En el 90 aniversario de la muerte de Lafuente, una exposición rememora su obra y un tren turístico recorrerá sus edificios
mas. Es el caso de la Villa Rosenfeld levantada también en la Concesión Francesa, que hoy está en obras y en su día albergó un restaurante, Sasha’s, donde se mostraban en su interior reproducciones de los planos originales de Lafuente.
Igual de remodelados han sido otros edificios suyos, como los apartamentos que diseñó para Albert Cohen en 1923, y el banco Kincheng entre 1925 y 1926, que hoy mantiene parte de su fachada y alberga una sucursal del Banco de Comunicaciones. En 1926 también erigió un edificio de apartamentos que llevó su nombre, Lafuente, pero que fue derribado y sobre el que se construyó una réplica de mayores dimensiones y menor fortuna compositiva.
En su tesis, Álvaro Leonardo calcula que Lafuente firmó más de una treintena de obras en Shanghái, tanto en solitario como con los socios con que montó dos estudios. El primero de ellos, con el arquitecto estadounidense G.O. Wootten entre 1916 y 1919, le permitió encargarse del Club Americano y llevar a cabo en 1917 la reforma de la sala de baile del ya cerrado hotel Astor House, el primero de estilo occidental que se inauguró en China y donde se alojaban las más importantes personalidades de la época que llegaban a Shanghái. Como recoge la tesis de Leonardo, en una columna de esta espectacular sala, que disponía de un falso techo con cúpulas de cristal, aparece la firma del arquitecto Lafuente tras su segunda reforma en 1923.
También construyó hospitales para la ciudad y ganó el concurso para el consulado general de Estados Unidos en Shanghái, que iba a ser su mayor obra pero no llegó a realizarse.
La boda de Chiang Kai-shek
Al trabajar durante una década para la firma hotelera más importante de Asia, Hong Kong & Shanghai Hotels Ltd., reformó varios de sus establecimientos y firmó entre 1923 y 1924 la reconversión de la mansión de los MacBain en el Hotel Majestic, uno de los más lujosos de la ciudad. Tan esplendoroso era su salón de baile que el Generalísimo Chiang Kai-shek celebró allí su boda, lo que le dio todavía más fama mundial. Esta obra la terminó con el arquitecto ruso A.J. Yaron, quien fue su socio desde finales de 1924 hasta mediados de 1928.
Debido a la inestabilidad política en China, en 1927 decide marcharse a California con su segunda esposa, que era americana, y prueba suerte en Los Ángeles, donde empieza a construirse su propia mansión en el elitista barrio de Bel Air, Villa Sevilla. Pero el ‘Crack del 29’ le arruina y le obliga a desprenderse de dicha propiedad, que hoy sigue en pie con el nombre erróneo de Villa Granada. Tras pasar por México, donde trabajó un año y medio por cuenta ajena para obtener ingresos y empezó la construcción del Club Social y Casa de Beneficencia Española de Tijuana, volvió en octubre de 1931 a Shanghái para reabrir su estudio.
Recibido con todos los honores en la ciudad que le había visto triunfar,
Abelardo Lafuente no pudo enderezar su brillante carrera profesional por una enfermedad pulmonar contraída justo antes de tomar el barco a China, que se agravó durante la larga travesía. Solo dos meses después de desembarcar, falleció el 3 de diciembre de 1931 mientras estaba alojado en el Hotel Astor House, cayendo en el olvido hasta que casi un siglo después fue rescatado por otro arquitecto español con las mismas iniciales: Álvaro Leonardo.
Durante la Exposición Universal de Shanghái en 2010, la obra de Abelardo Lafuente fue mostrada por primera vez por el propio Leonardo. Organizado por el Instituto Cervantes y el consulado español, un autobús turístico recorría sus edificios aún en pie entre las detalladas explicaciones de Leonardo. Tuvo tal éxito, sobre todo entre los turistas chinos, que la experiencia se repetirá este otoño si el coronavirus lo permite. Además, una exposición conmemorará los 90 años de la muerte de Lafuente. Un siglo después, Shanghái todavía tiene que descubrir al único arquitecto español de su época dorada.
Huella viva