Conmoción por las matanzas en tres cárceles en Ecuador
La muerte del líder de una banda criminal provocó los asesinatos de 79 presos
Quienes han visto las imágenes de la matanza en tres cárceles de Ecuador, el martes pasado, no se atreven a describirlas porque ‘son demasiado fuertes’ y no hay palabras. El nivel de crueldad y la sevicia con la que han actuado los presos en una jornada macabra, en la que murieron 79 personas, han dejado al país en un estado de estupefacción y han sacado lágrimas por el fin de la ‘isla de paz’, como se solía llamar a este país, tiempo atrás, cuando las noticas de crueles matanzas de los cárteles de las FARC y otros grupos, en Colombia, y la violencia de Sendero Luminoso, en Perú, hacían ver a Ecuador como ‘la tierra prometida’. Pero se acabó.
La masacre del martes ha dejado interrogantes y lágrimas. La gente se pregunta cómo llegamos a esto, en momentos que la falta de empleo, la pandemia y hasta la crisis política tienen a los ecuatorianos agobiados. Una mirada retrospectiva nos ubica en mayo de 2019, cuando en la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil, se produjo una disputa entre bandas que dejó seis muertos y que podría haber sido la primera gran alerta. En esa ocasión, la conmoción tuvo otra dimensión porque los relatos de los sucesos vinieron de familiares que estuvieron dentro de la cárcel, al tratarse de un día de visita. Lo que contaron fueron narraciones de horror. Grupos de internos con cuchillos y armas de fuego perseguían a sus rivales y los asesinaban a sangre fría. Dijeron que todo fue muy rápido y que la prisión quedó en manos de los detenidos, hasta que intervino la Policía con refuerzos llegados de manera emergente.
Caza e incineración
Las violentas imágenes tomadas desde un helicóptero que sobrevolaba la cárcel dieron cuenta de una suerte de cacería de un grupo a un preso a quien alcanzaron, le dieron muerte, e intentaron incinerarlo, usando un colchón al que prendieron fuego. Más tarde, las autoridades dijeron que los asesinatos se dieron por venganza por hechos
Ajustes de cuentas Los asesinatos en las cárceles son una venganza que tiene que ver con mafias que controlan drogas fuera de ellas
que ocurren fuera de la prisión y que tiene que ver con las mafias que controlan la droga. El Gobierno removió al director del centro penitenciario y puso otra persona en su lugar. Después, hubo dos declaratorias de emergencia del sistema carcelario, pero no resolvieron nada. Los hechos de esta semana lo confirman.
La jornada de sangre del martes 23 de febrero, en la que murieron 79 presos, estaría vinculada con el asesinato de Jorge Luis Zambrano, alias Rasquiña, líder de la banda delictiva Los Choneros y por una suerte de lucha de sucesión por el control de la mega organización. El director de Rehabilitación, Edmundo Moncayo, cuenta que existen cuatro organizaciones delictivas que buscan reemplazar al jefe de Los Choneros. Menciona a Los Pipos, Los Lobos, Los Chone Killers y Los Tiguerones que serían quienes desencadenaron los ataques que terminaron con la vida de 79 prisioneros en cárceles de Guayaquil, Cuenca y Cotopaxi. Tres de esas organizaciones eran aliados cuando Rasquiña los dirigía. Expertos sostienen que hay una suerte de recomposición de la estructura de poder de la criminalidad, y que en esas organizaciones alguien tiene que estar al mando. Pero no solo organizaciones nacionales estarían operando desde las cárceles ecuatorianas.
El exjefe de Inteligencia coronel Mario Pazmiño aseguró a ABC que tres cárteles mexicanos están envueltos en la violencia carcelaria. Habla del cartel de Sinaloa, el llamado Jalisco Nueva Generación y el cártel del Golfo. El exmilitar también asegura que en la mayoría de los centros penitenciarios las cámaras de seguridad siempre están dañadas, los filtros de seguridad no funcionan al igual que los inhibidores de teléfono. «Nada de esto es posible sin la connivencia de los funcionarios y autoridades de las cárceles; en las tres cárceles usaron armas que están prohibidas», añade Ramiro García, profesor de Derecho Penal de la Universidad Central.
Condiciones inhumanas
Las cárceles de Ecuador son una suerte de ‘bodegas humanas’. De 9.000 presos que había en 2009, hoy hay 40.000. Una sobrepoblación insólita y en condiciones deplorables, a pesar de que se han construido nuevos centros. El hacinamiento es inhumano e incide también en la conducta de los privados de libertad. Durante el Gobierno de Rafael Correa se construyeron tres centros de rehabilitación, diseñados para 27.000 personas y, aunque fueron considerados grandes para la vigilancia, apenas comenzaron a funcionar estuvieron sobrepoblados. En uno de ellos, en Latacunga, donde están presos el exvicepresidente Jorge Glas y el exsecretario de la Administración, Alexis Mera, tuvo problemas con el suministro de agua desde la inauguración. El martes murieron allí ocho detenidos. Pero hay más. Aunque tienen áreas de alta seguridad se los mezcla a los detenidos y tampoco funciona el régimen progresivo de rehabilitación. El comandante general de la Policía Nacional, general Patricio Carrillo, dijo que las manifestaciones de odio, venganza y crueldad expresadas en las cárceles, el martes, no son únicamente mensajes del crimen organizado, sino también «evidencias de la salud mental del sistema».