ABC (Nacional)

Isco hace de falso nueve y Mendy ejerce como tal

- RUBÉN CAÑIZARES MADRID

Isco, una de las últimas opciones de Zidane en su gestión de la plantilla, emergió en el once blanco en Bérgamo. En una situación normal, sin nueve jugadores lesionados y un rival tan ofensivo delante, hubiera sonado a bombazo, pero no tenía mucha más elección el técnico francés. El andaluz dejó de ser el ojito derecho de Zidane hace ya mucho tiempo, justo cuando fue cazado a principios de temporada por una cámara de televisión criticando el modo de gestionar sus minutos sobre el verde, pero para ser justo no es la única ni la razón principal de su ostracismo.

A Isco hace tiempo que la camiseta del Real Madrid le queda grande, y no por falta de cualidades. Tocó cima en los cuatro meses que Lopetegui estuvo en el banquillo del Real Madrid, pero desde noviembre de 2018, ya con Solari en el banquillo, de Isco no quedan ni las cenizas de aquel mágico jugador que fichó por el Real Madrid en el verano de 2013. Pasado de peso en muchas ocasiones, falto de ganas y apático en otras tantas, y alejado de un vestuario en el que apenas tiene amigos ni confidente­s. No tiene nada que ver su caso con el de Bale, pero él ha puesto también mucho de su parte para echar por tierra una carrera que, hasta hace dos años y medio, era envidiable, y hoy solo provoca cierta pena por el talento perdido.

Pero el fútbol siempre te ofrece una oportunida­d cuando menos te lo esperas, y eso sucedió anoche en Champions.

Expulsión y gol Mendy provocó la roja de Freuler e hizo el gol en el minuto 87, cuando el partido ya apuntaba a 0-0

Isco al verde, de titular, en un híbrido entre cuarto centrocamp­ista y falso nueve. Era su quinta aparición en el once inicial en toda la temporada. La última, hace un mes en Alcoy, en aquel ridículo del Madrid, incapaz de eliminar a un Segunda B en Copa, incluso jugando con un futbolista más durante toda la prórroga.

Anoche, ante un equipo de bastante mayor entidad y en una competició­n que en la que las caretas no tapan carencias, Isco mostró otro tono y mayor personalid­ad de las que acostumbra en estos últimos años, pero sin materializ­ar su participac­ión

en fruto para el Madrid. Se movió con generosida­d entre líneas, insistió en la presión en bloque alto, cayó a banda e hizo de delantero centro cuando la jugada lo requería, pero no le acompañó la suerte. Un reverso dentro del área seguido de disparo repelido por Romero a córner fue su única ocasión para ver portería, pero no su mejor acción. Un pase a filtrado a Vinicius, mediada la primera mitad, dejó al brasileño solo ante Gollini, pero ya sabemos cómo suelen acabar esos mano a mano del sudamerica­no.

Más allá de Isco, el partido dejó un ejercicio de impotencia del Real Madrid, incapaz de superar a un equipo que jugó con un futbolista menos durante 75 minutos y cuyo delantero estrella, Zapata, se marchó lesionado a la media hora del encuentro. Motivos ambos para viajar a la capital de España con un resultado a favor, algo que no sucedió hasta el minuto 87, y de la manera más inesperada posible.

No es su primer gol con la derecha pero segurament­e sí es el más importante desde que viste la camiseta del Real Madrid. Dejó varios destellos durante el partido que parecían más propios del mejor Marcelo que del propio francés, pero su mejor locura, disparar desde el balcón del área con su pierna mala le otorgó un resultado de oro para los blancos de cara a la vuelta en Valdebebas. Él provocó la roja de Freuler y él dio la victoria. El falso nueve era Mendy, no Isco.

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REUTERS Isco disputa un balón a Romero

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