El más condecorado de Portugal
Su trayectoria militar se dibujó a través de un aluvión de 2.412 misiones
LE llamaban ‘el Rambo de Guinea’, tal era su valentía en los difíciles terrenos del combate y sus estrategias. Pero Marcelino da Mata consiguió sobreponerse a la montaña de dificultades hasta convertirse en el militar más condecorado de la historia de Portugal.
El honor de semejante aureola comenzó a fraguarse allá por 1960, cuando sus actos de heroísmo durante la Guerra de Ultramar no hicieron más que lanzar al país vecino en el camino hacia la democracia, una vez consolidado el contexto posterior a la Revolución de los Claveles.
Hasta el año anterior a aquel histórico 25 de abril de 1974, ya había mostrado en diversas operaciones que la palabra ‘temeridad’ no entraba dentro de su vocabulario, como tampoco la falta de atrevimiento. Más bien todo lo contrario, llevó el arrojo por bandera en una época convulsa para el Portugal que se jugaba las posibilidades de su futuro.
Entre 1966 y 1973, recibió cinco cruces de guerra, un logro insólito que después no ha hecho sino agrandar su leyenda. También se le concedió (en el último año de la década de los 60) el título de caballero de la orden de la Torre y la Espada, que es el más importante y valorado de Portugal. El papel crucial que Da Mata desempeñó cuando las antiguas colonias africanas comenzaban a sufrir agitaciones revolucionarias le valió, por tanto, una cascada de reconocimientos que no ha cesado a lo largo de todas estas décadas.
Fue uno de los miembros fundadores de la Unidad de Comandos, fuerza de élite que puso en marcha operaciones decisivas en Guinea Conakry o en Senegal.
Su trayectoria se dibujó a través de un aluvión de 2.412 misiones, donde se incluyeron algunas de tanta trascendencia como la operación Mar Verde o la liberación de 400 presos políticos y 26 soldados portugueses en las duras cárceles del entonces régimen guineano del presidente Sékou Touré. Tampoco puede olvidarse la denominada operación Tridente, es decir, el rescate de más de 100 soldados lusos en Senegal. Naturalmente, tanta exposición al riesgo le sumió en momentos delicados y llegó a padecer profundas heridas. No obstante, su repatriación a Lisboa en el periodo previo al 25 de abril se produjo por culpa de un accidente fortuito: el disparo accidental de un compañero.
Cuando la fase posrevolucionaria sembró las calles de la capital portuguesa de militantes comunistas, fue retenido y torturado por el MRPP, un partido radical, de corte maoísta. Corría el mes de mayo y hubo de escapar a España.