James Bishop (1927-2021)
Gustaba de autorretratarse como «expresionista abstracto de la rama más tranquila»
EN el hospital de Dreux, y el 16 de este mes, ha fallecido a los 93 años el pintor norteamericano James Bishop, cuya carrera ha transcurrido en Francia, primero en París, y luego en Blévy, aldea próxima a Chartres. Oriundo de Neosho, Misuri, Bishop pasó por el legendario Black Mountain College –donde uno de sus maestros, por él siempre recordado, especialmente como collagiste, fue nuestro Esteban Vicente–, y estudió historia del arte en Columbia con Whittkower y Shapiro. Tras un año 1957 entre Grecia e Italia, al siguiente se encaminó hacia la capital francesa. En 1961 celebró su primera individual, que tuvo por marco la Galerie du Haut-Pavé, donde entre otros muchos expusieron Arman, Olivier Debré, Poliakoff, Soulages o Takis. Luego pasó a ser defendido primero por el recientemente fallecido Lucien Durand, y luego por Larry Rubin y su Galerie Lawrence. En 1963 encontró definitiva ubicación en la estupendísima galería doblada de librería de Jean Fournier, donde coincidió con sus compatriotas, también expatriados, Sam Francis o Joan Mitchell; con Simon Hantaï; y con los de la ‘peinture-peinture’. Sus primeros glosadores fueron John Ashbery, que habló a su propósito de ‘post-painterly Quattrocento’; Marcelin Pleynet, que le dedicó varios ensayos, el primero en la ginebrina ‘Art and Literature’ y Philippe Sollers. En 1971, los dos últimos fueron los prologuistas del sobrio catálogo de una de sus individuales con Fournier, en el que no se reproduce obra alguna. Entre sus primeros coleccionistas, el ZAJ José Luis Castillejo.
Ya entonces, la pintura al cuadrado de Bishop era a un tiempo entre geométrica y minimalista, y sensible e impregnada de tradición. Él gustaba de autorretratarse como «expresionista abstracto de la rama más tranquila». Nada extraño, en ese sentido, que para él Cézanne,
Matisse, Mondrian, Brancusi o Morandi constituyeran ideales de vida, ni que en 1963 titulara uno de sus cuadros ‘News from Ferrara’, más pensando en los primitivos que en De Chirico. Voluntad de construir espacios bellos, armoniosos, luminosos, serenos, a menudo monocromos y en ocasiones próximos al blanco total. Pintura sin adjetivos. Pintura por encima del tiempo. Pintura silenciosa. Pintura grave, contenida, repetitiva, concentrada. Pintor siempre en una cierta penumbra mediática, y alérgico a ser fotografiado. Penumbra rota ya por alguna retrospectiva como la del Jeu de Paume (1994), que itineró a Winterthur y Münster, o la del Art Institute de Chicago (2007), centrada en su trabajo en papel. Penumbra que se va a atenuar algo más, cuando al fin se inaugure, cuando las circunstancias sanitarias lo permitan, su anunciada muestra en el museo de Nantes. Confiemos que poco a poco se abra paso, urbi et orbi, la evidencia de que estamos ante una de las grandes voces de nuestro tiempo.