no muerta, al menos, en países como España, donde un vicepresidente y varios ministros no tienen reparos en denominarse comunistas y elogiar a Lenin. En opinión de Stéphane Courtois, esto se debe a que durante todo el siglo XX el comunismo siguió «gozando de un formidable prestigio entre la izquierda, pero también entre la derecha», como consecuencia inesperada de la Segunda Guerra Mundial. «Después de 1945 hay una hipermnesia de los crímenes del nazismo, cuidadosamente alimentada por los comunistas, y, en cambio, una amnesia organizada de los comunistas, tenazmente ocultados hasta 1991. Aún hoy en día, el poder ruso, que está liderado por un ex coronel del KGB, hace todo lo que puede por ocultar lo ocurrido», asegura.
La amenaza totalitaria
Blanquear los crímenes con brocha gorda y ensalzar la ‘memoria gloriosa’ de las revoluciones (así, en genérico), que tiene a Lenin como emblema progresista, permite en la actualidad a intelectuales y políticos, «adeptos al primer régimen totalitario de la historia», reivindicar el comunismo como una ideología legítima y, en palabras de Courtois, «utilizar los viejos métodos leninistas de agitación callejera, intimidaciones, propaganda engañosa, infiltración en las instituciones y organizaciones sociales para seguir soñando en una conquista antidemocrática del poder».
«Lenin siempre fue extremadamente agresivo con los que no estaban de acuerdo con él, desde los partidarios del Zar hasta todos los socialistas rusos y europeos. Una vez en el poder, de esta agresividad pasó a la acción, con el exterminio puro y simple. Hoy en día, las cosas son diferentes. Es verdad que en Europa y en los EE.UU. muchos grupos, movimientos y partidos mantienen discursos violentos, pero dentro de unas instituciones democráticas que, por el momento, siguen siendo sólidas», defiende el historiador francés, que distingue los grupos populistas que son financiados desde el exterior de los que son puramente autóctonos.
La estrategia totalitaria, lejos de estar en retirada, gana adeptos por el Globo a golpe de pandemia, crisis económica y malestar social. «Es verdad que con Trump y el asalto al Capitolio, en el país más poderoso del mundo, donde las armas circulan masivamente y donde los odios están exacerbados, la situación es preocupante. Preocupa, también, cuando se fortalecen poderes revolucionarios o totalitarios que refutan radicalmente los valores de democracia y respeto a los seres humanos, como en China, Rusia, Irán o Turquía. La UE sigue siendo un espacio donde esos valores están preservados y hay que defenderlos a cualquier precio», reclama Courtois.
Stéphane Courtois. La Esfera de los Libros. 2021. 29,90 euros.